"Se me ha caído encima la Monarquía", dice Fernán Gómez en la primera frase de Esa pareja feliz, película que ha visto hoy en el cine Moncayo la Reina Letizia Ortiz dentro del homenaje realizado por el cine club Muskaria a los tres pilares de la historia del cine español Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem y el propio Fernando Fernán Gómez. Nada podía ser más propicio que esa frase al poco de sentarse en la butaca de la primera fila del cine de Tudela. El despliegue de cuerpos y fuerzas de seguridad, habitual en este tipo de visitas y los más de 5.000 euros gastados por el Ayuntamiento de Tudela en adecentar los alrededores del cine en el Barrio de Lourdes (100 metros en cada una de las calles que limitan con el edifico, pero no más allá) llegan al extremo del absurdo: solo pintaron los aparcamientos donde dejaron los coches los responsables de protocolo o autoridades, pero al otro lado de la calle, a 10 metros, las rayas del asfalto para aparcar seguían igual que siempre, apenas se veían.

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Durante los días anteriores a la visita se puso césped artificial en los parterres, se limpió con chorros de agua durante 5 días todas las baldosas, se pintaron los aparcamientos... tal y como ordenó Pepe Isbert en Villar del Río, eso si, sin fuente con chorrito. Hubo críticas de vecinos porque solo se arregló las partes de las calles que podría ver la reina a su llegada, es cierto, pero ayer más de 500 tudelanos y tudelanas se amontonaron detrás de las vallas en la avenida del Barrio de Lourdes para, entre sonoros aplausos, gritarle "¡¡Viva la Reina!!" o "¡guapa"!. Pero quien más aplaudió a la regente fueron, sin duda, los alumnos de Secundaria de los centros de Tudela, seleccionados por los propios centros, que esperaron en el cine durante más de una hora hasta que llegó la Reina.

Todo hacía recordar a la obra maestra de Berlanga, en la que el pueblo se engalana para recibir a los americanos que traerán prosperidad. Muy similar fue la visita ayer de Letizia Ortiz, tratada y convertida más en figura mediática y del celuloide que como reina, de no ser por el estricto protocolo (que se ha de seguir si toca estar como periodista, público o participante) y por el despliegue de fuerzas de seguridad. La reina ha llegado a las 11.40, bajado del coche, saludado a los alumnos, autoridades, representantes del cine club Muskaria y alumnos que esperaban en fila. Ha entrado al cine, asistido al homenaje, visto la película, hablado con un grupo de alumnos elegidos, con el jurado, con los familiares de Berlanga, Fernán Gómez y Bardem, saludado desde la valla a algunos jóvenes durante 40 segundos y vuelto al aeródromo de Ablitas para coger el helicóptero a las 14.10 que le había traído a la Ribera y dirgirse a Madrid.

Lo suficiente para que el nombre de Tudela saliera en todos los informativos y medios de comunicación, para que la ciudad se adecentara en 200 metros cuadrados y no se hablara de otra cosa durante dos semanas. Eso sí, de los 16 medios acreditados y 46 periodistas, se han ausentado muchos nacionales (Tele 5, La Sexta y Antena 3, entre otros). La ácida comedia de Berlanga, Bienvenido Mr Marshall, se cumplía y se repetía 68 años después y en el propio homenaje del director, nada podía ser más a propósito. Justicia poética.

De su paso por Tudela deja una placa en el cine y se lleva, ya que la Casa Real se negó a que le entregaran un ramo de flores ni nada parecido, una cesta con verduras de la tierra compuesta básicamente de borraja, pimientos, calabaza, alcachofas, granadas, aceite, vino y mantecadas de Tudela. Eso, si , las obligaciones del protocolo han hecho que casi no se hablara de los homenajeados, más allá del emocionante y emocionado discurso de Ángel Alegre, pero ni los familiares han podido recordar a sus padres o abuelo, ni los alumnos preguntar sobre la película. Unos 200 alumnos que habían sido seleccionados entre los de mejor comportamiento o amantes del cine por cada uno de los cuatro centros de secundaria (Valle del Ebro, Benjamín de Tudela, Jesuitas y Anunciata) y de la ETI de Tudela. Al final ha sido un veni, vidi, vinci, mucha pompa y boato, pero el homenaje ha pasado más bien difuminado.