pamplona - Las hay taurinas. Gastronómicas, deportivas, culturales e incluso dedicadas a los juegos de azar. Por haber, hoy en día hay grupos de casi todo pero lo cierto es que, en Pamplona, las peñas no se entienden fuera de los Sanfermines a pesar de que -en la mayoría de los casos- su labor vaya mucho más allá. Y es que hay tantas definiciones de peña como socios integrados en ellas pero sólo algunas dedican todo ese esfuerzo de unión, de trabajo y de interés común también a una labor social.

Como máximos exponentes de la fiesta, sus miembros luchan contra ese pensamiento colectivo que empuja a creer que se dedican básicamente a celebrar comidas, cenas de escalerica, juergas y todo ese amplio, variado y casi inabarcable programa sanferminero. Sus labores conquistan horizontes mucho más lejanos: da fe de ello Iranzu Bayo, que a sus 28 años -“no es la edad, son las ganas”- lleva ya uno al frente de la vicepresidencia de Los de Bronce.

Y allí, en Jarauta, ha establecido su segunda casa: con su peña, que es también su familia, a la que conoce prácticamente desde que nació porque era su aita quien le llevaba allí casi cada día. Quien le enseñó sus valores y tradiciones, y es que asegura que desde txiki no ha conocido otra cosa. “Nunca tuve que pensarme de qué peña ser, lo tenía muy claro. Siempre me traía, mi hermana también es de la peña y él (Luis) está conmigo en la junta. Veníamos a comer, tomábamos aquí el vermú, en Sanfermines salíamos con la txaranga? Yo siempre he hecho vida aquí”, reconoce.

Lo dice con naturalidad aunque recuerda que las mujeres no siempre han podido formar parte de una peña que se fundó allá por 1950 -los socios que conformaron el germen años antes eran trabajadores del metal, de ahí el nombre- ya con los pertinentes estatutos. Ellas entraron a través del grupo de montaña, al que también pertenecían, la primera mujer en abril del 77 y tras una votación, en tiempos en los que no tenían ni siquiera llave de la puerta, por lo que sólo podían entrar si había algún socio.

Desde entonces ha habido dos presidentas y, puestos a escribir su historia, incluso lanzaron un chupinazo. “Eso no puede decirlo cualquiera -bromea Bayo-. Fue El Tuli, que siempre ha sido muy querido, el primer año que los pamploneses podían elegir quién lo lanzaba. El socio número uno: y es que a eso no puede acceder cualquiera. Está siempre en todas las actividades y es sanferminero como el que más”, valora.

Premios Festa Fue en 2016. Un año redondo para la peña y para Bayo porque ella, que acababa de entrar en la junta, vivió también la creación de los premios Festa, de los que es presidenta. Una iniciativa que nació para dar visibilidad, precisamente, a las mujeres para su recuperación del espacio festivo que, aunque también es suyo, en muchos ámbitos les ha sido vetado.

“En mayo celebramos siempre el día del socio y se entregan unas alpargatas y un pañuelo a una persona relevante. En 2014 se lo dimos a la primera mujer de la peña, y ahí fue cuando se nos ocurrió hacer algo por las mujeres, para dar visibilidad a su papel en Sanfermines”, explica Bayo. Algo “en positivo”, puntualiza, “porque muchas veces se habla de las mujeres en las fiestas pero no de la manera, yo creo, que a todas nos gustaría. Lo que intentamos es que se vea que la mujer siempre ha estado en la fiesta y ha tenido un papel muy importante aunque no se le haya reconocido. Porque de lo que no se habla, no se conoce, y hay historias muy bonitas y de mujeres que han tenido que luchar mucho. Como peña creo que somos un pilar fundamental en las fiestas y tenemos una obligación en ese sentido, de aportar algo a la ciudadanía, no sólo charangas -que eso está muy bien- ni música o alegría. También algo cultural o social”, explica.

Para Bayo, abogada afincada en Iturrama, el cambio de verdad y el momento en el que ha sentido la peña más suya ha sido cuando entró en la junta. “He venido siempre, todo el año, pero es cierto que hasta que no entras no te inmiscuyes en absolutamente todo. Ha sido un antes y un después. Ahora para mi la peña es algo mucho más importante, ocupa mucho tiempo de mi vida, eso sí, porque yo quiero”. Asegura que una persona que no sienta y viva las fiestas, que no sea sanferminera, probablemente no pueda ser de una peña -de hecho, comienzan a prepararlos ya en enero- aunque reconoce que su labor, la que sacan adelante los 275 socios que la conforman, va mucho más allá.

“La peña es un sitio donde te sientes a gusto y donde convergen personas de todas las edades, socios de siempre y nuevos. Aunque no sean de tu cuadrilla, aquí es como si vienes a la plaza del pueblo y te juntas con uno y con otro. Vienes y sabes que siempre vas a estar acompañado, a tener a alguien”, confiesa. Y asegura que Los de Bronce llevan los colores “muy dentro”, con su pegatina en el coche, su orgullo de pertenencia. “Es un grupo de gente muy concienciado, que aparte de disfrutar también da su tiempo a los demás. Tenemos otro proyecto que es el pancartazo: una vez al año, un día solidario en el que todo lo recaudado se entrega a una asociación”, relata.

Su junta fue la primera en presentarse voluntaria, y llevan ya cuatro años en la tarea. ¿El reto? “Que ésta sea una peña de la que todos los socios se sientan orgullosos, intentar que sea un referente, por ejemplo, en el feminismo. Que haya actividades en las que los socios puedan participar y se sientan también integrados, que cada vez más gente se anime... Es algo que ya está ahí, pero se trata de ir más allá”, valora.