ELIZONDO - A este hombre se le recuerda en Elizondo en su infancia, hace más de 60 años, con sus hermanos Francisco y Jesús (+), y su padre Vicente, todos vestidos de blanco con camiseta, pantalón y calcetines de deporte, corriendo al final de la tarde y antes de la cena familiar por el entorno de la estación del Ferrocarril del Bidasoa. Todos los días, o casi todos, animados por el pater familias que dejó profunda huella en la capitalidad del valle de Baztan por su entusiasmo e iniciativas culturales, sociales y festivas.
De esta manera comenzó su afición por el atletismo que ha seguido a lo largo de su vida y que transmitió a decenas de jóvenes, chicas y chicos, hasta el punto de que se le podría considerar el “padre del atletismo” en el valle de Baztan. Este año, precisamente, acaba de cumplirse medio siglo de sus dos victorias en los Juegos Populares Vasco-Navarros cuyas finales se celebraron en Elizondo, y fue campeón de 10.000 metros en los años setenta cuando el atletismo estaba casi en pañales en Navarra.
“Siempre me ha gustado correr y con casi 75 años (los cumplirá en enero) sigo en ello, me ayuda a mantenerme en forma aunque alejado de las competiciones”, explica. Era especialista en carreras de fondo, en 5.000 y 10.000 metros, y recuerda con cariño a Ángel Requetibate (Pamplona, 1946), su casi inseparable compañero en aquel histórico CAUN (Club Atlético Universidad de Navarra) y mejor fondista navarro entonces con doce títulos y nueve récords, muchas veces los dos sólos en las pistas cronometrándose el uno al otro en intentos de mejora de marcas.
korrikalari Jenaro Laborra nació en Sangüesa, hijo de Vicente e Isabel, y a los cuatro años se trasladó con la familia y por la profesión paterna a Elizondo, donde vivió hasta su jubilación y ha regresado ahora a “la que nunca faltó” donde mantiene con su esposa el precioso museo Casa Jenaro en el que enseña cientos de objetos recogidos a lo largo de su vida. Recuerda que en Elizondo, como conocían su afición y capacidad, tres elizondarras, Pantxo Oyaregui Tellagorri, Joaquín Leiza Txatxin y Juan Mari Ballarena Txoporro, le animaron a acudir a Ezpeleta (Laburdi) a unas carreras de aficionados que ganó.
Y en 1968, fue seleccionado de korrikalari para los Juegos Populares Vasconavarros en los compitió en dos pruebas, la de 8.000 metros, en un circuito señalizado en la Plaza del Mercado, y en soskor apustu (recogida de mazorcas de maíz) y ganó en las dos. En la primera contra Antonio Ruiz de Larrinaga, de Bargota, con una marca de 30 minutos y 12 segundos. Y recogiendo mazorcas, lo que no había hecho nunca, quedó segundo pero venció al ser descalificado el primero, Pedro Razquin, por ser profesional.
escuela Ya en 1975 y después de unos años con algunos jóvenes que “se cansaban pronto”, decidió crear una sección de atletismo en el CD Baztan con más seriedad y reunió a cerca de 40 jóvenes, chicas como Mari José Belzunegui, Koro Garmendia, las hermanas Begoña y Rosa Goñi (que batió en Toledo el récord de Navarra), las hermanas Isuskiza de Amaiur, y chicos como Manolico Olabe y Txomin Garmendia, muy prometedores todos ellos. “Recuerdo que llegué a entrenar a Idoia Mariezkurrena, luego campeona navarra de jabalina”, comenta.
Curiosamente, las opiniones que expresaba en conversación con el periodista baztandarra Gabriel Imbuluzqueta hace 43 años mantienen toda su vigencia: “Es un error demasiado extendido el concepto de que la gimnasia es una actividad apta unicamente para personas jóvenes y sanas. Tenemos el deber de conservar y cuidar nuestro propio cuerpo y entre esos cuidados tiene que concederse un lugar a la gimnasia”, sostenía y los consejos médicos insisten ahora y más que nunca en esa indicación.
Los dos coincidían, hablamos de 1975, en que “la vida actual se caracteriza por el sedentarismo”, calculen ahora. A esa cuestión Jenaro Laborra se ha negado siempre: “Durante el día, aún fuera de las horas de ejercicio, el atleta debe procurar estar en movimiento, trabajando, no hacer vida sedentaria bajo ningún concepto”. En aquel tiempo, se tenía que encargar de todo, de entrenar y buscar lugares para hacerlo, el gimnasio de la Escuela de Formación que en invierno les cedía el sacerdote Julián Mitxelena (+), el del desaparecido Colegio del Pilar, la pista, el campo de deportes y vestuarios del Colegio de Lekaroz, nada que ver con las instalaciones deportivas que existen ahora.
gimnasio olympia En consecuencia a aquella creciente actividad, a Jenaro se le ocurrió abrir en Elizondo a título personal el Gimnasio Olympia, algo impensable y una aventura entonces fuera de Pamplona, que tuvo considerable éxito ya que incluso contaba con sauna, un lujo desconocido en la comarca. El caso es que no paraba y al “padre del atletismo” en Baztan le costaba lo suyo compaginar su profesión bancaria con la práctica deportiva, y tuvo que dejarlo. A aquel tiempo le traslada una anécdota. Ocurrió que un señor que le veía correr de noche en solitario le preguntó: “¿Tú eres el que corría ayer con un pijama rojo?”. Y Jenaro, cercano a la carcajada, recuerda que lo que ocurría en realidad era que vestía... ¡un chándal!