Los establecimientos hosteleros estaban con el agua el cuello y el Ayuntamiento de Pamplona les lanzó un pequeño salvavidas: las terrazas covid, que se extendieron como la pólvora por los aledaños de la plaza de toros, en la trasera del frontón Labrit, en Navarrería, en el Archivo General, en el Museo de Navarra, en Calderería, en el paseo Sarasate y en la Plaza de la Cruz. En total, el Consistorio autorizó 1.126 solicitudes, vigentes hasta el 7 de enero. Sin embargo, con la llegada del frío, el cambio de hora y el fin de las restricciones, las terrazas covid han desaparecido del paisaje de la ciudad.

¿Todas? No. Navarrería resiste con sus mesas a la intemperie, aseguran que si la clientela responde continuarán en la calle y el concejal de Seguridad Ciudadana, Javier Labairu, no descarta que esas terrazas pasen a tener licencia ordinaria y se conviertan en permanentes. “Desde la colocación de las mesas se ha ido a mejor porque se ha conseguido cierto orden, el botellón se ha reducido y hay menos gente sentada bebiendo en la plaza. Cuando se acerque el 7 de enero, hablaremos con los bares y vecinos, escucharemos su opinión y cómo han llevado estos meses con las terrazas y veremos si es la mejor solución o no”, comentó Labairu.

Amaiur Feliu, socio del Mesón de Navarrería, señala que continúan con la terraza porque hasta el momento está funcionando muy bien. “Los últimos sábados, con buen tiempo, ha sido una locura”, afirma Amaiur. Por eso quieren seguir con las mesas hasta el 7 de enero, pero aclara que la decisión no depende de ellos. “Nos condicionará el frío y el mal tiempo. Veremos cómo evoluciona la climatología, cómo responde la gente y decidiremos”, avanza.

También afirma que en ningún caso se han planteado colocar estufas para combatir el frío. “No lo veo. Tanta locura ya no. Los calefactores se pueden entender en terrazas que estén casi cubiertas, pero en una que no dispone de ninguna protección... sería un gasto y no calentaría nada, el calor se iría”, reflexiona. “Hace 15 años, tenía que hacer 40 grados para que la gente fuese a una terraza y ahora va con el plumas y el diluvio universal”, bromea Alfredo Domeño, también socio del Mesón.

A pesar de que su intención es continuar con la terraza, recalca que lo prioritario es el bienestar de los residentes: “Si causan molestia o estorban, las retiraremos sin ningún problema”, avanza. Según el dueño del Mesón, “la plaza está más ordenada con las terrazas y parte de los vecinos están contentos”, opina. Y ellos también: “Si tenías 7 trabajadores en ERTE, gracias a la terraza podías recuperar a cuatro. También nos ha permitido afrontar los gastos de luz, electricidad y mancomunidad. E incluso recibir ciertos ingresos”, indica Amaiur.

Luis Jerez, gerente del Mesón de la Tortilla, es cristalino sobre la posibilidad de que el Ayuntamiento de Pamplona prorrogue las licencias más allá del 7 de enero: “Nos interesar que se quedaran para toda la vida. Honestamente, nos vendría de perlas y lo veríamos con muy buenos ojos”, confiesa Luis. Por eso, no extraña que mantenga su terraza hasta el 7 de enero. “Por las mañanas, le da el sol y la gente se sienta como las lagartijas. Aunque el ambiente sea fresco, la gente sigue demandando la terraza, sobre todo los fumadores. Estas últimas semanas no hemos tenido tanta afluencia como en octubre, pero las mesas siempre han estado ocupadas”, detalla. Eso sí, revela que hubieran retirado la terraza si no se situara en frente de su local: “Nos hubiera acarreado contratar a más personal”.

¿Y la plaza de la cruz?

El bar Ciaurriz, que cuenta con terraza en la Plaza de la Cruz, también sigue en funcionamiento, aunque no por mucho tiempo. “Le queda muy poquito, como mucho duramos hasta finales de noviembre”, adelanta Tania Echeverría, encargada de la terraza. El “detonante” de esta decisión, comenta Tania, el cambio de hora: “Hasta el fin de semana pasado curramos muy bien, pero ahora anochece muy pronto y a partir de las seis de la tarde, nada de nada”, relata. También ha influido la llegada del frío: “Estos últimos días he trabajado con una estufa dentro de la barra, si no me congelo”, confiesa. Estos obstáculos le han llevado a abrir en noviembre de jueves a domingo. “Abro hacia las doce para los vermús y hasta primera hora de la tarde”.

Juan Carlos Oroz, dueño de la sidrería Chez Belagua, mantuvo su terraza abierta, en los aledaños de la plaza de toros, hasta el 30 de septiembre. Los motivos han sido varios: la desaparición de las restricciones en los interiores, el mal tiempo, los gastos comunes -limpieza y mantenimiento de los baños de la plaza de toros- que “era un pago a partes iguales y cuando estábamos todos los hosteleros era razonable” o que las terrazas disponía de unas instalaciones “justitas” para dar una oferta gastronómica “atractiva” y que requiriera de cocina. “Solo tirábamos de plancha y microondas, ni se nos ocurrió ofrecer brasa porque estaba prohibido. Pero nosotros somos una sidrería, no un bar de cócteles, y en invierno el gancho es la gastronomía, no apetece sentarse al aire libre a tomarse una cerveza o un cubata”, reflexiona Juan Carlos.