Daniel Aristu Rebolé (Pamplona, 28.6.1980) dirige la Banda de Música de Lumbier desde hace 25 años y ejerce los mismos de profesor de Trompeta en la Escuela de Música Municipal Joaquín Larregla, de la que a su vez cuenta 20 como director.
El joven trompeta tenía solo 21 años cuando se puso al frente de la banda, en la que sustituyó al sangüesino Javier Ramos.“Él me abrió las puertas al mundo laboral”, reconoce. Aristu asumió dirección y docencia en plena juventud y desde entonces, las compagina. No ha abandonado ni la batuta ni la responsabilidad que entraña. Declara que la música es su vida y que el hecho de ser de Lumbier le vincula a la formación y hace que aumente su compromiso.
Alude al sentido de la responsabilidad como una guía desde una edad temprana. Un sentimiento heredado de su padre, Daniel Aristu, transmisor de su afición por la música, miembro de la primera txaranga de Lumbier (trombón y tuba) famosa en los años 80, y uno de los impulsores de la fundación de la escuela de música. “Nunca pensé en ser director, pero sí sentí de alguna manera que tenía que llevar las riendas por el trabajo que venía de casa, de mi aita. Coger el testigo, ser el relevo”, recuerda. Los Matxena (apodo) son una familia musical de vientos de generaciones en un pueblo de gran arraigo musical.
Con apenas once años, Daniel ya se colaba en la txaranga y acompañaba con las chapas. La afición se abría paso hacia la trompeta, su instrumento con el que debutó en 1992. El músico valora su notoriedad y polivalencia. “Destaca su timbre y volumen y se presta a todos los estilos musicales. Su dominio requiere miles de horas de estudio”.
Afirma que vivir y trabajar en Lumbier, en lo que más le ilusiona, “es una suerte y un privilegio”, si bien, el camino que le ha traído hasta este destino está plagado de dedicación y esfuerzo desde sus estudios en el antiguo Conservatorio Pablo Sarasate.
“Cogía todo para sumar experiencia. Compaginaba las clases en invierno con las fiestas y la txaranga, que es un verdadero disfrute, en verano. Vivir la vida del músico, el mundillo de las orquestas, espectáculos de sonido...” detalla quien formó parte de Los Tenampas durante siete años. Ya con el título de profesor (2000) realizó su primera sustitución de prácticas en la escuela de música de Sangüesa, y enseñó también en Lumbier, Etxarri Aranatz, Musical Tomás y Salazar.
Escuela rural sin local
Aristu conduce una escuela rural en crecimiento, con un alumnado de 112 y 228 matrículas (curso 2024/25) e incremento en el registro de adultos. “Son un filón. Tenemos dos grupos de Lenguaje Musical. La creación del Kantuz ha favorecido las inscripciones en Canto y Educación Vocal”, argumenta. Añade que, en general, la matrícula se iguala en género. “Pronto veremos txarangas mixtas. El perfil de instrumentos viento-metal, masculino y el de madera-flauta femenino, se transforma”. Más allá del aprendizaje, pone en valor las relaciones “La música hace grupo, como el fúbol. La txaranga es una familia. Llegan divididos y aquí se juntan”.
El factor económico, asegura, es determinante en las escuelas rurales deficitarias. La de Lumbier la sufragan Ayuntamiento, Gobierno de Navarra y familias (33% cada parte) “El presupuesto es ajustado. Siempre hay necesidad de arreglos y compra de material escolar”, apunta. Pero para el director, la gran carencia es que la escuela no tiene un local propio. Sus aulas están repartidas entre el colegio público y el cine, que utilizan como desdoble. “Es fundamental para el desarrollo y rendimiento de las clases disponer de aulas propias y no tener que levantar y trasladar partituras e instrumentos cada día”.
Semillero
La escuela de música es un poderoso semillero. Banda, txaranga, fanfarre, gaiteros se cultivan en ella y llenan el pueblo de alegría festiva cuando salen. Y ahí está Aristu, motor que dinamiza y cuida de su funcionamiento. Como director, le toca “tirar del carro”, animar a su alumnado, motivar, controlar los ensayos. Organizar conciertos que unen a la escuela y rompen rutinas, incluso en periodo vacacional, arreglar y adaptar temas para las formaciones... El alumnado le valora. “Gracias a ti, todos estamos aquí”, dijo en nombre de la banda, Juan Carlos Aristu en un sencillo reconocimiento en el concierto prefiestas. En el centro cada profesor/a tiene su agrupación. La de Daniel, es la Brass Band, viento-metal (de 13 a 16 años). La Txarangoiti (antesala de la txaranga), la Banda Txiki (a partir de 2º curso) “Es el buque insignia. Así llegan a la Irunberriko Txaranga muy rodados y cada generación supera a la anterior.”, explica. Más allá del convenio cerrado con el Ayuntamiento: fiestas, carnavales y Navidad, la Banda Txiki saca la música a la calle en conciertos especiales. “Hay cantera” asevera con satisfacción. A ella pertenecen sus dos hijas: Igoa y Bidane Aristu Cabodevilla (13 y 10 años, bombardino y trompeta).
Al cabo de este tiempo, Daniel Aristu se muestra agradecido por la afición incondicional, orgulloso del resultado del duro trabajo cotidiano. Entre sus proyectos está la realización de un musical propio de la escuela y en sus sueños, lograr un local para ella.