zUDAIRE - Cuando Nerea Olazarán Juániz termine su formación como pastora la próxima primavera, será la cuarta generación de su familia en dedicarse a los oficios asociados al pastoreo en Urbasa y en el Valle de Las Améscoas. También será la primera mujer en tomar el testigo de una tradición eminentemente masculina iniciada en Zudaire por su bisabuelo Pedro, seguida por su abuelo Mariano y heredada de su padre Roberto, a la que no han sido ajenas las mujeres de la familia, como su bisabuela Eufemia, la abuela Ana Mari o su madre Miren, a lo largo de más de un siglo.

En una tarde de otoño fría y gris, Nerea, acompañada de su madre Miren, cuenta al calor del fuego en la txabola familiar de Urbasa, que tomó la decisión firme de ser pastora hace cuatro años pero que la idea la tenía clara desde pequeña y, aunque también se le pasó por la cabeza estudiar Fisioterapia, finalmente pesaron más en la decisión los viajes diarios a Urbasa con sus padres para ver el rebaño de ovejas. Reconoce que a las mujeres de los pastores siempre las han dejado de lado, “un rebaño siempre es del hombre, solo se dice el nombre del pastor y de la pastora no se dice nada”, pero el ser consciente de esta discriminación y de la dureza del pastoreo nunca le ha echado para atrás. “Los hombres hacen este trabajo y después siguen con su vida, nosotras también podemos hacerlo”, comenta decidida.

Convencer de la decisión tomada a su familia también ha sido un proceso que Nerea Olazarán también ha vivido. “Mi madre fue la primera que me ha apoyado. Me decía que si es lo que me gusta que tire para adelante. Mi padre me recalcaba que ahora lo veo de otra forma porque salgo con amigos de fiesta pero cuando se está todo el día con las ovejas no se ve igual”, aunque ella considera que las nuevas generaciones tienen una mentalidad diferente y que el oficio se ha modernizado lo suficiente como para permitir tener vida más allá del establo.

En septiembre inició el curso de formación en la Escuela de Pastores de Gomiztegi, que desde hace quince años capacita a las nuevas generaciones de pastores sobre las técnicas del oficio en las inmediaciones del santuario de guipuzcoano de Arantzazu, en Oñati. “Estoy muy a gusto, conoces diferentes formas de trabajar, formación sobre modos de alimentación con piensos o cómo gestionar el rebaño para que las ovejas no cojan enfermedades”. Tras la etapa de formación que dura nueve meses, seis de estudio y tres de prácticas en una explotación ovina, Nerea se visualiza a sí misma en Urbasa con el rebaño de ovejas, elaborando queso y abriendo una quesería en Zudaire. “Y con el apoyo de toda la familia, sin apoyo también se puede hacer pero con apoyo es mejor”, comenta ilusionada.

Actualmente son quince las explotaciones dedicadas a los oficios del pastoreo en Las Améscoas. En los últimos años se ha vivido un fuerte relevo generacional entre los pastores de la zona que han adoptado de nuevas formas de gestión, han abierto de queserías y han ganado numerosos concursos de queso a nivel nacional e internacional. Nerea será la más joven de todos ellos y la única mujer que exclusivamente se dedicará al pastoreo. “Somos una generación muy joven con muchas cosas en común, nos entendemos todos muy bien porque no es lo mismo hablar con gente mayor que hace las cosas de la misma manera desde hace años”, explica convencida.

Sobre su condición de mujer en un mundo tradicionalmente de hombres, Nerea tiene muy claro que “las mujeres podemos gestionar las ovejas tan bien o mejor que los hombres. Los pastores suelen decir esa es una marimacho porque está con las ovejas, que digan lo que quieran porque puedo estar trabajando hecha un cristo pero me voy a casa, me cambio y soy otra persona. “Y también podemos ser muy femeninas”, comenta su madre entre carcajadas. Lo fundamental es no centrar todo en el trabajo, poder seguir haciendo vida con mis amigos. Creo que se puede hacer.