uno de los pioneros de la fotografía pamplonesa, Fidel Veramendi, se echó al hombro su trípode y su cámara de fotos, hoy sin duda una reliquia propia de museo, y se marchó a la Taconera con una idea fija en la cabeza: fotografiar el recién inaugurado ferrocarril del Plazaola, en el momento preciso en que atravesara el río Arga por el puente construido al efecto. Casi podemos imaginarnos al buen Fidel, industrial de profesión según las crónicas, esperando largo rato, a la hora prevista, con el dedo fijo en el interruptor mientras esperaba oír el traca-traca del trenecito.

El resultado es un documento gráfico excepcional. El Plazaola acaba de irrumpir de entre las casuchas de la Rotxapea, atraviesa el puente a la estratosférica velocidad de 40 ó 50 kilómetros por hora, y se dispone a entrar en el túnel situado en la orilla opuesta entre nubes de vapor. Lo dicho: una fotografía preciosa.

lo primero que llama la atención al comparar ambas fotografías es el extraordinario crecimiento del arbolado, que casi llega a cerrar el paisaje del río. Ello, además, ha obligado al paciente fotógrafo a abandonar el punto exacto en el que Fidel Veramendi se situó hace 107 años para obtener su imagen, alejándose un tanto para buscar un hueco entre los árboles y cambiando el ángulo de obtención de la foto. Es por ello que el monte Ezkaba, que en la foto antigua ocupaba la parte central de la imagen, en la foto actual queda casi fuera de plano.

Podemos apreciar igualmente el desarrollo del barrio de la Rotxapea, que en 1914 estaba compuesto básicamente por casitas aisladas situadas en medio de huertas, y hoy es uno de los barrios más populosos de Iruñea. Eso sí, el viejo puentecito del Plazaola sigue en su sitio, atravesado a diario por cientos de personas que tal vez desconocen su historia...