ola personas, ¿cómo va eso?, ¿sobrevivimos?, pues no es poco. Esta semana vamos a dar un paseo que ya hemos dado alguna que otra vez, vamos a dar un paseo en el tiempo, en el pasado de nuestra ciudad montados en las tiras de negativos de los fotógrafos que nos han precedido. Yo pertenezco a una página de Facebook en la que nos divertimos viendo fotos antiguas, recordando, comentando y aprendiendo. Esta semana alguien puso una foto que me despertó toda la nostalgia del mundo, era una foto de la calle Arrieta en su comienzo, dirección Plaza de Toros , es decir la manzana que hay entre la calle Media Luna y la calle Aralar. Aquella manzana que estaba llena de chalets, bonitos, grandes, señoriales, llenos de hortensias y de rosas y con grandes perros que ladraban al paso de uno y uno se hacía el valiente desafiándoles con la reja por medio que inutilizaba el ataque del can. Eran casas que formaban un mundo parecido a los de los cuentos o las películas. Aquella era zona muy frecuentada por mí, paseaba mucho por ahí con mi abuelo, gran amante de la Media Luna, o con mi madre que nos llevaba a montarnos y a jugar en esos maravillosos columpios que había en el foso de San Bartolomé. La visión y el recuerdo de esas casas me ha llevado a desempolvar un poco las estanterías de la memoria y sacar a la luz las cajas donde se encuentra aquella ciudad que conocimos en los años 60 y que ya no está. Como siempre me pasa mi espacio es limitado y por tanto la zona pamplonesa que hoy recorreremos será limitada y será Carlos III y sus adyacentes. La parte alta de dicha avenida apenas ha cambiado, algún revestimiento de fachada y algún recrecido y poco más, pero la parte de Merindades hacia abajo sí que ha experimentado cambios importantes. El primer reportaje que vamos a ver y comentar es uno de Juan Gómez que tiene como protagonista a la casa de las Hiedras. Edificio levantado en 1927, de tres alturas era de porte señorial y un espectáculo cuando sus fachadas estaban cubiertas del vegetal que le dio su popular nombre. Ocupaba la parte ancha del triángulo que conforma la manzana, en la parte hacia el vértice se encontraba el jardín y una edificación independiente para el garaje. Esta segunda parte fue la primera en desaparecer para levantar en ella el edificio de Avda. Baja Navarra 9 bis. Yo no conocí ese tramo de jardín, pero sí conocí perfectamente la casa que nos ocupa y que fue demolida el día 6 de septiembre de 1974 y es este el hecho que Gómez nos muestra en sus tomas. La casa estaba a punto de ser dinamitada por Volconsa y todo Pamplona estábamos allí para verlo, las medidas de seguridad eran inexistentes, el publico estaba en la esquina de Leire con la avenida o en la gasolinera de Unsain, es decir a tiro de cascote en el caso de que la deflagración hubiese proyectado algo de cemento a modo de metralla. Al estruendo, le siguió una gran polvareda que cuando se disipó dejó a la vista el gran fracaso que tan esperada intervención había sido: la casa seguía en pie. Contaba uno en Facebook, a la vista de estas fotos, que cercano a él se encontraba quién la había puesto en pie y que cuando vio que no habían conseguido su objetivo demoledor dijo: lo que está bien hecho no se tira como quiera. Los medios mecánicos convencionales se encargaron en días posteriores de rematar el trabajo y nos quedamos sin la casa de las Hiedras para siempre levantándose en su solar una impersonal casa de 8 plantas. Cercana a esta casa, en su trasera de la calle Leire, había otra que solo permanece en el recuerdo: la casa Equiza, con su estilo rural, su torreta en la esquina y su ultramarinos de toda la vida en el chaflán. Junto a ella el edificio del Pensamiento Navarro que estaba hace unos años hecho unos zorros, renegrido y desvencijado pero que se libró de la piqueta y en el cual una restauración adecuada nos ha demostrado que las ciudades se pueden conservar sin necesidad de tan drásticas medidas. Sin abandonar la zona encuentro otro edificio que se ve reflejado en una foto de Galle, en la que una Vespa, un Dauphine y la moto de un afilador, con su esmeril en la parrilla, datan sin duda la imagen en la década de los 60, década que la casa no terminó en pie porque el ayuntamiento en 1964 firmó sin pestañear su demolición, el edificio al que me refiero era el antiguo colegio notarial que ocupaba la esquina de Leire con la avenida del Unificador, vulgo Carlos III. Era este edificio obra de José Alzugaray, uno de los mejores arquitectos de la Pamplona de la primera mitad del XX, la mala fortuna le dio de baja en el club de la vida a unos jovencísimos 42 años por lo que tenemos poca obra de él. De estilo neorrenacentista era una casa muy peculiar, con sus tres arcos en el bajo, su planta noble y una torreta con arquillos en la esquina. Su gracia, originalidad y regusto de una época le hacía merecedor de seguir aun en pie, su solar lo ocupa un edificio impersonal de 8 alturas, esto me suena. La ordenación urbana de la época fue demoledora y nos dejó lo que hoy tenemos. Completando esta manzana por Leire hacia Amaya había un mamotreto que sí fue acertado demoler, se trataba de la gran fábrica de calzado de López hermanos, me acuerdo como si fuese ahora de su sirena sonando y marcando la entrada y salida de los obreros.

Siguiendo por Carlos III llegamos a la manzana que más sufrió la piqueta, una manzana de la que no queda ni un ladrillo de lo que se levantó con el nacimiento del II ensanche, la formada por Carlos III, Arrieta, Paulino Caballero y Roncesvalles. La primera esquina que nos encontrábamos era la casita baja y coqueta que Eusa levantó para la empresa de construcciones Hermanos Eguinoa y que luego pasó a ser sede y dispensario de Mutua Navarra. A pesar de tener la inviolabilidad de Eusa fue pasto de la especulación inmobiliaria y sucumbió. Le seguía un chalet y a éste otro que hacía esquina con Roncesvalles, el de D. Aniceto Muniain, comerciante de la plaza. Doblando la esquina nos encontrábamos con la clínica del Dr. Alcalde, donde miles de pamploneses vimos la luz, otro unifamiliar a continuación y doblando a Paulino Caballero una hilera de adosados que la Pamplona de la época apodó barrio Bolonia por las bolas de hormigón que coronaban sus verjas. Cerraba el polígono otro chalet en la esquina con Arrieta y otro en medio de dicha calle. La manzana era deliciosa, hoy la ocupan impersonales edificios de 4, 6, 8 plantas ¿qué más da?

Y hasta aquí hemos llegado, ya veis en dos manzanas hemos dado el paseo entero. Volveremos a la carga con tan nostálgico asunto.

Besos pa tos.