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Burlada, estación de paso para Mamadou Hanne

Este senegalés es una de las personas que, desde su soledad, estrena el nuevo centro de Caritas para personas en exclusión social

Burlada, estación de paso para Mamadou HannePATXI CASCANTE

burlada - Mamadou Hanne es licenciado en Pedagogia y da clases de francés en bares y cafeterías de Pamplona. Le falta homologar su título pero ganas no le faltan. No le hizo falta saltar a una patera para salir de África. Llegó con un visado de turista hace un año acompañado de su mujer con la idea de “pelear” y “prosperar”. Tiene 40 años y un problema de riñón que le hace dependiente de los servicios hospitalarios al menos tres veces por semana. Primero se alojó en un piso de Cruz Roja y hace tres meses recaló en la nueva residencia Santa María de Cáritas en Burlada, un recurso destinado a personas solas en situación de exclusión social o riesgo. Su mujer se aloja a su vez en una habitación en Pamplona. Se ven los fines de semana. “Hemos tenido suerte, los dos tenemos un hogar. Para nosotros esta residencia es nuestra nueva familia porque es muy difícil sobrevivir aquí sin trabajo”, destaca. “Somos una familia y vivimos bien”, reitera. “Hay gente que se juega la vida por venir a Europa pero aquí no hay trabajo”, asegura. “Antes sólo veías a hombres jóvenes que emigraban de su país, ahora también vienen mujeres y niños, y se encuentran con gente que también necesita aquí un trabajo”, remarca. “La juventud es el futuro pero no se quiere quedar en Senegal ni en muchos países de África aunque tengan preparación. Solo hay trabajo en el campo y en malas condiciones. Piensan que van a encontrar una vida mejor de forma fácil, una casa y un coche, pero incluso con formación es muy complicado salir adelante con la crisis porque no hay trabajo”, reitera este profesor que en Senegal llegó a trabajar como educador. “Ahora lo más importante para mí es aprender castellano y acceder a algún tipo de Formación Profesional”, abunda. Le gustaría regresar a Senegal, echa de menos a su madre y sus tres hermanos. “Para cualquier persona lo importante es mantener un vínculo con sus raíces pero el mundo es de todos y hay momentos en la vida en los que sientes la necesidad de cambiar de lugar, de viajar y aprender a vivir de nuevo”, observa. “Cuando no tienes donde comer y donde dormir buscas ayuda. En este momento estoy buscando con otro compañero apoyo del Ayuntamiento de Pamplona para tener un local donde dar clases”, expone. Mamadou domina el euskera, el castellano, el wolof africano y el peulh, el idioma que se habla en el norte de su país.

En el nuevo centro hay otras doce historias complicadas, tres de ellas africanas, otras más cercanas. Ramón está solo y tiene otros problemas para los que encuentra también apoyo. Tiene 49 años, lleva siete años parado (principalmente ha trabajado de transportista) y mientras busca un trabajo se aloja desde hace cuatros meses en la residencia de Cáritas. “Cuesta mucho encontrar un trabajo, hay mucha gente joven muy competente”, señala.

Desayuno, comida y cena, habitación con baño y “calor” humano. “Como estar en un hotel. Yo he compartido habitaciones con mala gente y aquí encuentro la paz y la libertad que buscaba”, relata.

Joaquín trabaja en el taller de empleo que Cáritas tiene junto a la nueva residencia. Tiene problemas de salud mental y ha vivido durante 30 años en residencias. No tiene vivienda ni una familia y está contento en su nueva estancia y en su trabajo de preparación de piezas para ventanas de vehículos.

El centro unificará dos centros que se habían quedado obsoletos. El delegado de Cáritas, Ángel Iriarte, dejababa ayer claro que no se trata de una residencia de ancianos sino un recurso de “acompañamiento” a personas solas, tengan o no familia, en exclusión y que implica la unificación de otros dos recursos que “no reunían las condiciones” (edificio de avenida Galicia y Recoletas). “No estamos viendo un aumento de la exclusión pero sí muchas personas que se han quedado en el agujero”, destacó.