En ningún caso está demostrado que la imagen de la Virgen del Camino apareciera en Pamplona ni milagrosamente, claro, ni prodigiosamente desde la ciudad riojana de Alfaro. Esa y otras teorías las cuenta en un verdadero incunable de 1929 Juan Albizu y Sáinz de Murieta en su obra Estudios sobre la parroquia de San Cernin.
La atención y fotografías captadas ayer, después de despedir en Berichitos al gran Felipe Rius, brotaron al relance de la reciente (8 de abril) Procesión histórica de San Fermín, según titula el número 4.121 de la revista La Verdad. Bajo el lema ¡La Catedral le espera y San Fermín la bendice! el santo morenico fue procesionado con gran boato, y enmarcado por una legión de estandartes, por los viejos burgos de San Cernin y Navarrería y acogido una semana al calor del corazón del conjunto catedralicio. Ayer regresó acompañado por la imagen de San Miguel de Aralar a su domicilio en la iglesia de San Lorenzo. Desde hace 96 años (6 mayo de 1922) no había salido a la calle en día distinto al 7 de julio. En aquella ocasión fue acompañado por el Ángel de Aralar y por la todavía no coronada Santa María la Real a recibir al brazo de San Francisco Javier con motivo del centenario de la canonización del patrón de Navarra. Estas reseñas sirven para mirar al lado olvidado del patronazgo femenino de Pamplona. Basta con adentrase en la obra de Albizu y descubrir cómo fue procesionada la Virgen del Camino el 25 de agosto de 1776 para inaugurar su actual capilla.
La patrona pamplonesa fue llevada en andas por cada una y todas las calles de la ciudad y la fastuosidad de su cortejo jamás ha sido superada. Albizu habla de delirante expectación, sobre todo en la entrada a la iglesia de San Cernín cuando la virgen se colocó en el trono del altar de su nueva capilla. Con anterioridad se había expuesto en el claustro de este templo y también en la capilla del Santo Cristo. Además de todo el cuerpo de la ciudad y el Reximiento en traje de gala, timbaleros, mazas, el clero en pleno encabezado por el obispo Juan Lorenzo de Irigoyen.... salió y bailó durante todo el día la comparsa de gigantes. Una comparsa cuyos gigantes fueron perifollados para la solemne ocasión. Los gigantes y cabezudos databan de 1657 y su autor había sido Francisco de Azpillaga. Tuvieron tanta aceptación popular y festiva que, tres años después, fueron prohibidos por decreto real atendiendo a las quejas de banalidad por parte la iglesia.
Más tarde, la excesiva masculinización del santoral e iconografía religiosa navarra, en especial en lo requerido a San Fermín, poco a poco fueron relegando la devoción a la Virgen del Camino a un punto que rayó en el olvido si lo comparamos con la fastuosa procesión de 1776. Los pamploneses que aún mantienen viva la devoción a la Virgen del Camino la siguen honrando con su titulo oficial de Reina y Señora de Pamplona. Ayer, de una docena de personas interrogadas, sólo tres supieron decir quién es la patrona de Pamplona. Otra muestra: a nuestro lugar público de parir, la Maternidad Virgen del Camino, ya le llegó el reduccionismo aniquilador de las siglas: CHN.
No trata el que suscribe de defender raíces o sentimientos; más bien intenta constatar una realidad en la que la titularidad y expresión antigua puede mantenerse sin perjuicio a ninguna sensibilidad religiosa o política. Se trata de poner en valor una forma de cultura y las joyas patrimoniales de Navarra. En 2015, después de muchos años, la virgen fue procesionada con sencillez por su demarcación parroquial. En la Magna Procesión Mariana Jubilar de vírgenes de toda Navarra celebrada el 16 de noviembre de 2016 la del Camino hizo terna pamplonesa junto a Santa María la Real y La Dolorosa.
La virgen y su capilla Atendiendo a la observación, a los estudios de Albizu y Sáinz de Murieta, al Catálogo Monumental de Navarra y a la propia parroquia de San Saturnino (San Cernin en idioma occitano) se afirma que la imagen de la Virgen del Camino es románica. Se trata de una virgen tallada en madera, policromada y forrada en plata. Bien restaurada, muestra un rostro pleno y equilibrado. Tiene la virtud de que lo hierático e inexpresivo de los cánones de la época no le restan una especial belleza. Huelga decir que en lares meridionales de Iberia su belleza, antigüedad y valor patrimonial estarían exaltadas hasta la desproporción.
Un retablo-cascarón churrigueresco presidido por la virgen es el protagonista principal del espacio semicircular de una capilla que queda rematada con un cascarón o cuarto de esfera donde se inscribe una gloria barroca. En la calle central del retablo se reúne la luz y la vista en un templete y camarín, enmarcados por pares de columnas. Se trata de una enorme loa barroca, casi excesiva, para esa carita románica tan sencilla con guapa.
Quien sabe si el asolerado terno blanco inmaculado y oro de la Virgen del Camino ha hecho más quites en el encierro que el propio San Fermín. Un capote, un capotillo demasiado olvidado para lo cerca que está y por su poder de embarcar tanta carga histórica y patrimonial.