Mercadillos: Calidad, precio económico y 'ambientico'
los vecinos de la cuenca pueden ir cada día de la semana a uno diferente y los jueves y sábados, elegir entre varios
"Qué naranjas de zumo. Cada naranja de estas, un vaso. ¡Exagerado!". Con este reclamo y sin perder el buen humor, a pesar del aguanieve que caía y de los escasos dos grados que marcaba el termómetro, el martes un vendedor ambulante intentaba llamar la atención de los paseantes para que se acercasen a comprar a su puesto de frutas y verduras del mercadillo de Barañáin. Y es que este animado ambiente, además de la calidad, la frescura y el precio de los productos, sobre todo de los alimenticios, suponen los principales reclamos para que los habitantes de la Cuenca se acerquen a los diez mercados ambulantes que a lo largo de los siete días de la semana se celebran en distintas localidades.
Así, el lunes hay uno en Noáin; el martes, en Barañáin; el miércoles, en Burlada; el jueves, en Villava y en Huarte; el viernes, en Zizur Mayor; el sábado, en Berriozar, en Sarriguren y en Beriáin; y el domingo, en el polígono Landaben de Pamplona. Éste último, con 177 puestos, es el mayor y en el extremo contrario se encuentra el de Berriozar, con seis.
CLIENTES: ¿Por qué le gusta el mercadillo?
Loli Ogayar, vecina de Beriáin de 51 años, considera los mercadillos un divertimento. "Veo precios buenos, la fruta tan buena o más que en tiendas, hay mucha variedad y siempre encuentras alguna cosica", señala mientras ojea la mercancía de los stands instalados en la plaza de los Fueros de Noáin. No obstante, considera que "estos mercadillos son pequeños. Tienes que ver los de Benidorm, ¡se te hacen los ojos chiribitas!". Añade que no le gustaría que desapareciera este comercio ambulante, una venta que le atrae por "el ambientico y los precios muy competitivos", "a veces mucho más barato que en centros comerciales".
La noaindarra Erundina Blanco, de 64 años, acude "de vez en cuando" al mercadillo porque "es más barato". De la misma opinión es Francisca Gasco, de 73 años, que suele adquirir bacalao, fruta y verdura, pero siempre pica algo más: "Aunque tengas que comprar cantidad es más económico. Vas a las tiendas y te cuesta un dineral". En el caso de Maite Reyes, todos los lunes adquiere "huevos y queso" principalmente porque le gustan. Aunque el de Noáin es pequeño, destaca "la diversidad" del comercio ambulante: "Tienes de todo en un espacio reducido". Alejandro Valdeande, de 68 años, no es un habitual de este servicio y generalmente acude "a por algo específico: el bacalao. Como también vende huevos y queso, aprovecho. El precio es mejor, me viene bien el lugar y con lo que compro, me apaño".
Por otro lado, en el mercadillo de Barañáin la vecina Marina Herrera, de 47 años, se acerca a la avenida Eulza porque "la verdura y la fruta suele estar más económica y dura más, al estar recién cogida". Igualmente, Carmen Alvarado, de 50 años, sostiene que estos alimentos son más baratos, "el género está muy bien y la calidad-precio es muy buena". También adquiere productos de la huerta Agustín Moreno, prejubilado de 61 años. "Vivo cerca de aquí y suelo venir de vez en cuando porque la verdura es más fresca, más económica y por dar un paseo", explica.
Distinto es el caso de la pamplonesa Soledad Sánchez, que en su paseo matutino del martes se acerca al mercadillo de Barañáin. Esta vecina de Iturrama de 64 años indica que "todos los días sale a caminar y a veces compro, aunque no frutas y verduras porque no me interesa llevar peso". Además, comenta que suele ir al mercadillo de Landaben, donde incluso ha entablado relación con algún comerciante: "Hay un puesto de ropa que está muy bien y a un precio muy bueno. Pertenece a un matrimonio joven de Tudela y, aunque no compre, voy y los saludo".
VENDEDORES AMBULANTES: ¿Le está afectando la crisis al comercio no sedentario?
Ildefonso Herrera lleva 28 de sus 44 años dedicándose al mercado ambulante. Regenta un puesto de frutas y verduras con el que acude a Noáin, Barañáin, Villava, Zizur y Sarriguren y en el que trabajan cinco dependientes, pero se están planteando "quitar gente" porque con la crisis "ha bajado mucho la venta". Este azagrés, que apunta que la tasa que abonan al año a un ayuntamiento varía entre 600 y 1.100 euros según el tamaño del mercado, destaca que su producto se diferencia sobre todo por "la frescura. También el precio, si bien todo el mundo se ha igualado" y apunta que "no hay mucho mercadillo; se debería abrir alguno más". Y es que Herrera asegura que, "aunque parece que puede quitar venta al comercio establecido, es al revés; donde hay mercadillo, hay más venta y atrae a más personas".
A unos metros de Herrera se encuentra el puesto de ropa de Esteban Hernández. Éste afirma que la crisis afecta al comercio ambulante y al sedentario: "No hay nada de consumo. El dinero se lo está llevando el Estado y está dejando al trabajador y al pensionista sin ahorros, con lo suficiente para vivir al día". Respecto a su oferta, explica que su producto se caracteriza por ser "español. Es mejor y algo más caro". Recalca que trabajan los siete días de la semana y hace un llamamiento a Pamplona para que baje las tasas por instalarse en Landaben: "Tendría que mirar la situación actual y ver que no somos empresarios, somos obreros de nuestras propias empresas" que "hacemos frente a muchos pagos y no hay ganancias". En este sentido, recuerda que "en algunos sitios nos han bajado los impuestos y en otros nos los han congelado".
En el mercadillo de Barañáin el comerciante senegalés Karim Fal, dueño de un puesto de textil y marroquinería, se queja de que "no vendemos nada", circunstancia que achaca a la crisis y al mal tiempo, y de que "los impuestos siguen subiendo". Un descenso de ventas que también constata el ferretero Javier Presentación. Este lodosano, que despacha su mercancía en seis mercadillos de La Rioja y Navarra, afirma que la única ventaja del comercio ambulante es que "podemos llegar a más gente al tener seis puntos de venta".
Por su parte, Ricardo Meneses viene cada martes desde Vitoria a Barañáin para vender calzado y expone, tras ocho años de experiencia en el sector, que el público de los mercadillos "es gente mayor que no está acostumbrada a centros comerciales", así como que "ya no son un punto de referencia para comprar otros artículos que no sean alimentación". Afirma que la crisis se ha notado "mucho más en Pamplona" que en otros lugares, que "el ambiente es diferente" ahora y que, de hecho, "muchos han dejado de venir y nosotros lo estamos pensando". No obstante, como concluye Hernández, "el mercadillo es muy aventurero; te puede salir un día bueno a principios de mes que no vendes nada y al final, un mal día en el que la caja sube".
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