"La covid ha afectado a muchos sectores, pero siempre los más vulnerables somos los inmigrantes. Y los africanos todavía más. Ahora los de aquí acabáis de vivir esa cárcel, el miedo a salir a la calle, a que os pare la policía Pero es lo que nosotros vivimos cada día. Para el inmigrante es como si todos los días estuviera confinado". Dice Beltxa -con "x" porque así es como él lo pronuncia, "como me salió la primera vez que lo dije"- que hay muchos días en los que, cuando salen de casa, no saben si terminarán pasando la noche en el calabozo. "Aunque no hagamos nada. A mí me paran mucho y me llevan, porque siempre les contesto -se ríe-. Defiendo mis derechos, si no estoy haciendo nada malo, ¿por qué me paran? ¿Por qué me preguntan? Los negros siempre somos el foco, más que otros inmigrantes, que pueden pasar más desapercibidos. Puede que esta situación haya servido para acercar más a la gente de aquí a lo que vivimos nosotros. Ese temor a que te pare la policía, a tener que justificar a dónde vas, si vas o vienes€", asume.

Vecino de Buztintxuri de 44 años, lleva 15 viviendo en Pamplona. Dice que no conoce más que ésta ciudad y la suya, Dakar, en Senegal. Llegó casi de paso. "Tenía un visado de 15 días para ir a Alemania, a Frankfurt. Haciendo escala en Madrid llamé a un amigo que vivía en San Jorge, le dije que me iba para Alemania y terminó convenciéndome de que viniera a Pamplona. Me decía que en 2005 iban a regularizar a los inmigrantes", bromea. Sin papeles, sin saber el idioma, "sin nada. Vendí cds en el centro de la ciudad, en la calle Mayor. He trabajado en Traperos de Emaús, he sido pastor en Valtierra: tuve 800 ovejas y dos perros en la montaña", relata. Incluso estuvo en las listas de EH Bildu. "He trabajado todo lo que he podido, he tenido que buscarme la vida. Ahora tengo la nacionalidad después de más de diez años aquí, aunque también puede que los lleves y no la consigas". Tiene mujer e hijos, y asegura que la costura y la música le acompañarán siempre.

Como presidente de Africa United, entidad de la que forman parte más de 200 personas y que desde hace 4 años reivindica los derechos del colectivo en Navarra, lamenta que ellos, los inmigrantes, se hayan visto obligados a vivir un doble confinamiento. "Al final, tienes más miedo a salir por si te para la policía, cuando ya de por sí hay una persecución. Las instituciones nos privan de la tarjeta sanitaria y ahora con la pandemia si la dan no lo hacen por el inmigrante, sino por la salud sanitaria de los demás. Y negar a un inmigrante una tarjeta sanitaria es un peligro para todos, igual que para cualquier otra persona", explica.

Es necesario estar empadronado para obtener la tarjeta sanitaria, pero también el empadronamiento es un problema. Hace apenas tres semanas que Iruñea Ciudad de Acogida, junto a otros colectivos de la ciudad, inauguró en Geltoki el Punto de Información para Migrantes para intentar dar solución o servir de guía a quienes se enfrentan a trabas como ésta. Han pasado ya por él medio centenar de personas.

"Comenzaron a llegar una serie de personas que se pusieron en contacto con nosotras para preguntarnos a dónde dirigirse. Con cada caso nos volvíamos locas para encontrar a dónde tenían que acudir, y eso que llevamos aquí toda la vida", cuentan Carmen Lakuntza Astiz, desde Iruñea Ciudad de Acogida; y Arantxa García, de Oxfam. "No hay puntos de información claros y es muy difícil orientarse porque hay muchas competencias estatales, autonómicas, municipales, cosas que la administración no atiende€ Y esto antes de la covid, ahora es mucho peor porque es difícil que te atiendan presencialmente", explican.

Faltan voluntarios Aseguran que es una labor que debería realizar la Administración. "Somos pocas personas y nos llegan muchas demandas en muchos sitios, de personas de fuera y de aquí, porque los menores no acompañados, por ejemplo, también necesitan este servicio", señalan, y animan a las personas interesadas en colaborar a ponerse en contacto con ellas, "para ayudar a estas personas a acudir a los sitios, a buscar piso o dar apoyo jurídico". Pueden echar un vistazo a su web: pim-mig.info.

Los mayores problemas a los que tienen que hacer frente están relacionados, sobre todo, con la vivienda, el empleo y la regularización. "La vivienda es un problema estructural brutal en Iruña, y con personas de fuera ahora todavía más porque influye el racismo. Es una población muy vulnerada y es complicado", valoran Lakuntza y García.

Ellas conocen de cerca la situación del colectivo y aseguran que "hay muchos problemas porque la gente prefiere empadronar a personas autóctonas. A los africanos no les quieren en sus casas y muchos hacen negocio porque a medida que se masifica o que lo tienen muy difícil para encontrar, les cobran más, una habitación a precio de un piso", señalan, y Beltxa lo corrobora: "Te piden muchos más requisitos que a una persona de aquí. Pero no se molestan en conocernos y lo hacen a través de medios que cuentan lo que les da la gana€ El racismo es la enfermedad de Occidente", dice.

Recuerdan el caso de George Floyd, pero también el de Elhadji Ndiaye, que falleció en dependencias policiales hace cuatro años tras una detención en la Rochapea. "Lo que pasa en las calles de EEUU también sucede en las calles de Pamplona. No es nada nuevo. Maltrato ha habido siempre, y el racismo no tiene cura, porque la persona que es racista puede serlo sin darse cuenta. Es como tener el covid y no saberlo: pero hay que hacer el test -dice-. Y si hiciéramos el test del racismo€ No se salvaría casi nadie". Asume a pesar de ello que en Pamplona la situación "es mejor" que en otras comunidades, aunque aquí es difícil saber cuántas personas africanas conviven, precisamente porque muchas de ellas no están empadronadas.

Lo más necesario y urgente, señala, "es que cuando el migrante llegue aquí pueda regularizar su situación, tener una tarjeta de residencia. Porque si llegamos y no podemos trabajar ya me dirás de qué vamos a vivir. Sin trabajo no hay piso y sin empadronamiento no hay trabajo. La gente que vende en la calle lo hace con dignidad porque no van a robar, no pueden hacer otra cosa. La ley nos deja a nuestra suerte, nos pone al límite del límite. Cualquier africano que consiga trabajar ya es un logro, porque eso significa que ha conseguido saltar todas las trabas del estado", explica.

Y es que él no puede con las injusticias. No las tolera, por eso, confiesa, siempre contesta a los policías y terminan llevándoselo al calabozo. "Tienes que elegir entre vivir así o reivindicar tus derechos, pase lo que pase".

"Tienes que elegir entre vivir perseguido o reivindicar tus derechos"

Pte. Africa United