Desde su inauguración en diciembre de 2019, cada año en torno al 21 de octubre el Parque de la Memoria de la Tejería de Monreal despierta con la llamada de la asociación Teileriako Ahaztuak (Olvidados de la Tejeria).

Es la mañana para volver al lugar y recordar en él a las 106 personas asesinadas entre agosto y noviembre de 1936 a raíz del golpe militar franquista contra la II República. Es regresar con la emoción palpitante y con el empeño de mantener viva su memoria. Este sábado tocaba volver al acto que reunió a descendientes, vecinas y vecinos de sus pueblos de origen, ayuntamientos y asociaciones memorialistas.

Tres generaciones de descendientes del fusilado Ramón Gota: Erenia Biguria, Reme Barrenechea y Belén Gay. Iñaki Porto

La sexta edición contó también con la presencia de la consejera de Memoria y Convivencia, Ana Ollo, y la del director del Instituto Navarro de la Memoria, Josemi Gastón. Al son de la txalaparta de Galo Santamaria y Alberto Mendilazo (Eguesibarko Txalaparta Elkartea) se pronunciaron uno a uno sus nombres, tarea repartida entre Manu Biurrun, de Teileriako Ahaztuak, y la joven Erenia Biguria Gay, de 21 años (bisnieta de Ramón Gota Hernández) procedente de Reta (Izagaondoa), que se estrenó en el homenaje en euskera.

“He venido por mi familia, pero también por mantener viva la la memoria histórica. Somos responsables de mantenerla, una vez transmitida”, declaraba convencida. Al tiempo lanzaba un mensaje a la juventud: “Que no nos basemos en las redes sociales, que preguntemos y nos informemos. Y quienes tengan la suerte de tener abuelos, que hablen con ellos”.

Familiares en el homenaje reclamaron en la Tejería el derribo del monumento de Los Caídos. Iñaki Porto

Erenia ya se ha comprometido con la memoria de la Tejería. Acudió con su padre, su madre y su tía abuela, Reme Barrenechea (esposa de José Luis Gota, hijo de Ramón Gota, uno de los asesinados). Otra joven aportación fue la de Jone Igarreta Ibarzo, de Monreal, que bailó el aurresku de honor al son del txistu de Fermín Irigoien Diez de Berriozar. “Es un honor para mí bailar en la fosa. Me hace ilusión. Es importante coger el relevo”.

Otras voces jóvenes que se suman a la Tejería son las del trio musical de Oihane Jaso Rípodas, Xabier Dendarieta Sarriés y Josu Magallón Rodríguez. ”Expresamos con acordes la emoción, el sentimiento y el respeto que otros expresan con palabras”.

Otra voz comprometida fue la del agoizko Kiko Lako, que dedicó su poema Ezkaba, a la memoria de los prisioneros Jaime Jiménez y Fernando Navarro “a las ilusiones, sueños y esperanzas de los enterrados en fosas y cunetas”, manifestó. De Beriain volvió Cesar Asiain, con sus temas, Los olvidados de la Tejería y Hacia el mar, y engarzó la memoria con el genocidio sufrido por el pueblo palestino.

Entre poemas, canciones y flores, la Tejería sirvió también de altavoz para la plataforma por el derribo de Los Caídos. En su nombre, Manu Biurrun leyó el comunicado de las asociaciones memorialistas contra la resignificación y el informe de los expertos, e invitó a la manifestación del 8 de noviembre por su demolición. “Incumplen la Ley de Memoria Democrática, y valoramos recurrir al TAN”, dijo.