Ayer por la mañana en la iglesia de Otsagabia, Mariasun Azcoiti aún estaba “aturdida” por lo que sus ojos habían visto la noche anterior. “No podía creer cómo había salido tanta gente joven del río”. Se refería al espectáculo de fuego y sorgiñak en el río Anduña que por segundo año consecutivo precede a Orhipean, la fiesta con mayúsculas de Otsagabia.

Mariasun, de 84 años, con misal, rosario y mantilla, admiraba la implicación de la juventud en el programa. Y es que es una realidad que el relevo llega a Orhipean con la misma implicación que comenzó hace 16 años y nuevo impulso en el espectáculo que sustituye al pregón y precede a la rondalla del valle que adelanta la fiesta.

Ayer, antes del bandeo de campanas, Otsagabia ya había despertado dispuesto a entrar en acción. Cada cual en su papel, se lanzaban un año más a la calle para mostrar antiguas formas y costumbres de vida, pasado e identidad.

Algunas todavía perduran como la del reparto del Pan Bendito, como explicaba Tere Eseverri. “Cada casa pone dos kilos de pan cada domingo y se reparte en el pórtico, en la bandeja de madera de roble y la jaliza, paño sobre el que se posa”.

Añadía Mariasun las costumbres de llevar cera a la iglesia, blanca y negra, misas de gloria para niños o adultos, cesta grande o pequeña, según parentesco y relación, acompañada del grupo de mujeres en la iglesia: María Jesús Goyeneche, María Artoleta, Angelines Narvaiz y Marcela Eseverri.

Antiguos oficios y feria se extendía mientras por las calles y rincones en los que se podían degustar humeantes migas, (28 kilos, 8 calderos hicieron las sociedades Uxin, Gartxot y Patxi Viscarret), declaraban Santi Goienetxe y Mari Iriarte.

Junto a ellos, Iker Etxeberria y Beñat Agerre vendían “makilas”, para sufragar los gastos.

En la edición de ayer no podía faltar el clásico de la trilla. José Mari Viscarret, Patxi Barberena, José Benito Contín, Cecilio Compains, Patri Recalde, Javier Carmona, Muskilda y María Jesús Recalde, separaban la paja del grano como se hacía.

NOVEDADES La edición de este año llegó con dos destacadas novedades. Una exposición fotográfica de los y las que fueron parte de Orhipean, en los txokos donde desempeñaron su papel. “Hemos querido hacerles un pequeño homenaje por lo que significaron para la transmisión”, explicaba Sergio Itxaso, de la organización.

La segunda aportación se reservó para la tarde con la recuperación de la danza “Otsagabiako Blankoan”, el Thun Thun local desaparecido a cuya coreografía se le ha añadido una polca. “Se trata de una danza social, un baile mixto en el que van a participar doce parejas con edades comprendidas entre los 17 y los 64 años que bailarán al ritmo de gaitas locales y metales de la banda de música de Sangüesa”, relataba Jone Villanueva , también al frente de la coordinación.

Todo esto y mucho más es Orhipean, “vertebrado por el pueblo y hasta que el pueblo quiera”, apuntaba Jesús Orduna, Kabila, entre sus quesos parte activa desde el origen.

Exposición y danza. El recuerdo a las personas fallecidas que fueron parte de Orhipean estuvo presente ayer en los txokos. Por la tarde se estrenó en la plaza “Otsagabiko Blankoan” antigua danza desaparecida y recuperada.

Juventud. La juventud se suma desde la víspera con el espectáculo de fuego que parte del río y recrea la tradición ancestral de la brujería sustituyendo al pregón anterior.

jesús orduna “El impulso es totalmente popular”

Destacaba el artesano de quesos Ekia-Kabila el compromiso de Orhipean y de asociaciones concretas que hay que defender.

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La de ayer fue la edición décimosexta tal y como se viene representando con vestidos de época, y la participación del pueblo sin edad, disfrutando con orgullo del legado de sus antepasados.