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Un relevo generacional y la misma pasión por el taekwondo

Luis Miguel Morales sustituirá a Iñaki Alducin al frente de la sección de taekwondo del Club Beriáin tras 20 años de servicio como profesor

Un relevo generacional y la misma pasión por el taekwondoOskar Montero

Luis Miguel Morales e Iñaki Alducin saludan al entrar al tatami aunque no haya nadie. Lo que puede parecer una reverencia al vacío es una muestra de disciplina inquebrantable. Llevan toda la vida vinculados altaekwondo. Alducin empezó a los 17 años. Hizo sus pinitos en la competición, se enfrentó a un campeón del mundo de su peso que le venció 3-1 y comenzó a entrenar. Ahora, con 64 años y tras 20 llevando las clases del Club Beriáin, le toca despedirse: “¿Pena? No porque está Luismi. Sé que lo va a hacer bien, está en su mejor momento”. Seguirá llevando el entrenamiento de las personas mayores.

Morales, del pueblo de toda la vida, empezó a los 7 años en el club. “Acababa de abrir y todos los chavales entraron a probar”, recuerda. Desde entonces y desde que se sacó el título de entrenador, ha pasado por Berriozar, la Universidad de Navarra, el Valle de Egüés y la selección navarra. Pero a sus 49 años quería volver a casa a cerrar el círculo. “Siempre estaba con la espinita de "yo quiero Beriáin. Cuando Iñaki se aparte espero que piense en mí’”. Y Alducin no dudó: “He tocado otras puertas pero hasta que tú no me respondas no les voy a decir nada”. Y no tocó más. Sus currículums en taekwondo son impecables. Tanto que hablan por sí solos. El taekwondo no se queda en el polideportivo, para ellos es una filosofía de vida: “En una entrevista de trabajo me preguntaron ‘¿tú haces artes marciales? Se te nota’”, recuerda Morales.

Entre ellos también han estado ligados siempre. Alducin fue profesor de Morales cuando este era pequeño. De hecho, se sacó el cinturón negro con él como entrenador. “Es el mejor combate que le he visto”, reconoce Alducin. Sin embargo, el aprendiz nunca ha podido con el maestro. Morales no duda en reconocer que Alducin ha sido superior las veces que se han medido en entrenamientos: “No le hacía sombra yo”, recuerda.

El pasado 11 de junio, en un acto especial en el Club Beriáin, le pasó el testigo de manera oficial. Acudieron los chavales a hacer una exhibición y el Ayuntamiento le concedió a Alducin una placa conmemorativa por su labor al frente del club todos estos años. Un día emocionante. “Soy duro de pelar, pero los sentimientos me fluyen. No me importa llorar delante de quien sea. Soy humano”, admite Alducin. Es lo que tiene juntar una despedida y una bienvenida.

Iñaki Alducin en el Club de Beriáin.

Muchos años de profesores

Durante todo este tiempo en el que han estado dando clases, el taekwondo ha cambiado. “La competición es mucho más exigente. Te tienes que adecuar a esa demanda, si no estás fuera”, reconocen.

La situación en Navarra tampoco es igual. Hace unos años, se eliminó la selección cadete. Morales, con experiencia en la selección, cree que para que el taekwondo de un paso más aquí hay que cuidar mucho más la cantera: “Tenemos chavales con proyección. Son el futuro. Hay que darle una vuelta”.

“Lo que más me enorgullece es que vas por la calle, te paran y te hablan. Eso es que has dejado una huella positiva”

Iñaki Alducin . Entrenador de taekwondo

Y para ello, es importante entrenarles desde pequeños y ayudarles a gestionar la presión de la competición. “En esos momentos somos uno. Hay que lograr que ese dos sea uno cuando estemos en la pista”, asegura Alducin. Lleva 20 años entrenando y reconoce que se acuerda de la mayoría de los chavales que han pasado por el Club Beriáin. “Lo que más me enorgullece es que vas por la calle, te paran y te hablan. Eso es que has dejado una huella positiva. Es muy bonito”, admite. Su implicación es lo que les ha llevado a esto. Es uno de sus grandes réditos, porque los viajes para competir y la burocracia hacen que no obtengan rentabilidad económica.

Morales ha tenido otro gran logro. Ha conseguido, sin él forzarlo, que su hijo herede el gusto por el deporte de su padre. El 31 de mayo obtuvo el cinturón negro, o lo que es lo mismo, el primer dan. Su padre tenía claro que cuando ese momento llegase él tenía que haber obtenido el tercero, requisito para certificar exámenes de primer dan: “Yo tenía muy claro que lo tenía que firmar yo. El primero de mi hijo tenía que llevar mi sello. Es un orgullo”.

Honestidad, arte y liberación son las palabras que utilizan para describir el deporte al que tantos años han dedicado. El Club Beriáin va a seguir en buenas manos. Cualquiera diría que Alducin lloró desconsolado cuando le desapuntaron de fútbol a los 17 años. Las vueltas que da la vida.