assimo Listri (Italia, 1953; www.massimolistri.com) es el fotógrafo que mejor ha sabido retratar el Renacimiento. Sus obras son fascinantes. Capta los más insignificantes detalles y recupera la historia de los espacios, hace que te adentres en ellos y contemples toda su belleza. Sin duda, Listri gozaría cámara en ristre al enfrentarse al conjunto de retablos que Otsagabia alberga en su iglesia parroquial de San Juan Evangelista. Retado está el fotero italiano en las redes para sentir en sus yemas la grandiosidad arquitectónica y escultórica de la obra maestra de la villa navarra. Conjunto retablista que, silente, muestra como ninguno otro del siglo XVI, el tránsito entre las formas a candelieri y el clasicismo riguroso del Romanismo. De momento, nos conformaremos con la buena captura genérica que para este artículo ha realizado Maite Sagüés. Y valdrá lo suyo, que será mucho, la próxima serie de detalle que podrá hacer el pamplonés, arquitecto y fotógrafo de espacios arquitectónicos, Rubén Santos Albillo.

Los retablos de Otsagabia son una genial expresión de tranquilidad, con los que puedes soñar hasta la realidad a través de la perspectiva y el equilibrio: una terapia para el alma y un arma letal para cualquier caos. Detenerse y mirar esta gran obra es como la revelación de un tesoro. Una fortuna que por su época, obra y significado, es una flecha y arista fundamental por su transversalidad en el abundante y variado contexto patrimonial, natural y cultural, e histórico de la villa salacenca.

Otsagabia es un bellezón de medidas perfectas, de atributos tan abundantes como pintados por a cada paleta de todas las musas del arte y esculpidos por el pincel de un basajaun de categoría. A golpe de sueños inmortales. No es de extrañar que este pueblo inspire la enorme creatividad belenista de Pedro Díez y Pepa y Arantza Loyola reproduciendo una maqueta de Otsagabia que, en breve, quedará expuesta en un local cedido por tres vecinos cerca del ayuntamiento.

La fábula de la visita hace pocas fechas ensueña al alcalde Mikel, a la amagiltza de Muskilda Ione Villanueva y al párroco José Luis como los mismísimos Berruguete, la Tintoretta y Miguel Ángel. Este conjunto se enmarca entre las obras cumbres de la Escuela de Pamplona, cuya principales figuras fueron Miguel de Espinal y Juan de Beauves. El primero, Espinal, figura como el maestro del magnífico retablo en su traza, iconografía y escultura durante el quinquenio de la ejecución de la obra (1574-1578). Sin embargo, como bien reclama Ione, habría que destacar en mayor medida la mano de Martín de Zabalza, quien pocos años después abrochó la terna de retablos con un tan exquisito como magnífico pintado, dorado y estofado del retablo

Los tres retablos son: el principal de S. Juan Evangelista y los colaterales de Santiago (epístola) y Santa Catalina. Fueron bien restaurados en 1988.

La descripción arquitectónica de pisos y calles, y la escultórica en sus variantes arcaicas y decorativas, y clásicas miguelangelescas, queda pendiente de un análisis exhaustivo y completado con el soporte ilustrado de Santos Albillo. En esta ocasión, resumimos la obra y el bello marco de esta plaza navarra a través del enlace de todo un coro de hermes. Son los estípites con los que el maestro Espinal decora el banco del retablo principal. Figuras decorativas que hoy pudieran tener una lectura pagana y real, conciliadora entre éticas y visiones distintas, a través de su valor artístico. Lo contrario de los modos puritanos Concilio de Trento (1563) que denunciaron "veinte y seis figuras deshonestas que son monstruos medio hombres y medio bestias y los llaman por nombre hermes".

Hermes, en la mitología clásica, es el dios de las fronteras, de los viajeros y el jefe supremo de los sueños. Los hermes, y el retablo que sujetan, logran que el espectador viaje en sueños a donde cualquier disciplina cultural puede desnudarse en libertad para bailar y darse un fiestón en escenario sin propietario alguno. Hermes de todos los de Otsagabia y de quien vaya allí a soñar, disfrutando de cualquiera de sus muchos hitos patrimoniales.