El día ha salido redondo, de 10, y eso que solo ha sido el primero de las cuatro jornadas de ferias caballares que los marcilleses y marcillesas celebrarán este año. Miles de personas se han acercado a la localidad ribera para disfrutar con los variados y ajustados actos que han organizado para la ocasión desde el Ayuntamiento en colaboración con un grupo de aficionados del municipio. Además, y desde este mediodía, esta cita ha pasado a denominarse Feria del Caballo ‘Benito Aguerri’ en honor a uno de los impulsores. Su hijo, Txomin Aguerri, no podía sino mostrar su agradecimiento y emoción en nombre de toda su familia.

A las 10.00 horas ha abierto sus puertas la feria de ganado en la campa Príncipe de España con la presentación de las diversas razas de caballo como, por ejemplo, las navarras (jaca navarra, burguete y pottoka) así como de las ovejas, vacas y bueyes, entre otros.

Las calles del casco urbano se han llenado de puestos de artesanía y gastronomía que, a las 11.30 horas y solo durante unos segundos, se han quedado vacíos puesto que todos los allí presentes se han acercado a ver la llegada de las vacas y después de los potros de la trashumancia guiados por los jinetes y amazonas.

Feria del caballo en Marcilla: llegada de la trashumancia

Feria del caballo en Marcilla: llegada de la trashumancia María San Gil

Ejemplares top

Pero si algo han puesto en valor los caballistas locales, eso ha sido la exhibición de seis ejemplares que ha habido en la antigua plaza consistorial. “Estos caballos son de primera categoría; animales que no se ven en muchos, muchos kilómetros a la redonda”, contaban. Allí ha habido tres lusitanos (uno tordo, uno castaño y uno albino), dos luso árabes y un árabe puro. “Dos de ellos están criados en Figarol, pero mira cómo los han traído, es impresionante, están niquelados; limpios, con los cascos impolutos, trenzados, e incluso sin pelos en las orejas. Animales de esta categoría no habían venido aquí y es muy difícil verlos en ferias”.

A las 10.45 horas ha habido una exhibición de saltos con el Centro Ecuestre El Carmen, así como una demostración de herraje con Emilio Marín, y una de forja. Tampoco han faltado los paseos en carros tirados por bueyes y en calesa.

“Son muchos años trabajando para llegar a esto y la idea es que no se quede así, sino que siga creciendo”, comentaba el propio Txomin. Cada año se intenta mejorar; esta vez, por ejemplo, se ha puesto un autobús gratuito para que vengan desde Peralta, Falces y Funes. Está claro que lo que funciona es el conjunto de todo porque en cada edición se intentan traer cosas nuevas pero también hay que repetir”. 

En esta ocasión, relataba, también ha habido un apartado de ovejas con perros así como reining (un tipo de monta western), QH Paint Horse y doma vaquera.

En cuanto al origen de las ferias, la compra venta de ganado, “es algo que se mantiene, pero ya no es tan importante si funciona o no. Si se vende, mejor, aunque es difícil. Nosotros tenemos un derecho de feria y eso no lo vamos a perder; hay que seguir por toda esta gente que viene y, eso sí, esto no sale sin el Ayuntamiento y sin un montón de gente que desinteresadamente pierde mucho tiempo para que salga adelante”. De hecho la idea es mantener una reunión en cuanto acaben estas jornadas festivas para ver qué se puede mejorar y cómo se puede impulsar, durante todo el año, el turismo en la localidad a través de la figura del caballo.

Honores a Benito Aguerri

A las 14.00 horas ha tenido lugar un pequeño acto con el que se ha renombrado la feria en honor de Benito Aguerri que, tal y como ha contado su hijo, “no era de Marcilla, era de Pitillas, pero la verdad es que sintió Marcilla como suya y se volcó siempre con la feria; él, junto con un grupo de personas, fue el gran impulsor”.

En este sentido apuntaba que “estaba constantemente diciendo que teníamos que salir nosotros, los de Marcilla, con los caballos a la calle, que si no lo hacíamos nosotros, quién lo iba a hacer. Además, rifábamos un caballo, y tenía una afición inmensa. Para mi familia es un honor”. De hecho, y visiblemente emocionado, explicaba que el día de su funeral, hace dos años, “se reunieron muchísimos caballistas sin nosotros saberlo y acompañaron al féretro hasta la iglesia”. 

Después ha llegado la hora de comer paella y de disfrutar de la música.