El reloj se acerca a las seis y media de la tarde y el local de ensayo, en la primera planta de las Aulas Gorría de Cascante, empieza a llenarse de música. “Vamos a ir calentando, ¿no?”, se escucha desde el fondo. Basta un intercambio de miradas y la señal de entrada del director, Javier Bartos, para que el Cumpleaños Feliz en honor a Rosa María Burgos comience a entonarse a cuatro voces.

Son unos 25 y, juntos, conforman la Coral Cais Cantum, una agrupación que en 2022 ha celebrado su vigésimo aniversario. Para celebrarlo, ofrecieron el viernes 30 de diciembre, en el centro Avenida de la localidad ribera, un recital en inmejorable compañía. Cantaron junto a la soprano navarra Raquel Fernández y el tenor cascantino José Luis Jiménez, mientras que la música instrumental estuvo a cargo de la Orquesta Sinfonía Navarra que, de la mano, trajo al pianista internacional Rinaldo Zhok.

“Es un honor, pero, a la vez, todo un reto. Creo que, a mí, como a muchos compañeros, este concierto nos tiene tan ilusionados como nerviosos”, confiesa Eulalia Hernández, presidenta de la asociación desde este año y, a la vez, una de las voces que en aquellos primeros meses de 2002 se embarcaron en la aventura de impulsar una agrupación coral en Cascante. Como ella, buena parte de ese grupo inicial permanece. Varios son ya octogenarios y, a pesar de que peinan canas, mantienen intacta la ilusión por contribuir a la cultura local con unas voces que han ido aprendiendo a educar y a empastar de forma armónica.

Rescatar la historia de la Agrupación Coral Cais Cantum lleva a agradecer el apoyo de quien, entonces, era el concejal de Cultura, Manuel González. “Hablándolo un día con él me ofrecí como director, porque junto con un grupo de tres o cuatro más nos dimos cuenta de que, en Cascante, faltaba algo así”, recuerda Bartos, quien continúa en la dirección. El pueblo ya contaba con banda de música y, aunque históricamente se reseñan algunas iniciativas corales, estas siempre estaban ligadas a la afición de alguno de los párrocos y, por tanto, a la música religiosa.

De la mano con el Ayuntamiento se difundieron carteles y, de forma sorpresiva, los interesados se apuntaron. En marzo de 2002 comenzaron a ensayar tras una reunión inicial que sirvió, además, para pensar qué denominación escoger. “Quisimos hacer un juego de palabras con el nombre celtíbero que se daba a Cascante, que es Caiscata, y la declinación latina cantum”, recuerda la presidenta.

Todos estuvieron de acuerdo y, aunque luego ha dado algún quebradero de cabeza, por ejemplo, en la redacción de textos en ordenador o en la impresión de la cartelería, el término rápidamente caló entre una población local que siempre se enorgullece de su rica historia.

La clave: el compromiso

Hernández, Bartos y Miguel Ángel Bazo, integrante desde hace tres años y que también está en la conversación, se encogen de hombros cuando se pregunta por la cantera. “Yo que, prácticamente acabo de llegar, creo que ingresar en una coral si no se tiene formación musical previa es complicado, se necesita de mucha dedicación y compromiso para no faltar a los ensayos que son dos días por semana”, comenta Bazo.

La falta de tradición de música coral en la Ribera, donde la Jota o las bandas de música están más arraigadas, también se esgrimen como posibles causas. “Durante tres o cuatro años tuvimos un coro de niños, precisamente intentando mirar al futuro”, recuerda Bartos. Ahora las esperanzas están puestas en la posible creación de una Escuela Municipal de Música que, entre sus asignaturas, incluya el canto coral. Y es que toda iniciativa es válida si de mantener la cultura y la tradición local se trata.

El mejor ejemplo de perseverancia, además, está muy cerca. “De aquel grupo inicial, pues éramos más de 40, ya hemos lamentado varias pérdidas, pero todavía hay varios que, a pesar de tener más de 80 años, no faltan a ningún ensayo”, resaltan. Las mujeres, aunque menos que antes, siguen siendo mayoría. “Inicialmente había unas 30 mujeres y unos 12 hombres”, recuerda el director, “ellas suelen ser más abiertas para este tipo de cosas, les gusta más cantar y socializar, así que se animan más fácil”.

Además, formar parte de una agrupación así te abre la puerta a una nueva familia. “Aquí te juntas con algunos vecinos con los que, aunque seamos conocidos, a las justas habías hablado unas cuantas palabras”, explica Bazo. La presidenta, por su parte, resalta esa ilusión compartida por encontrarse con quienes comparten una misma afición: el canto.

La guinda al XX aniversario

La Casa de Cultura de Cascante ha acogido, entre el 2 y el 11 de diciembre, una exposición enmarcada en este vigésimo aniversario de la Agrupación Coral Cais Cantum. Se han podido ver fotos antiguas, obsequios, repertorios, listados… e incluso se montaron tres maniquís para mostrar, especialmente a los más jóvenes, los trajes que la coral utilizaba en aquellos primeros conciertos. De hecho, el recital que sirvió de presentación oficial, el 22 de diciembre de 2002 en la iglesia de la Asunción, ha sido rescatado y difundido por el coordinador municipal de Cultura a través de redes sociales.

La guinda, que ha supuesto un importante esfuerzo para el Consistorio que la coral agradece, la puso la actuación junto a Sinfonía Navarra que, a nivel de repertorio, contó con un guiño a la historia de la agrupación. “Entonamos Linda amiga, una pieza del siglo XVI, tradicional entre las corales, que ya cantamos en aquel primer concierto”, explica Bartos, que reconoce el esfuerzo del grupo por ensayar en tiempo récord varios temas nuevos tras los recientes compromisos de Santa Cecilia en noviembre y el Día de Navarra el 3 de diciembre.

Géneros musicales diversos sonaron ese viernes 30 en Cascante. Desde un bolero de Turrillas y una zarzuela de Gaztambide, rindiendo homenaje a la música navarra, hasta el conocido Nessun Dorma o, dada la época del año, varios villancicos tradicionales. Una actuación que Cais Cantum se planteó, también, como un impulso para encarar el 2023 con fuerzas renovadas y una invitación formal a la llegada de nuevos coralistas. ¿El objetivo? Cumplir, como mínimo, otros 20 años más.