El burgo de la Navarrería recibirá este fin de semana las fiestas de San Fermín Txikito con la mejor de sus caras. La que fuese una de las zonas más degradadas de la capital navarra se ha convertido en un lugar en plena ebullición, con un ambiente que, sobre todo en los meses de primavera y verano, es la envidia de la ciudad. El trabajo de vecinos, asociaciones y hosteleros ha terminado por desterrar los males que lastraban a esta zona hasta hace unos pocos años. Tras demasiado tiempo con la cabeza gacha, Navarrería vive ahora un momento dulce que bien merece unas fiestas como las que hoy comienzan.
"Navarrería ha pasado de ser el pozo del trapicheo a convertirse en el cuarto de estar. Se ha conseguido un ambiente de lo más saneado y, al margen de los bares, es una gozada el aire que se respira en la plaza", explica Alfredo Domeño, uno de los encargados del Mesón de la Navarrería desde hace 13 años. Aunque la mayoría de quienes han conocido de cerca la transformación de esta zona tienen dudas a la hora de fijar el momento en que comenzaron a darle la vuelta a la tortilla, prácticamente todos coinciden en que ha sido sobre todo cuestión de la última década.
La asociación Zurriburbu nació hace casi una década con la idea de acabar con el clima de inseguridad que reinaba en el barrio. El detonante fue el asesinato de Antonio Pérez Guerra, propietario del bar Aldapa, a manos de un drogadicto el 6 de octubre de 2001. La reacción de los vecinos fue inmediata y una asamblea entre ellos fue el germen de la asociación. "Este asesinato fue el punto de inflexión, aunque no es lo único que sucedió, eran frecuentes los navajazos y a algunos les daba miedo pasear por el barrio a determinadas horas. Había que rehabilitar el barrio, no podía convertirse en un gueto", explica Mariví Maeztu, de la asociación.
Y es que, como recuerda Isabel, que trabaja desde hace 27 años en el bar Oiat, "decir que tu establecimiento estaba en Navarrería" no siempre ha estado "bien visto". Al contrario: "Nos pusieron muy mala fama, parecía que esto era no sé qué. No tiene nada que ver con lo de ahora, yo veo un ambiente muy sano y muy majo".
salida de los coches En esta última década Zurriburbu ha trabajado con los demás vecinos de la zona, los hosteleros y la Asociación de Vecinos del Casco Viejo para dar un nuevo aire al barrio. Su principal arma ha sido organizar actividades para todas las edades, conciertos o ferias que trasladasen la imagen de una zona "caracterizada por la cercanía humana de sus habitantes y no por ser un lugar conflictivo para vivir", como señalan desde la agrupación. Sin embargo, uno de los principales logros de la asociación y de los vecinos del barrio en general fue presionar al Ayuntamiento para "sacar los coches de la zona" -la peatonalización llegaría años más tarde-. Un episodio éste que tuvo una importancia capital.
"La iluminación era muy mala y en los coches aparcados en la plaza había mucho trapicheo. Tras la muerte de Antonio empezamos a reunirnos con el Ayuntamiento para pedir que se hiciese caso a esta zona, que no se permitiese aparcar en la plaza, que se iluminase mejor, que hubiese menos escondrijos... En 2002 conseguimos que se retiraran los coches y que mejorasen la iluminación", explica Maeztu.
Ya con una coyuntura más favorable y, sobre todo, con muchas ganas de trabajar, los vecinos de la zona siguieron empeñados en sacar del pozo al viejo burgo, que empezaba a ver la luz. "Los protagonistas del cambio en esta zona han sido los vecinos y los hosteleros, no el Ayuntamiento, que quede claro", puntualiza Daniel, camarero del bar Zuriza de la calle Aldapa.
A mediados de la pasada década Navarrería conservaba aún muchas sombras, aunque las luces empezaban a imponerse. Mulero, encargado desde hace seis años de La Tortilla, da fe de ello: "Cuando empezamos, la zona estaba aún un poco degradada. En seis años se ha notado una gran mejoría, pese a la crisis, y es porque hemos buscado con muchas ganas que fuese una zona con buen ambiente de día y de noche, con buenos precios, con gente y bares muy diversos... Eso sí, el periodo de obras, que duró dos años cuando iban a ser 18 meses, se nos hizo muy duro".
nuevos locales El resultado de este trabajo por recuperar Navarrería ha sido tan satisfactorio que desde Zurriburbu, "sin bajar la guardia en el barrio", "abren las puertas de su experiencia, convencidos de que es exportable". Hasta una vecina de toda la vida como Amparo Cabello se animó hace un año a abrir El anfitrión comodón, un establecimiento en el que sirven comida casera, bocadillos o ensaladas: "Antes era una zona de las peores y hoy en día hay un ambiente estupendo. Da gusto".
Seguro que los protagonistas de este pequeño milagro saborean ahora de una manera especial las fiestas de San Fermín de Aldapa. "San Fermín Txikito no es que sea una de las mejores fechas para nosotros, es la mejor sin duda, y la más bonita. Es el ambiente de San Fermín de casa, de muy buen rollo y, haga lo que haga el Ayuntamiento, es sobre todo una fiesta popular y hecha por el barrio", concluye Alfredo Domeño.