ola, personas, ¿qué tal va todo? Me alegro.

Dos van a ser las partes del ERP de hoy.

La primera se va a referir a un paseo que si me lo cuentan hace un par de años hubiese dicho que estaba loco quien me lo refiriese. Sucedió el martes día 6 y estaba programado: a las 9:40 tuve que personarme en el antiguo Forem para que me pusiesen la vacuna de marras contra esta mierda de bicho que nos caído en suerte.

El polígono de Mutilva es sitio que conozco bien porque en él he vivido mucho, en él he trabajado, he gastado en sus comercios, he comido en ese rico Asador que tan bien gobiernan los hermanos Enciso, he cortado miles de maderas en el taller de mi amigo Txiki, incluso alguna noche, años ha, aparqué en alguna de las letras de ese abecedario que componen sus calles, me daba igual la D que la J, en compañía de alguna amiga con la que tenía que discutir algún tema de gran calado, pero nunca, nunca, nunca, pensé que lo tendría que visitar para ponerme una vacuna masiva viviendo un "deja vu" de cuando estaba vestido de caqui. Llegué a mi hora pensando, canelo de mí, que la hora concertada iba a servir para algo, de eso nada, llegué y hube de ponerme a la cola. La gente llegaba dicharachera, comentando, bromeando con la situación, saludándose y preguntándose en pamplonés puro : ¡aúpa!, qué o qué, a la vacunica ¿no?, pues sí chico, ya ves, a ver qué pasa, contestaba el otro desconfiado.

Sanitarios pastoreaban amablemente a todos los que por allí pululábamos: pase hasta la señal por favor, hasta ahí, gracias. Desde aquí, Gracias, con mayúscula, a ellos.

Tras media hora corta de espera haciendo eses por unas líneas señaladas en el suelo de una sala que tenía un gracioso letrero en el que se leía: "prepare el brazo que menos use antes de pasar a vacunación" llegó mi turno, una chiquita muy joven y amable me citó, me presentó la muleta al morro para que humillase y me clavó una estocada hasta los gavilanes con la que espero que todos mis virus hayan rodado sin puntilla. Ni me enteré, fue suave y delicada. Vaya a la sala contigua, me dijo, y espere 15 minutos por si hay reacciones adversas. Pasé a la sala de al lado que estaba llena de vacunados en mi misma situación y todos ellos mataban los 15 minutos indicados con el móvil en las manos enfrascados en sus pantallas. Una chica vigilaba los tiempos y cuando me correspondió me dio pasaporte. Y hasta ahí la aventura sanitaria, me fui para casa tan contento con la ilusión de haber sido vacunado. Tanto es así que me voy a comprar una pareja de cobayas y les voy a llamar Astra y Zéneca. En homenaje. Os mantendré informados.

La segunda parte de mi ERP de hoy dista mucho de la primera. ¿Recordáis que hace un par de semanas os conté que había estado en la fototeca del museo? Para quién no lo leyó os cuento: hace unos día fui al Museo de Navarra interesado en ver la obra que allí guardan del fotógrafo Gerardo Zaragüeta, se me explicó cómo funcionaba el acceso a la misma y este jueves pasado volví para empaparme hasta el tuétano de la obra de ese gran fotógrafo. Cuentan de él que en el estudio tenía un puro de madera con lujosa vitola cubana para que los soldados se sacasen las fotos con aspecto de potentados. Era famoso en pamplona el puro de Zaragüeta.

Me senté a la pantalla del ordenador dispuesto a darme un paseo por las décadas de los años 20 y 30 que son la época trabajada por este maestro del diafragma y la velocidad.

La primera foto que vi me demostró que da igual la época que te haya tocado vivir, las costumbres atraviesan calendarios y lo mismo que se ve en esa imagen lo viví yo en mi infancia. En ella se ve a un centenar de niños en las escalinatas de la catedral un domingo de ramos con sus palmas y sus ramas de olivo. No es grupo que pertenezca a un colegio o una obra social, es un grupo heterogéneo donde se ve a niños de aspecto más modesto con una modesta rama de olivo y unas modestas vestiduras y a otros de aspecto más pudiente con una ostentosa palmera bien trabajada y bien retorcida y con la correspondiente ropa de estreno como manda la tradición. Pero todos ellos con la cara de felicidad que da la inocencia de la infancia. Yo recuerdo lo divertido que era el domingo de ramos, la misa con las palmas, la procesión posterior y luego el paseo por Pamplona a tomar un aperitivo y a lucir las galas de estreno. Tiempos en los que cualquier cosa tenía tintes de fiesta grande.

La siguiente foto muestra una tremenda riada que tiene cubiertos casi en su totalidad los ojos del puente de Santa Engracia, el agua está a punto de entrar por las ventanas de casa Ipiña. Y vuelven a aparecer los niños en dos situaciones diferentes, una muestra un grupo escolar en el que se les ve felices y contentos acompañados de la monja que los desasna y les enseña las primeras letras, son alumnos de la Casita en la calle Dormitalería, y la otra refleja a unos niños de entre dos y cuatro años, pertenecientes a un orfanato, acompañados por dos sores de ala ancha, sentados frente a un vaso de leche y clavando todos ellos la mirada en el objetivo y trasmitiendo una pena desgarradora. Gran fotógrafo Zaragüeta que supo retratar más allá de la fachada de los retratados. Lo consigue también en el espíritu de fiesta y francachela que trasmiten un grupo de muchachos acompañados de un acordeonista que ataviados de blusón y txapela se retratan al pie de un autobús en el que se lee Ferias y Excursiones, no cabe duda de cuáles son sus objetivos. Así mismo nos muestra la Pamplona acomodada que en día alegre de domingo de resurrección se pasea endomingada y perfumada por la plaza del Castillo para ver y ser vista y echar el anzuelo al sexo contrario. El campo de San Juan recién inaugurado es también escenario que D. Gerardo frecuenta con su cámara de fuelle y en esas fotos me he llevado una grata sorpresa ya que en muchas de ellas he visto a mi abuela con mis tíos muy niños en primera fila viendo a su equipo del alma. Ella fue a San Juan hasta que en un partido en el que jugaba mi tío Javier, a la sazón su hijo, insultaron a éste poniendo en duda la decencia de su progenitora, ahí mi abuela dijo que jamás volvería a un sitio donde le tildaron de tamaña cosa.

Las fotos que siguen son puro pamplona, encierros, alardes de txistularis, Pedro Trinidad con sus Gigantes, el robo de la catedral, la carrera ciclista del circuito de pascuas, etc, etc. todas ellas tratadas con la calidad técnica imprescindible y con el corazón de un pamplonés que deja traslucir en su trabajo el amor a su pueblo.

En Google tenéis el catalogo de su obra. Vale la pena verlo.

Ahí lo dejo.

Besos pa'tos.