Calle de Ansoleaga y Casa del Orfeón, 1932
EN 1932 el trazado de la calle de Ansoleaga estaba en gran medida marcado por la presencia imponente de la llamada Casa del Orfeón, conocida así por haber sido una de las sedes que dicha institución había tenido en la ciudad a lo largo del tiempo. Podemos ver que se trataba de un recio caserón dieciochesco, edificado en ladrillo sobre un zócalo de piedra y con una galería de arquillos que recorría toda su parte superior. Fue famoso además porque en sus sótanos estuvo alojado el célebre Txakoli de Kulantxo, uno de los más célebres de la Pamplona de principio de siglo. Se sabía, además, que antiguamente había habido en aquel mismo solar una casa medieval, que había pertenecido al caballero Antón de Aguerre, secretario de los reyes Joan III de Albret y Catalina I en 1492.
La fotografía muestra además parte de la fachada del desaparecido y castizo bar Bilbao, ante el cual una chapa metálica puesta en el suelo marcaba, y aún marca, el que según la tradición es el punto más alto del casco antiguo de Pamplona. En primer término vemos el establecimiento de encuadernación de J. Salaverri, mientras que en el centro de la calle un hombre que empuja un carro de dos ruedas, y que va precedido de un religioso en sotana, se va a cruzar con un mocete de pantalones cortos que viene hacia nosotros, sosteniendo en su mano derecha lo que parece ser un periódico doblado.
HOY EN DÍA la zona permanece reconocible hasta el punto de que es posible repetir la fotografía de manera casi milimétrica. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que el lugar no haya sufrido alteraciones. Así, por ejemplo, hace tiempo que desapareció el establecimiento de encuadernación de J. Salaverri, así como el viejo bar Bilbao, cuyo lugar va ocupado hoy por la librería esotérica Acuario. Cayó también la Casa del Orfeón, y en su lugar se levantó un edificio que, siguiendo una costumbre aún hoy vigente en la ciudad, no respeta ni los usos ni la estética del entorno. Cuando el viejo caserón fue derribado, en 1958, salieron a la luz las viejas bóvedas góticas del palacio de Antón de Aguerre, así como varios ventanales de fina factura gótica. Todo ello sería reutilizado para la construcción del célebre Mesón del Caballo Blanco, que en 1961 se levantaría en el Redín. Allí podrá encontrarlos quien quiera.
En cuanto al nombre de la calle, recuerda la figura de Florencio Ansoleaga Elizondo (Pamplona, 1846-1916), arquitecto municipal y autor, entre otras obras, de la fachada del Archivo de Navarra. Fue también fundador de la Asociación Euskara de Navarra y del periódico Lau-Buru, vicepresidente de la Comisión de Monumentos y gran aficionado a la arqueología, habiendo participado en la excavación de dólmenes y otros monumentos megalíticos, en compañía de figuras como Telesforo de Aranzadi.