el 25 de junio se podrá ver de nuevo la representación de La batalla de Lácar. Fue al hilo de la fiesta del valle de Yerri, que se celebró aquel año de 2004 en Lácar, cuando por primera vez se empezó a hablar de una manera mas abierta del hecho bélico que tuvo como protagonista al pueblo de Lácar. A veces, nuestra propia historia nos viene contada de tal manera que omite aspectos, hechos y acontecimientos que, por la razón que sea, es mejor dejar de lado o pasar por encima como si nada.

El año 2004, en la ermita de Santa Engracia y mientras en la cercana plaza se escuchaba a los grupos rock preparando sus instrumentos para el concierto de la noche, el médico iruñés Pablo larraz nos relataba un hecho histórico ocurrido en nuestro pueblo que nos sorprendió a todos.

La charla se impartió en una ermita donde también se hallaban expuestos objetos y grabados relativos aquel tiempo. Una ermita que sirvió de cuadra para los caballos del regimiento liberal que tenía tomado el pueblo. Era una especie de avanzadilla de un gran ejército que perseguía llegar hasta Estella para así dar por terminada la guerra entre carlistas y liberales.

Me encontré con Álvaro Nicuesa, entonces alcalde del Valle. Me animó, nos propuso hacer una representación de aquella historia que nos habían contado y, a partir de aquel momento, se empezó a trabajar para poder llevarla a cabo.

No es fácil llevar adelante un tema como este. La guerra civil de 1936 había dejado demasiada miseria y los carlistas, que participaron en ella en el lado franquista, denominaron a sus tercios con los nombres de las batallas ocurridas durante el siglo XIX. Así que también ondeó en algún frente la bandera del Tercio de Lácar. Recordar o representar un hecho bélico del siglo XIX no sería pues tema fácil.

Pero había que seguir contándolo. Porque las guerras tienen un envoltorio del que apenas se habla. Hay un parte de oficiales, todo un tratado de lucha militar, estrategias, condecoraciones. Vencedores o vencidos pero, ¿dónde está el pueblo? ¿Qué hay de su vida diaria? ¿Qué ocurre en aquél tiempo? Es mucha la desgracia que sucede en torno a la guerra. Los pueblos vacíos de hombres jóvenes alistados para el combate, sus graneros requisados, y los animales de sus cuadras materialmente robados para alimentar a un ejército demasiado hambriento. Había que hablar pues de esa guerra y contarla. Contar lo que no nos contaron en nuestro libro de historia de la escuela.

Hubo pues que ponerse en marcha y convencer a la gente y, poco a poco, el proyecto fue tomando forma. Hubo que mirar en el archivo concejil y allá estaban los gastos de guerra. Un montón de pagarés; por el vino, por el trigo, por los animales, por cavar tumbas para los muertos; un sinfín de recibos que posiblemente nunca se abonaron. También alusiones a esa guerra, a lo jodidos que dejaron a los vecinos que solicitaban roturar los montes para poder seguir alimentando a unas familias largas y pobres. Y también, entre tanto documento, esa carta que me emocionó.

Una madre palentina solicitaba al pueblo un justificante que certificara la muerte de su hijo en Lácar, una carta sin respuesta seguramente porque los muertos fueron amontonados y enterrados en fosas comunes.

Los amigos del Museo de Zumalakarregi de Ormaiztegi nos ayudaron, ya que ellos contemplan en su museo ese recorrido que lleva a través del siglo XIX, un siglo donde hay de todo. Hay guerras, desde luego, y muchas, pero también nos cuenta el día día de la gente, nos habla de lo cotidiano, la manera de vivir, el trabajo, el ocio,etc.

Por eso, nos pusimos en marcha, porque queríamos trasladar de una manera amable y nada belicista la forma de vivir y de morir de nuestros antepasados. Y por eso, lo primero que hicimos fue poner una estela que, según nos cuentan, se instaló en su tiempo por la memoria de un músico liberal del Regimiento Valencia, una estela con una placa que recuerda a todos los soldados, tanto liberales como carlistas, muertos aquella fría tarde del 3 de febrero de 1875.

El día 25 de junio de este 2016, pasados ya más de diez años de aquel inicio del proyecto, podemos decir que la gente del pueblo está volcada y que numerosos amigos vienen de todas partes para vestirse de soldado, aldeano o lo que haga falta para seguir contando la historia y para, así, poder trasmitir que la guerra no nos sirve para nada más que ahondar en la miseria y en la tristeza.