pamplona - La piedra de San Martín, entre los pirenaicos valles de Roncal y Baretous (Francia), volvió a ser ayer ejemplo de hermandad y buena vecindad con la tradicional renovación del Tributo de las Tres Vacas, el pacto más antiguo de Europa en el que los bearneses pagan por el aprovechamiento de pastos roncaleses. Se trata de una jornada especial, según señaló a Efe el alcalde de Isaba, Jesús Barace, quien asegura que todo el pueblo la vive con ilusión, aunque considera que se ha perdido en parte el sentido de convivencia y hermandad entre vecinos de ambos lados de la muga para refugiarse este acto en algo meramente institucional.

Por ello, Barace, recién elegido alcalde de Isaba, avanza su intención de procurar a futuro reforzar las relaciones con el valle vecino ya no solo institucionales, sino a través de asociaciones y del tejido social, incluso de actuaciones musicales que atraigan a los más jóvenes y propicien su contacto. Se trata de recuperar la antigua relación que había en la zona, cuando había mucha más ganadería como forma de vida y los pastores de ambos lados tenían una mayor relación, lo que supone precisamente el origen del Tributo de las Tres Vacas.

Declarada Fiesta de Interés Turístico de Navarra, cada 13 de julio se renueva este tributo milenario, que al parecer se remonta al año 125 antes de Cristo, si bien en el siglo XIV dejó de cumplirse el pago, lo que provocó enfrentamientos que acabaron en 1375, cuando una sentencia arbitral impuso a los bearneses el pago perpetuo de tres vacas por el aprovechamiento de los pastos roncaleses. El acto sirve de motivo de encuentro para las gentes de ambos lados de la frontera, una cita que se ubica en un enclave natural del término de Isaba. Es el veterinario de Isaba quien elige las tres mejores reses, que deben tener igual dentaje, pelaje y cornaje. Justo antes de la entrega de los animales, los bearneses, luciendo la bandera francesa, y los roncaleses, ataviados con los trajes típicos del valle, reanudan su compromiso de paz.

Éste se sella simbólicamente sobre la piedra mediante la imposición de unas manos sobre otras y la expresión “pax avant, pax avant, pax avant” que todos repiten al unísono.

Tras el nombramiento de los guardas que vigilarán y cuidarán de los puertos faceros, se celebra una animada comida popular. Según el Gobierno foral, se desconoce el origen y la causa de esta ceremonia, que según algunos apuntes remiten al año 125 antes de Cristo, de forma que durante siglos, este pago se realizó sucesivamente hasta el siglo XIV en que dejó de llevarse a cabo. Por ello, se sucedieron diversos enfrentamientos que terminaron con numerosos muertos y heridos, contingencias que fueron el germen de la sentencia arbitral que desde 1375 se ha celebrado sin interrupción. Desde entonces, cada año, puntuales, ambos valles renuevan su voto que se ha convertido en fiesta de hermandad. En esta ocasión coincidía con el paso hoy del Tour de Francia por la zona, ya que la carrera llega a la estación de esquí de La Pierre Saint-Martin, de Arette.

El numeroso público que arrastra el Tour en la zona, unido a la jornada de descanso de la carrera, hizo evidente la mayor afluencia. La organización estimó más de 5.000 personas, y la Policía Foral confirmó el acceso de 400 coches y tres autobuses, sin sumar la asistencia del lado francés. - D.N./Efe