Imagínense que están delante de miles de personas y el jurado les dice que en unos segundos deben recitar unos bertsos con unas rimas y métricas concretas sobre la guerra de Palestina o que se han encontrado con su padre de fiesta y les da vergüenza cómo baila.

“El momento de mayor tensión es cuando te dicen el tema. El bertsolari se convierte en un funambulista que camina sobre la cuerda floja. Te puedes bloquear o que se te ocurra una rima que evite la caída. Ese miedo, esa tensión y ese riesgo que corres genera una adrenalina muy emocionante en tu interior. El placer de la creación es enorme”, confiesan los navarros Saioa Alkaiza y Joanes Illarregi, dos apasionados del bertsolarismo, el arte de cantar en verso de manera improvisada. 

Joanes se apuntó a la bertso-eskola de Leitza con siete años. “En mi casa se escuchaban bertsos en la tele y en la radio, me llamaba la atención y quería probar”, recuerda. Los padres de Saioa no sabían euskera, pero apuntaron a su hija al modelo D para que “conociera una de las lenguas propias de Navarra”.

De txiki, Saioa leía poesía, se fijaba en la sintaxis de las frases y en sexto de Primaria, Estitxu Arozena, profesora de bertsolarismo, dio a su clase un taller de improvisación en euskera.

“Nunca había oído hablar de la bertsolaritza. Me pareció muy divertido que te presentaran una situación y que a partir de esa base tuvieras que desarrollar unos versos con una métrica, una rima y una melodía concretas. Me enganchó el placer que da empezar de cero y crear algo que transmita”, relata Saioa, que se apuntó a la bertso-eskola de Antsoain.

En la bertso-eskola el profesor les enseñó la técnica del bertsolarismo: juegos de palabras, sinónimos, rimas, métricas, figuras retóricas, melodías...

“Es como el atleta. Si entrena, cada vez correrá mas rápido y conseguirá mejores tiempos. Si practicas todas las semanas, al final improvisas con más facilidad”, comenta Joanes.

“Nosotros improvisamos, como en el teatro o el rap, pero detrás hay mucho trabajo. Los bertsolaris tenemos cuadernos llenos de rimas, sabemos bertsos de memoria y anotamos las palabras que nos gustan”, ahonda Saioa. 

Además de la parte técnica, los bertsolaris deben estar muy informados de la actualidad, tener una opinión forjada y saber expresarla con unas rimas y métricas específicas. “El jurado te puede pedir que recites sobre cualquier tema”, insisten. 

Joanes y Saioa se formaron en la bertso-eskola hasta los 17 años y comenzaron a participar en competiciones juveniles. “Me gustó la sensación de cantar delante de tanta gente. Cuando el jurado te dice el tema, hay unos segundos mágicos en los que todo el mundo está callado mientras piensas los bertsos”, describe Saioa.

En la actualidad, ambos recitan bertsos con 4.000 personas escuchándoles. “Impresiona e impacta, pero a partir de un número concreto ya solo ves una masa y tú estás absorto en tu mundo, estás creando, no piensas que te vas a quedar atascado. Además, el público es muy respetuoso y nunca hay críticas. Si un bertsolari falla o se traba, la gente te anima porque entiende que están contemplando un ejercicio de improvisación”, afirma. 

Ambos bertsolaris están impresionados con el crecimiento de estos eventos. En diciembre, el Navarra Arena se llenó para el Campeonato de Bertsolaris de Nafarroa y al de Euskal Herria acudieron 14.500 personas. “En un mundo en el que todo es videoclip, Auto-Tune y Tik Tok; hay que poner en valor que esté teniendo éxito un arte que solo parte de la palabra y la métrica”, destacan. 

Joanes y Saioa matizan que el bertsolarismo va más allá de las competiciones y que se emplea en ámbitos muy diversos: “Se está saliendo de los estilos acartonados. El bertsolarismo es un arte contemporáneo muy vivo que tiene muchas formas de ser. Realizamos exhibiciones, como si fuesen pequeñas representaciones teatrales, durante un poteo, una comida, una charla sobre el duelo o en el museo del carlismo en Estella. Tienes que tener muchos recursos porque un día estás haciendo chistes sobre ensaladas y al otro dando tu opinión sobre el conflicto de Palestina”.

Profesores de euskera

Saioa ha cerrado el círculo que se abrió en sexto de Primaria y se ha convertido en profesora de bertsolaritza en Nafarroako Bertsozale Elkartea. A las mañanas da clases de improvisación en los colegios de modelo D y a las tardes le toca bertso-eskola.

Tengo gente desde 20 hasta 75 años. Es muy bonito ver cómo cualquier persona puede convertir su pensamiento en verso”, confiesa. 

Joanes es profesor de euskera e inculca a sus alumnos que es una lengua “que no solo sirve para la escuela, sino que es una vía de diversión y de expresar lo que piensas. La bertsolaritza es un valor inmaterial que debemos defender”, aboga.