Ni pintxo ni pote. No tocaba. El Casco Viejo no acogió a miles de jóvenes universitarios que se reencuentran con sus compañeros de faena con una refrescante cerveza. No. La ciudad no olvida y atardeció con las persianas de los bares bajadas y con silencio, mucho silencio. Para que se escuchara alto y claro la repulsa unánime a los comportamientos incívicos que se han expandido por las calles del centro de Pamplona en las últimas semanas. Un esfuerzo colectivo, muchos hosteleros renunciaron ayer a buena parte de la facturación semanal, con el objetivo de recuperar un juevintxo sin peleas y altercados y en el que reine el disfrute y el respeto. Cerrado por vandalismo.

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En Estafeta, una de las calles donde se concentra el poteo, todos los locales permanecieron cerrados desde las 18.00 horas con las persianas bajadas y con carteles reivindicativos pegados en los que se podían leer mensajes de protesta como "cerrado por agresión e indefensión", "cerrado, calles sin orden ni ley" o "cerrado por agresión y vandalismo". "Nos hemos hecho oír, a ver si cambia la actitud", comentaba Juan Carlos Oroz, dueño del Chez Belagua, que, sin embargo, no era optimista. "Estos comportamientos vienen de lejos, no de hace unas semanas, y se tardan años en cambiar estas actitudes", aseguraba.

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En San Nicolás y San Gregorio, la zona donde más incidentes se han registrado estos últimos jueves y viernes, todos los locales bajaron la persiana excepto el bar Kanito. Su dueña explicó que eran un establecimiento pequeño, "de tres mesas, no es discoteca y vendo pintxos, cafés y cañas". Además, argumentó, "hay que pagar los gastos. Por cerrar un día no nos perdonan el alquiler. No somos propietarios. Somos inquilinos".

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Cierre de bares en el Casco Viejo de Pamplona

En la calle Calderería la protesta casi no tuvo incidencia y la mayoría de establecimientos hosteleros de la calle decidieron abrir. Eso sí, con carteles de solidaridad con sus compañeros de sector pegados en las fachadas e incluso con tres pancartas colgadas de balcón a balcón en los que se leía "ni agresiones, ni vandalismo en nuestro barrio".

Pedro Javier Murillo, encargado del bar Infernu, explicó los motivos que les llevaron a abrir. "La problemática que se ha visto en otras calles aquí no se ha vivido. Entonces, entendíamos que cerrar por lo que se había vivido en otras calles era criminalizar a nuestra clientela, que no forma parte de ese comportamiento garrulo que hemos visto. Eso no quita que nos hayamos solidarizado con carteles y pancartas", defendió.

En la Plaza del Castillo, también abrieron cuatro bares: Iruña, Castillo, Restoarán y Napargar.

REFUERZO POLICIAL

Ante esta situación, el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, se reunió el pasado martes con representantes de los hosteleros de la capital para anunciar la formación de una mesa de trabajo en la que estarán presentes todos los agentes implicados en este problema.

Además, el Ayuntamiento les confirmó que ya se han empezado a tomar medidas para afrontar la situación generada, con un refuerzo de los efectivos de Policía Municipal en los momentos y lugares en los que se suelen producir estas masificaciones y altercados violentos.