- El tenista de Krakovia nació hace más de una década en el desaparecido frontón de las murallas, junto al edificio Singular, producto de la enajenación de una cuadrilla y una sesión de fotografía. La persona tras el personaje, ni tenista ni polaco y que prefiere mantener el anonimato, dice que desde entonces "se puede considerar al tenista como una célula durmiente. De vez en cuando le da la vena y hace algo". Puede actuar en redes sociales o en las paredes. Y esta semana ha hecho su última aparición, enorme e inesperada. Como un truco de magia cocinado a fuego lento.

El derribo del edificio número 2 de la calle Ferrocarril -conocido porque albergó la sede del club de fútbol Arsenal- ha dejado al descubierto un mural pintado hace cuatro veranos, en dos plantas y cuatro estancias, con toda la intención de que saliera a la luz. "No conocía a nadie que hubiera hecho algo similar, y me parecía gracioso que cuando tiraran la casa apareciera un mural que nadie esperaba. Y la verdad es que, al menos en mi entorno y en la página de Facebook, ha gustado. A veces vengo aquí a comer pipas y veo que la gente se queda mirando el mural, lo comenta, saca fotos... me he quedado contento", dice. También le gusta comprobar, con la vista clavada en su retrato gigante, cómo después de 4 años los dientes se le han juntado y "el six pack es el mismo". El tenista sigue en forma.

En el verano de 2016 llegó hasta Krakovia el rumor de un derribo. "Habían tapiado unas ventanas del edificio, estaban desalojando a los vecinos...", explica. No sabía a ciencia cierta si la pared quedaría a la vista, pero lo suponía. "Esperaba que fuera así. Y se comentaba que el derribo se iba a producir ese mismo año. Así que me dije, 'con toda la premura que pueda voy, me meto y hago algo".

En otras paredes de Pamplona, la mayoría ya borradas, el tenista ha protagonizado fotomontajes como Marilyn Monroe, Marty McFly en Regreso al Futuro, Eduardo Manostijeras, el Macaulay Culkin de Solo en Casa y Patrick Swayze cuando le planta un beso a Demi Moore en Ghost. Y pensó que el lugar se prestaba para un buen King Kong escalando el edificio. "No está finalizado porque luego tapiaron el portal y no pude entrar... y en el lado derecho pensaba hacer un avión cayendo, como si el tenista le hubiera golpeado, igual que en la película".

Como el portal del edificio no cerraba bien "simplemente entré con cautela. Pasé al tercer piso como un ninja, sin hacer mucho ruido y con cuidado de que no me vieran los vecinos, porque tenía que atravesar un patio interior", recuerda. Ya en los pisos superiores, con las palomas como únicos inquilinos, tomó medidas de las habitaciones, los tabiques... "de todo". Y ya en su casa se fotografió "hasta que di con una postura que me convencía, que pudiera encajar en el edificio y en la que no se me vieran los huevecillos, que no quería que fuera demasiado obsceno". Añadió la cara del tenista con Photoshop, dividió la plantilla en cuatro y durante una o dos semanas de agosto se puso a pintar "con relativa tranquilidad", siempre con cuidado de no molestar a los vecinos al otro lado del muro. Se ayudó de una escalera y de un frontal "porque las ventanas de la izquierda estaban tapiadas, por eso el dibujo no está tan definido como el derecho".

Terminó y le quedó armarse de paciencia y aguantar cuatro largos años "a que lo tiraran, a que lo tiraran... y ahí se quedó el dibujo". Confiesa que "ha merecido la pena, porque además hubo un tiempo en el que pensaba que esa pared igual también la tiraban". Dice que ni tiene prisa ni sabe cuándo volverá a actuar el tenista de Krakovia. Mientras tanto, aprovecha para pedir al Ayuntamiento que habilite espacios en los que pintar sin temor a multa. Y que haga más frontones públicos "en los que el tenista pueda explayarse con sus amigos".

"Se puede considerar al tenista como una célula durmiente. De vez en cuando le da la vena y hace algo"