Con cambio de fecha y de escenario, Arroces del Mundo volvió el domingo a ser lugar de encuentro de diferentes culturas que conviven en Altsasu, con cientos de personas que se acercaron al espacio cubierto de la explanada de Iortia a esta fiesta de la diversidad. Después de siete ediciones en el marco de las fiestas de septiembre, esta cita que organiza el servicio Anitzartean de la Mancomunidad de Sakana junto con Harrera Harana, Servicios Sociales de Base y el Instituto de Altsasu se decidió que tuviera identidad propia y sacarla de la programación festiva. La fecha elegida no es casual, el domingo más próximo al 21 de mayo, día internacional de la diversidad cultural. 

 “El cambio ha sido un acierto total. En fiestas coincidía con otras actividades y pensábamos que ello podría restar participación de personas o grupos”, apuntó Bego Cestau, de Anitzartean. Asimismo, destacó que se realizaron propuestas de mejoras, como introducir danzas, y varias personas se mostraron interesadas en apuntarse. “Se puede colaborar de diferentes maneras, no solo cocinando”, observó.  

Ayer participaron una decena de grupos: Sakana Harrera Harana, Senegal, Siria, Rumanía, Nicaragua, Instituto de Altsasu, Apyma de Zelandi, Altsasu y dos de Marruecos. Además, el grupo de pensionistas preparó una paella para todos los participantes. Khaled Abou Sapam y Feryal Almahmoud, de Siria, era la primera que participaban en esta iniciativa. Y es que llegaron a la villa el pasado año. Prepararon mutabal, un plato típico de su país. El principal ingrediente era la berenjena asada, reducida a una textura cremosa, acompañada de verduras, carne y granada. 

Khaled Abou Sapam y Feryal Almahmoud, de Siria, prepararon mutabal. N.M.

Más experiencia tenían los rumanos Iren y Daniel-Ion Aparaschivei, que viven desde hace 18 años en Altsasu y han participado en los ocho ediciones. En esta ocasión prepararon arroz con setas del bosque. “Somos de una zona montañosa en la que se dan los hongos. Es un plato de temporada”, apuntaron. Georgina de los Ángeles Pastrana Cabrera, nicaragüense que vive en Altsasu desde hace seis años, era la segunda vez que participaba, Preparó gallopinto, arroz con alubias con tortitas de maíz, talos como ya los denomina. 

Georgina Pastrana, de Nicaragua, cocinó gallopinto. N.M.

Con el fin de reducir la generación de residuos, se debía comprar un plato y un tenedor al precio de un euro. Se vendieron casi 300 para una especie de catering en la que se pudo degustar sabores del mundo, con diferentes recetas de arroz pero también de cuscús, albóndigas vegetarianas o bonito con tomate entre otras. 

El arroz, el alimento más universal, era la excusa de esta iniciativa que va mucho más allá de lo gastronómico con el objetivo de facilitar la interactuación de vecinos y vecinas para conocerse y de esta manera, desmontar y desactivar prejuicios y rumores que perjudican la convivencia