Pamplona tendrá a futuro, si no lo frenamos, una media de 22 días al año de calor extremo por encima de 32-34 grados, frente a los 12 días actuales y el verano se ampliará a cuatro meses, de junio a septiembre incluidos. La sequía amenaza con asomarse a esta ciudad verde, con un descenso del 63% de las precipitaciones en julio y del 52%, en agosto (se observa en el gráfico superior), un fenómeno que “podría afectar al abastecimiento de agua para uso doméstico en el propio ámbito urbano de Pamplona”. Por el contrario, habrá, como suele ocurrir en Valencia por ejemplo, más episodios de lluvias torrenciales, y si históricamente solo en el mes de enero y noviembre se superaban los 80 litros al mes, en el futuro también los meses de febrero, marzo y diciembre superarán de media esa precipitación, lo que originará más inundaciones.

Estos datos, que se prevén poco halagüeños, forman parte del análisis energético, de vulnerabilidad y riesgos a los impactos del cambio climático, presentado ayer por el Ayuntamiento de Pamplona y que, a tenor de los estudios estadísticos realizados, pone de relieve “un incremento de los riesgos para la salud de la ciudadanía”, al seguir intensificándose el cambio climático en valores como el aumento de la temperatura o de las lluvias intensas. En la práctica, esto afectará al clima de Iruña y al paisaje, y, aún más, para 2050 Pamplona tendrá un clima mediterráneo, similar al de Extremadura, Andalucía o ciertas zonas del Levante.

El trabajo se enmarca en la Estrategia de Transición Energética y Cambio Climático 2030, dentro del proyecto Go Green Pamplona. Pamplona tiene que actuar, porque no hacerlo “trae consecuencias dramáticas” y sería una “irresponsabilidad no ya política, sino moral”, señaló el concejal de Proyectos Estratégicos, Movilidad y Sostenibilidad, Fermín Alonso, quien añadió que “es necesaria una estrategia realista y muy implicada”, que marque una “hoja de ruta lo más consensuada posible”, hacia un nuevo modelo energético que, “estamos convencidos, va a generar nuevas opoturnidades económicas a esta ciudad”. Porque, si la tendencia sigue así, “podemos ver cómo la imagen de una Pamplona verde puede estar en entredicho”.

El trabajo llevado a cabo desde la Agencia Energética Municipal (con la colaboración del Gobierno de Navarra) y con la implicación de otras áreas municipales, resalta la “vulnerabilidad” de Pamplona por las características de su población, con un índice de envejecimiento elevado, y por el “incremento de las sequías e inundaciones y los cambios en el paisaje que va a sufrir”. Y otro dato negativo, que ello va a redundar en una “pérdida de la calidad del aire”, si bien el estudio destaca que Pamplona “cuenta con un nivel alto de capacidad adaptativa”.

En este sentido, el responsable de la Agencia Energética Municipal, Javier Zardoya, indicó que “este balance” está realizado desde 2005, y ofrece aspectos referidos a la vulnerabilidad de Pamplona para el futuro, con los objetivos y estrategias a desarrollar en los próximos años.

Un primer aspecto, desde 2005 Pamplona ha reducido su demanda energética en un 9% y, por ende, las emisiones se han reducido un 5%. Pero este descenso se debe más “a variables externas”, derivadas de la crisis económica de 2008, que “a decisiones tomadas en la ciudad”, indicó el experto. Se da también el hecho de que en los últimos años, se ha experimentado una cierta “estabilización” en la demanda energética, o “al aumento”, por eso Zardoya opina que hay “que apostar por un plan que sea ambicioso”.

En este momento, “el 52% de la energía que consume la ciudad está ligada al sector transporte, un 22% es consumo residencial y un 13% se vincula a la industria”. Se calcula que Pamplona consume anualmente más de 4.500.000 MWh de energía final, un 54% de ella está basada en productos derivados del petróleo. Integrando otras energías, como el gas natural, más del 80% de la demanda de la ciudad está basada en combustibles fósiles. Estos datos inciden directamente con la producción de más de 1.100.000 toneladas de CO2 que Pamplona emite a la atmósfera cada año.

Hay que señalar que la Administración pública, como dijo Zardoya, solo es responsable del 4% de la demanda de energía de la ciudad, por lo que “es necesario incluir en el desarrollo de la estrategia a otros agentes, como las industrias, los negocios, las pymes y la ciudadanía en general se impliquen en este cambio de nuestro modelo energético”.

El responsable de la Agencia Energética también puso de relevancia que, en la actualidad, solo el 10% de la energía que se demanda a nivel ciudad proviene de fuentes de energía renovable, y gran parte, los biocombustibles por ejemplo, vienen dado de fuera de la ciudad. Por eso “tenemos como un gran reto por delante para aumentar las energías renovables producidas de manera local en la ciudad”.

Porque en este momento, si no se hace nada, “estamos con una reducción del 15% respecto a 2005”, pero mantener esto para 2030 estos índices “resulta muy limitado para cumplir con los objetivos de lucha contra el cambio climático”, es totalmente “insuficiente”.

El clima de Pamplona se ha clasificado como Marítimo de costa occidental. En estos momentos ya se define como Subtropical húmedo, pero en el futuro será Mediterráneo de veranos frescos a corto plazo (2020 a 2050) y puramente Mediterráneo a mediados de siglo si se mantiene la tendencia actual. Como consecuencia, cambiarán la flora, la fauna y los grupos humanos con lo que Pamplona modificará su pirámide de población, su paisaje y sus zonas bioclimáticas actuales. Como una de las consecuencias se avisa del exceso de mortalidad debido a las olas de calor y el aumento de las enfermedades respiratorias, añadió Zardoya.

Quienes viven en la ciudad, precisa el estudio, notarán la pérdida de confort térmico en las viviendas con mayor gasto energético en la climatización de hogares así como de negocios y de edificios públicos; la pérdida de productividad laboral en trabajos al aire libre; el deterioro de las zonas verdes; la caída del confort de los espacios públicos en la calle; la alteración de las actividades deportivas y de ocio al aire libre en periodo estival o el incremento de las necesidades de drenaje de agua de lluvia y los cambios la necesidad de riego de las zonas verdes.

¿Qué objetivos y actuaciones hay que plantear al futuro? Hay que desarrollar una serie de estrategias de acción, y que Javier Zardoya concretó en cinco líneas. La referente a la rehabilitación integral de edificios; la optimización del ciclo del agua; el cambio de la matriz energética de la ciudad hacia una matriz “totalmente descarbonizada”. Asimismo, el uso de un transporte “responsable, eficiente y sostenible” y finalmente “debemos trabajar desde el Ayuntamiento mejorando nuestros servicios para tener una Pamplona preparada activa y responsable con el cambio climático”, sugirió.

Más servicios, más energías. Ha aumentado el gasto de energía municipal, por el “aumento de servicios”, dice Javier Zardoya. Hay más puntos de luz, más lugares a los que llegar... ¿Cómo se gasta la energía? Los edificios municipales usan energía eléctrica y térmica, pero además el alumbrado público es responsable del 30% del gasto total.

El informe indica que los barrios más sensbiles a los cambios son San Juan, Iturrama, Casco Antiguo, San Jorge y Azpilagaña.

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Días de media anual podría durar una ola de calor en la segunda mitad de ese siglo. Ahora la media se sitúa en 12 días.

“Podemos ver cómo la imagen de una ciudad verde puede estar en entredicho”

Concejal de Sostenibilidad

“Hay que lograr que industrias, pymes y la ciudad apuesten por otro modelo”

Responsable Agencia Energética