“Raúl, sal ahí, es la última gala, la última vez que vas a cantar en este plató, por favor, asegúrate de irte contento y satisfecho con tu trabajo”. Esa era la frase que le rondaba todo el rato a Raúl Palacios por la cabeza antes de la final del concurso de Aragón Televisión Jotalent, y así lo hizo. Tanto es así que, tras tres meses de intenso trabajo, quedó en segundo lugar, solo por detrás de Lorena Margalló que, en palabras del joven marcillés de 19 años, “tiene una creatividad artística especial; sabe hacer los temas muy propios, que eso para mí tiene un valor incalculable, arriesga, y es transgresora. Compartir con ella ese momento final fue un regalo”.

El programa, que intenta acercar la jota y el folklore aragonés a todo tipo de públicos, emitió este domingo la gala final, una cita en la que, explica Palacios, había que elegir una pieza folclórica aragonesa, una jota neta, “que es una jota ortodoxa que se canta sin meter nada de tu propia cosecha”, y una jota de exhibición. Cada uno, en un sobre cerrado, escribió el orden en el que las iba a interpretar ya que, en la primera ronda se decidía al 6º clasificado (Samuel Navarro) y no cantaba más, en la segunda ronda decidían el 4º y 5º clasificado (Héctor Añón y Ana González respectivamente), y en la ronda final, el 3º puesto (Elisa Huerva) y el segundo y primero. “Mi estrategia, dado que mi forma de cantar muchas veces se va al estilo navarro, fue un poco a la defensiva. Dejé la jota neta para el final porque me daba miedo que jugase en mi contra. Me dejé asesorar mucho así que canté Caminito de Monlora, después Aunque no sea verdad’ y Quieren que cante”.

“El subcampeonato me parece un triunfo total, estoy súper satisfecho. No tenía muchas expectativas, pero tampoco nada que perder; es un reto que he superado gracias a Sergio Sanz, Sergio Aso y Amparo Nogués, los profesores”.

Junto a él estuvieron algunos de sus seres queridos como sus padres o un par de amigas joteras; “a mí me hubiese gustado llevar a muchísima gente pero un plató no es un teatro”.

Apoyo incondicional

En Marcilla la final se retransmitió en directo en el salón de actos del castillo y ahí, además, le hicieron un pequeño homenaje en el que le entregaron flores, una placa y un castillo de bronce. “He tenido un apoyo incondicional; mi objetivo, aparte de reivindicar el papel de la jota, era llevar el nombre de Navarra y Marcilla por todo lo alto, y así ha sido. Esos ánimos eran alimento para el alma porque el nivel de exigencia y trabajo era muy grande y el desgaste físico y mental se iba notando”.

Aunque ha habido “momentos en los que quería tirar la toalla, el aprendizaje ha sido incalculable y no puedo sino agradecer el esfuerzo del profesorado por cómo, desde el respeto y la horizontalidad en la comunicación, apostaban por una personalización de las canciones; que te dejen transgredir y fomentar la creatividad es un regalo”.

En esta línea, Palacios insiste en que es “de extrema urgencia que las instituciones se comprometan a dignificar definitivamente la jota navarra como parte de nuestra identidad y darle el posicionamiento que se merece. Nombrarla Bien de Interés Cultural fue un paso muy grande, pero no sirve de nada nombrarla y dejar que coja polvo en una esquina; hay que seguir construyendo en torno a ella”.

Raúl, que desvela que dudó en sí apuntarse o no al concurso, afirma que no se arrepiente de nada y que seguirá vinculado al escenario. Además concluye alegando que: “Vida solamente hay una y tenemos que hacer todo lo posible por vivirla con plenitud; nos arrepentimos más de las cosas que no hacemos que de las que sí”.