“Un reconocimiento a quienes lo merecéis todo, porque sois ricos en sabiduría y maestros de vida. El mayor don de Dios es la vida y aceptar el paso de los años y saber envejecer debe ser motivo de gozo interior”: El prior de la colegiata de Roncesvalles Bibiano Esparza rendía así su particular reconocimiento a los más de 330 socios de la Asociación de Jubilados Nuestra Señora de Orreaga en la celebración de su día grande. “Sois insustituibles para la vida de la familia, y no hay más que ver la acogida y solidaridad de los abuelos hacia sus nietos y la alegría y esperanza que transmiten los pequeños hacia sus mayores”, resaltó durante la homilía en la que desde la asociación se rindió homenaje a los cuatro matrimonios que este año han celebrado sus bodas de oro: Jesús María Larrañeta Elizondo y María Jesús Barberena Iragui de Garralda, Francisco Javier Goicoa Juango y María Rosario Iribarren Urreta de Burguete, Bernardo Urtasun Urrutia y Elvira Merino Iriarte de Aurizberri-Espinal, y Josetxo Lazkoz Urrutia y María Isabel Lerga Azurza de Mezkiritz.
También desde la asociación que preside Esther Urbeltz se entregó un galardón (placas y flores) a los diez octogenarios que a lo largo de este año cumplían los 85 años de edad: Joaquín Erneta Villanueva, Ángela Espinal Espinal, Juan Esteban Paternain Oroz, Socorro Martínez Iturri, Narciso Villanueva Zugarramurdi, María Ángeles Iriarte Laurenz, María Dolores Goyenaga Villabona, Marisol Elizagaray Larrañeta, Eugenio Doray Jaime y Victor Jauquicoa Iribarren. Mención especial también recibió la centenaria de Orbaitzeta Gregoria Egurce Goicoa que no pudo estar presente pero se llevó un ramo de flores de manos de su hija Esther Zabalza. Una celebración a la que puso el broche de oro las voces -y instrumentos- del coro Auzperri Abesbatza de Espinal/Aurizberri dirigido por Begoña Almirantearena que ofreció seis piezas de su variado repertorio en un emocionante concierto que recibió una fuerte ovación por parte del público.
La jornada festiva y de hermandad entre vecinos de los valles de Aezkoa, Erro y Artze, y los pueblos de Auritz-Burguete, Orotz , Roncesvalles-Orreaga y Luzaide-Valcarlos, tuvo continuidad con una comida popular en el frontón de Auritzberri-Espinal donde volvieron a reencontrarse un año más varias generaciones que siguen derrochando alegría, entusiasmo y sobre todo mucha vitalidad.
50 años de respeto, comprensión y mucho amor: es el secreto que revelaban los matrimonios que han compartido más de media vida juntos. Javier Goicoa, de 76 años, conoció a la que sería su futura esposa en la escuela de Orbaitzeta; permanecieron ocho años de novios hasta que se casaron con 27. El que sería conductor de camión, bombero, voluntario en la Escuela de Seguridad y tablillerro comparte con Rosario Iribarren dos hijos y un nieto. También de Orbaitzeta, de la fábrica de armas, es Jesús María Larrañeta, de 77 años. Conoció a su mujer María Jesús Barberena en Garralda mientras trabajaba en el monte, ella pasó con el ganado y se cruzaron en la carretera. De ahí surgió la primera chispa. Tuvieron dos hijos y cuatro nietos, y confiesan que ha habido mucho respeto entre ellos para mantener viva la llama del amor.
Elvira Merino, de 81 años, nació en Abaurrea Alta, trabajó durante muchos años en Francia en el servicio doméstico, un periplo profesional en el que destaca el mantenimiento de un castillo señorial. Bernardo Urtasun era de Espinal, en la discoteca de Garaioa se gustaron y han seguidounidos hasta hoy. “Hay que ceder las dos partes para que el matrimonio funcione”, asegura quien ha vivido con sus suegros durante muchos años y le ha tocado trabajar en el campo. “Pocos jóvenes habrá que estén dispuestos a sellar un compromiso así pero realmente es bonito si es una elección libre”, admite.
Josetxo Lazkoz y Maribel Lerga, de 87 y 86 años, se vieron por primera vez en la sala de fiestas de Zubiri. Maribel, natural de Eslava, acudió con una amiga suya de Garaioa. Le gustaba cantar y bailar, y aquella alegría conquistó el corazón de Josetxo, de Mezkiritz, que trabajaba en el campo con las tierras y el ganado antes de ser guarda del Valle de Erro. Tenía varios conocidos por el pueblo de Garioa y pico y gracia no le faltaban al valderrano. Así comenzó su historia de amor en la que ha habido mucho cariño, entrega, en la salud y en la enfermedad, y complicidad. Historias como la de Socorro Martínez, de Burguete. Conoció a Luis Villanueva en Auritzberri en la boda de una prima carnal que se casó con un hermano del que iba a ser su futuro marido. Volvieron a verse en otra boda, de Nieves de Garralda, cuyo padre fue a América de pastor con el que iba para suegro. Hubo que esperar a una tercera boda para que arrancaran como pareja. Cinco hijos y cinco nietos forman parte de hermosos momentos que conserva con una memoria envidiable.