De pequeña, con apenas seis años, decía que quería ser un hombre, que le hubiera gustado nacer chico. "Ser mujer me parecía un gran inconveniente y está claro que las desigualdades, que todavía existen, en aquellos años eran tremendas", relata. Aunque ella, que no se considera vieja "pero sí muy vivida", asegura que con el tiempo ha cosechado muchas vivencias para darse cuenta "de lo que quería ser, para aceptarme y estar muy contenta de ser mujer, por tener tantas oportunidades laborales y por construir, por fin, ese objetivo que quería, como el de tener una titulación universitaria", valora.

La psicóloga Carmen Izal Garcés ha conseguido, a sus 76 años, mucho más que eso. Estuvo durante 6 años en la junta directiva de Anfas y también en la del Ateneo Navarro, además de colaborar con diferentes asociaciones del ámbito social y cultural. Hija y nieta de villaveses, fue vecina de Villava durante más de 30 años y, aunque vive en Pamplona, siempre ha tenido un vínculo muy especial con el municipio. Lo conoce tan bien que incluso ha desgranado su historia durante los años 50, 60 y 70 del siglo pasado en Aquellos años de nuestra juventud, una mirada al mundo y a esa época, desde Villava. Mañana martes, a las 19.00 horas, lo presenta en la Casa de Cultura de Villava-Atarrabia en el marco de la 15ª edición de la Colección de temas villaveses.

Izal, que a lo largo de su vida profesional impartió numerosos cursos y talleres en el tejido asociativo de toda la Comunidad y participa actualmente en la escuela de ciudadanía de Villava, ha conseguido realizar con su trabajo un viaje transformador poniendo el foco en los cambios que afectaron al panorama social, asociativo y costumbrista del municipio. "Empecé a escribir el libro cuando me jubilé, sobre todo durante el confinamiento. Tenía material en mi archivo personal que quería ver la luz en una tesis doctoral pero las circunstancias me lo impidieron", cuenta.

Explica que "como mujer y como la mayor de una familia muy numerosa, no pude estudiar Periodismo, que era lo que quería, y tuve que hacer lo que muchas mujeres hacían entonces: prepararme para ser secretaria". Estudió también Relaciones Laborales y se licenció después en Psicología por la UNED. Sabe que hay muchas historias como la suya pero asume que hay una compartida y es, precisamente, la que no se ha contado: la de las mujeres del mundo rural.

Cultura popular

Por eso su mirada es en femenino, y es que lamenta la poca importancia que se le dio a esa generación de mujeres que tuvo que romper moldes tan firmemente atados en la sociedad. Recuerda cuando allá por el año 74 comenzaron a construir en Villava un Centro de cultura popular y promoción de la mujer, después el Colectivo de Cultura popular Alaiz. También el nacimiento de la Asociación de vecinos, casi a la par, gracias al que se consiguieron las piscinas municipales en Villava o una calle mayor propia tras desviar todo ese tráfico que la atravesaba por la variante.

No ha querido descontextualizar esa historia de mujeres, dice, porque a la par que describe lo propio de Villava, sus usos y costumbres en la primera parte del libro, sucedieron otras cosas mientras tanto y también ha querido reflejarlas en su trabajo. "No se nos permitía mirar más allá de nuestros propios límites, ¿cómo podíamos pensar en algo a lo que no teníamos acceso? Creo que aquellos años de nuestra adolescencia en Villava los vivimos de manera inconsciente sobre lo que pasaba en el mundo", explica, recordando que mientras estallaba el mayo del 68 -"del que tuve noticias muy posteriormente, con todos los cambios que supuso, entre otras cosas, en el tema de la mujer"- ellas prácticamente estaban "haciendo el ajuar de novias". Así que "al despertar de nuestras inquietudes, al estar al tanto de la actividad política y de todo lo que llevaba de enfrentamiento, ahí sí empezamos a sufrir. Porque unas buenas chicas no molestan a nadie, pero unas mujeres inquietas y rompedoras molestan a muchos", asume.

Habla de todo ello en un libro que ha dedicado a su hermana, Mary Reyes Izal, a la que no ha podido ver en estos tiempos de covid y con la que tiene ganas de reunirse. Pero no para: está trabajando en otros dos libros y asume que se siente afortunada por todo lo que ha aprendido en su trabajo, como psicóloga, "y porque he conocido a mucha gente, en diferentes ambientes", dice orgullosa.