El pintor uhartearra Patxi Buldain Aldave ha fallecido esta mañana a los 96 años de edad dejando tras él un extenso legado de más 100 exposiciones individuales. El que ha sido un referente de varias generaciones de artistas contemporáneos supo adentrarse en la esencia del arte desde la libertad creativa y con un espíritu anárquico desafiando a un mundo que -reflexionaba- no entiende siempre de justicia, de belleza o de talento. Un pintor rebelde que experimentó con diferentes lenguajes (expresionismo, surrealismo...) sobre la figura humana, un hombre comprometido con su tiempo que deja su sello en la Wikipedia, en Euko Ikaskuntza, Euskonews pero, principalmente, en el corazón de todos los y las huartearras. En 1948 se exilió en Francia, tras negarse a alistarse en el ejército. Vivió en París donde pudo ver las obras originales de Manet, Cezanne o Matisse. También conoció a Albert Camus y Sartre. Inició sus estudios artísticos en la Grande Chaumiere Academia (París), donde colgó por primera vez sus cuadros. También participó en una exposición en la Academia de Picasso.  Patxi Buldain decide regresar a España en 1969, donde es un perfecto desconocido mientras las grandes galerías europeas se han disputado el honor de colgar sus óleos y mostrar sus esculturas durante veinte años. En 1972, el fin del franquismo estaba muy cerca, y dado que no tenía ningún delito de sangre, se instala en Huarte, ahí desarrolla intensamente su trabajo hasta hoy. Difícil de encasillar en ninguna tendencia, A principios de los años 1990, Patxi Buldain instaló su fábrica en Uharte, junto al río Arga. Rodeada de huertos y manzanos, el artista construyó ese edificio él mismo y lo llamó “Monasterio del Manzano”. Desde 1955 hasta los últimos días, el artista ha representado “su total libertad de creación y su pasión por la experimentación en pintura, escultura, herrería o obra gráfica”. El trabajo de Buldain se basa en su imaginación. Destaca que “hacer lo mismo una y otra vez me enferma”. Durante todo este período su pintura ha sido una búsqueda constante. “No puedo quedarme quieta, tengo que seguir investigando y creando, la pintura en sí me lleva a nuevas formas”, aseguraba el artista. Por ello utiliza diversas técnicas y materiales.

Sus obras se exponen en los museos de París, Granada y Navarra. Otros trabajos se encuentran dispersos por todo el mundo, en colecciones privadas. Además, la Fundación Huarte Buldain fue fundada en 2003 por decisión del Ayuntamiento de Uharte y la familia Buldain. Cerró sus puertas en 2012. La obra quedó entonces en manos de la familia Buldain tras frustrarse por motivos económicos el acuerdo de compra-venta que se inició con el Ayuntamiento de Huarte pero que finalmente no llegó a materializarse. 

El mundo real, material, diurno, no satisfacía del todo a Patxi Buldain (Pamplona, 1927) tal y como reconocía en 2009 en una entrevista que le hizo la redactora Paula Etxeberria. “Para lo que hay que ver en este mundo, la escasez de todo... mejor es soñar. Yo sueño por la noche y también sueño despierto. Y a veces me pongo el despertador a las dos o tres de la mañana para acordarme de lo que he soñado. Lo que no me gusta es que el despertador suene por las mañanas, pero por la noche sí”, señalaba el artista, que consideraba ese momento “un descanso para el cerebro por el que todos pasamos”. “Y al despertar, empieza la vida. A unos les va bien y a otros mal... Los sueños de la razón muchas veces producen monstruos, otras veces cosas más agradables... es una historia eso de los sueños, cada uno es un mundo”, añadía.

Hace apenas dos años que la Filmoteca proyectaba el documental Patxi y Un nuevo comienzo, dirigida por Ezequiel Degastaldi, en homenaje a un artista emigrado a París que durante los años 60 vive su mayor época de esplendor, compartiendo experiencias con artistas de la talla de Picasso, y que vive sus últimos años “enfrentando el aislamiento y el olvido”. “Patxi, un creador heterodoxo que obtuvo el reconocimiento de sus coetáneos en la capital francesa, vio modificada su carrera al regresar a su tierra natal. La totalidad de su obra, tras el cierre de la fundación que la albergaba, corre el riesgo de quedar en el abandono. Actualmente, sus pinturas han terminado colgadas en su casa o embaladas y almacenadas, sin que nadie pueda contemplarlas. No obstante, a sus 92 años y aferrado aún a sus ideales anarquistas, Patxi continúa acudiendo a su pequeño estudio para seguir creando y perder la noción del tiempo”, recoge el prólogo.

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