Quienes viven del turismo en el valle de Aezkoa no recuerdan un otoño igual. Ni siquiera una temporada entera. El flujo continuo de vehículos, el tránsito de turistas, las numerosas reservas en restaurantes y casas rurales o las constantes llamadas en busca de información de última hora reflejan una clara tendencia al alza del turismo de naturaleza atraído por visitar, especialmente, la Selva de Irati.

Aunque Otsagabia se lleve la fama, la entrada navarra a la Selva de Irati por el pueblo de Orbaizeta está empezando a cautivar cada vez a más visitantes que, no sólo disfrutan del segundo hayedo más grande de Europa, sino que también están descubriendo otros rincones igual de mágicos como la Fábrica de Municiones de Orbaizeta, la cueva de Arpea, el puente colgante de Aribe o el mirador de Zamariain.

Atraídos por la moda o por la post-pandemia, en lo que todos los negocios del valle de Aezkoa coinciden es que la temporada de 2021 está siendo extraordinaria. Ni siquiera en meses habitualmente menos populares como junio o septiembre ha cesado la actividad.

FALTA DE ESPACIO La preocupación, por tanto, no viene tanto de la afluencia de turistas sino de la aglomeración en días concretos. Y un valle pirenaico afectado por la despoblación durante la mayor parte del año como lo es el valle de Aezkoa (850 habitantes) no tiene los recursos suficientes para abastecerse de unas infraestructuras y servicios que únicamente son vitales en determinadas fechas como puentes o festivos.

Ciertamente de esa opinión es el vecino de Aribe Imanol Ubau, guarda e informador turístico en el Punto de Información de Arrazola, el cual manifiesta que es muy beneficioso que la gente visite la Selva de Irati pero lamenta que se concentre en el mismo periodo. "Ha sido el año donde más turismo ha habido de la historia. Han pasado unos 1000 coches más que el año pasado, estamos desbordados. Lo que pasa es que en otoño todo el mundo viene los mismos días y la capacidad para absorber a todo ese turismo es limitada. La gente no lo entiende y eso que vienen al sitio más bonito del mundo", admite reprobando "comportamientos muy desagradables y vergonzosos" por parte de los visitantes.

Por eso, inciden en alentar a los viajeros a buscar otras alternativas cercanas y no acudir en días concurridos y, si lo hacen, que procuren madrugar. "Cuando hay tanta gente, no se disfruta igual porque no escuchas ni los cantos de los pájaros. Por suerte, el arbolado que tenemos en Irati lo encontramos en cualquier pueblo de la zona, donde hay montón de senderos locales para hacer en días masificados", expresa.

Desde uno de los hostales más cercanos al acceso a la Selva de Irati, el Hostal Mendilatz, su gerente Malli Txapar también percibe el incremento de turistas. "Desde 1992 hemos visto años buenos, pero, sin duda, éste va a ser el mejor de todos. Ha habido una prolongación del verano, hay muchas ganas de salir y el turismo nacional se ha revolucionado e incentivado", afirma. En las casi dos décadas que lleva abierto el hostal, la manera de viajar ha variado mucho y ahora incluso aprecian el aumento de personas que viajan a nivel individual . "Antes era más estacional, pero ahora se ve que se va diversificando la oferta que da Irati como zona de espacio natural. La berrea atrae mucho, en septiembre cada vez tenemos una mayor ocupación y en octubre y noviembre tenemos la garantía de los puentes y del cambio de las hojas", subraya Malli.

REPERCUSIÓN A la hora de acceder a la Selva de Irati por el valle de Aezkoa, un lugar de paso es el pequeño pueblo de Aribe, el centro neurálgico del valle. Además de una gasolinera, cajeros y farmacia, la localidad cuenta con un bar-cafetería y un supermercado de la cadena Carrefour Express de Aribe que, en estas fechas, se queda pequeño para proveer a los habitantes del valle y a los visitantes. "Entra muchísima gente a todas horas, incluso entre semana. Estamos sin parar, casi no nos da tiempo ni a reponer. No sé si es el tiempo o la post-pandemia. Irati siempre mueve, pero como este año, nunca", resalta la vecina de Hiriberri de Aezkoa Anabel Burusco, una de las seis personas empleadas en la tienda.

Asegura que el turista demanda productos locales como queso, carne, leche o yogures, pero lo que más triunfa es, sobre todo, el pan. "Muchos no encuentran un sitio libre para comer y el pan vuela. Al final, esto está muy céntrico y es un sitio de paso. A veces hasta nos toca ser una oficina de información turística", destaca.

Uno de esos productos locales que más vende es el queso de Azalegi. Esta quesería es la más reciente de las tres que hay en Orbaizeta y de momento, la que menos fama tiene, pero venden todo lo que producen: unos 2630 quesos de oveja curados al año. Valles Legaz es quien la regenta desde hace siete años y afirma que ve pasar muchos coches desde su borda Aspiltxe de Orbaizeta, pero ya sea por desconocimiento o porque hay que hacer un pequeño giro para entrar a comprar, lo cierto es que no ha notado un aumento en la venta directa. Sin embargo, asegura que sí recibe clientes de los alojamientos rurales más cercanos y que el Carrefour de Aribe es un punto de venta importante. "Desde el supermercado me están continuamente llamando para que baje quesos, unas dos veces por semana", reconoce.

En la misma línea, los restaurantes y bares del valle se encuentran "al límite". Los siete establecimientos que están repartidos por Abaurregaina, Garralda, Garaioa, Orbara, Orbaizeta e Hiriberri no dan abasto para asumir la cantidad de demanda de reservas, lo cual hace que muchos se vayan del Pirineo sin poder probar bocado. Y es algo que difunde una mala imagen de la zona.

GOTEO CONSTANTE En la misma línea, los restaurantes y bares del valle se encuentran "al límite". Los ocho establecimientos que están repartidos por Abaurregaina/Abaurrea Alta, Aribe, Garralda, Garaioa, Orbara, Orbaizeta e Hiriberri no dan abasto para asumir la cantidad de demanda de reservas, lo cual hace que muchos se vayan del Pirineo sin poder probar bocado. Y es algo perjudicial para la imagen de la zona. "Ha sido el verano que más hemos trabajado, hemos estado al 100 % casi todos los días, aunque hay que tener en cuenta que no es el año con mayor facturación porque estuvimos muchos meses con restricciones", asevera Maite Maisterra, gerente del bar-restaurante Ibarraetxea. De forma constante han recibido clientes, incluso fuera del horario de cocina, y siempre se procura dar el mejor servicio posible. "Casi todos los restaurantes coincidimos en que hemos dado más cenas de lo habitual y en que la gente reserva con mucha antelación", remarca.

Está claro que Irati atrae y que el incremento del turismo es notable. Sin embargo, las dimensiones e infraestructuras de los pueblos son las que son y se hace difícil encontrar el equilibrio perfecto y respetuoso tanto para los negocios locales como para los visitantes. "Nuestra zona siempre es la misma y, además del otoño, hay otras estaciones bien bonitas para disfrutar de ella. Estamos trabajando, también desde los pueblos, en generar espacios donde pueda disfrutar la gente, desde centros expositivos hasta espacios para dormir", concluye el presidente de la Junta de Aezkoa Karlos Bueno.