La laya es una herramienta de origen medieval compuesta por un mango de madera y unas horquillas de hierro que se utilizaba para airear y sembrar el campo. Como consecuencia del tiempo y de los avances tecnológicos, muchos de los txikis de Gares desconocen la forma en la que vivían sus antepasados; al menos hasta que llega septiembre con la típica Carrera de Layas. Este domingo ha tenido lugar la 41ª edición, que ha contado con la participación de 47 adultos –los ganadores han sido Ander Ollo y Amaia Satrustegi– y siete niños y niñas de entre 6 y 10 años.

Este juego se popularizó en el año 1983, cuando una cuadrilla del pueblo vio estas herramientas que ya nadie utilizaba y les pareció una buena idea aprovecharlas para hacer carreras entre ellos. “Fue tal el éxito que llevamos 41 años repitiendo el proceso. Cada año es mejor porque vemos que cada vez se animan chicos más jóvenes que están emocionados por jugar y conocer algo mejor sus raíces, uno de los organizadores de esta actividad”, ha señalado Koldo Colomo, de la asociación Nafar Laiariak, organizadora de la carrera.

Los requisitos necesarios para competir eran una laya –la organización prestaba algunas fabricadas en la actualidad, pero para ganar era indispensable caminar sobre una de las antiguas, que fueron producidas en el siglo XX, ya que pesan más y es más complicado realizar los movimientos– y utilizar el traje tradicional “porque no es lo mismo moverse con abarcas, donde el pie sufre más, que con botas de monte”, ha asegurado Colomo.

Así que, con todo listo, los participantes se han dividido en dos tandas para poder realizar el recorrido de 100 metros en plena calle Mayor. Los cuatro primeros de cada ronda se clasificaban para la final. Ha sido bastante arduo para la mayoría de los concursantes, ya que “las condiciones del pavimento de la calle no son las mejores. Los adoquines no están bien y hay arenilla en las grietas. Tenemos que conseguir que se arregle porque, de esta manera, tendrá lugar una carrera mucho más bonita y segura”, ha sostenido.

A diferencia de otros años, en esta ocasión ha destacado la asistencia de gente procedente de localidades como Biurrun, Berriozar, Mañeru y Artajona, quienes también celebran su carrera de layas por San Saturnino. “Es cierto que es una celebración que llama a la gente, pero, por lo general, siempre participan los vecinos del pueblo y poco más. Estamos muy contentos porque eso significa que estamos ganando popularidad y que se está dando a conocer nuestra historia”, ha comentado.

Los cuatro primeros que llegaron a la meta en la carrera masculina han sido, en orden, Ander Ollo, Igor Orbegozo, Aitor Satrustegi y Raúl Ochoa, todos vecinos de Gares. Por otro lado, Amaia Satrustegi, Sara Rodriguez, Andrea Alduán y Miren Lamberto han sido las cuatro clasificadas que hicieron el recorrido en el menor tiempo posible. 

En cuanto, a los chicos y chicas de entre seis y diez años que participaron en la carrera txiki, que ha tenido lugar a las 13.30 horas, han sido Kris Ripodas, Naiara Ripodas, Mikel Irurzun, Eneko Irurzun, Ona Colomo, Oier Goñi y Ion Unanua. “Los críos lo ven como un juego de equilibrio; es muy divertido para ellos. Luego les ofrecemos una parte más cultural y folclórica, en la que les presentamos el instrumento y les explicamos para qué lo utilizaban sus antepasados. Eso también lo disfrutan. En días como este, miran todo con mucha ilusión”, ha reflexionado.

La laya se ha convertido en un objeto decorativo, un juego y un instrumento con el que dar zancadas y poder bailar. De esta manera, a través de esta herramienta se recuerdan las historias del pasado a la vez que se abre a una nueva vida, a la de los descendientes de quienes las utilizaron por primera vez.