El origen de este hotel se remonta a 1912, cuando el matrimonio formado por Jacinto Ayestarán y Jesusa Garro fundó este emblemático establecimiento. Jacinto Ayestarán se dedicaba al transporte con animales de correo y viajeros entre Pamplona y San Sebastián. Tras casarse, y aprovechando los conocimientos adquiridos por su esposa en la fonda Otamendi de Irur-tzun, decidieron construir una posada para atender a los viajeros y proporcionarles un lugar donde dormir, ya que no era extraño que no se pudiese continuar el viaje por las inclemencias meteorológicas, sobre todo en invierno.

Dos años después, el tren Plazaola, que había nacido para transportar carbón, comenzó a llevar pasajeros. Fue un duro revés para la actividad original de la familia, pero también una nueva oportunidad de negocio. Y es que en aquellos años se consideraba que la vida al aire libre, el sol, el descanso y la comida sana era el mejor remedio para enfermedades entonces muy comunes, como la turberculosis o el raquitismo. Así, se puso de moda el turismo en la zona, auspiciado por los veraneos de la familia real española en San Sebastián. Y muchos veraneantes llegaban en el tren del Plazaola.

Eran tiempos de largas estancias que se prolongaban hasta tres meses, en las que los ricos acudían con numeroso servicio. Uno de los huéspedes de aquella época era Niceto Alcalá-Zamora, quien fuera presidente de la II República. Después vinieron otros personajes que han hecho historia como Ernest Hemingway u Orson Welles, entre otros.

Clientes y amigos han seguido visitando este hotel año tras año en sus vacaciones, siendo testigos de los cambios y evolución del edificio, pero manteniendo siempre el estilo y el encanto de la época. Dada la prosperidad del negocio, el hotel se amplió poco después, en 1918. En 1932 hubo otra nueva ampliación y remodelación, proyectada por el arquitecto Víctor Eusa, que también diseñó un nuevo edifico, el Hotel Ayestarán II, un establecimiento más pequeño que se mantiene abierto todo el año.

La historia de este hotel va unida a la familia Ayestarán y al devenir de Lekunberri. Son tres generaciones al frente de esta actividad que se ha ido adaptando al futuro sin perder sus raíces. Se trata de un hotel familiar y tranquilo para disfrutar y desconectar del día a día, acompañado de una cuidada y atractiva cocina en la que se miman los productos de la tierra.