Después de media vida recogiendo datos desde la estación meteorológica de Erro, la vecina Lucía Urrutia Iturri considera que ya ha llegado el momento de jubilarse de esta tarea. A sus 88 años, es una de las colaboradoras más veteranas que cada día, de manera desinteresada, envía por teléfono mediante un contestador automático al Gobierno de Navarra las mediciones de la temperatura, de los meteoros y de las precipitaciones obtenidas desde la estación colocada al pie de su casa natal Motxale. Sin embargo, ya no quiere seguir siendo la guardiana del tiempo de Erro y ha encontrado el relevo en su sobrina Gloria, quien accedió sin dudarlo y quien desde este viernes ejerce el cargo.

Corría el 1 de mayo de 1975 cuando acudieron desde Diputación a su casa para proponerle a su padre Macario Urrutia realizar esta labor. Entonces habían ampliado la cuadra de su casa para poder tener una explotación de vacas lecheras, un trabajo que suponía mucha dedicación. Por eso, Lucía también aprendió el manejo de la estación y, aunque figuraba su padre como titular, lo cierto es que desde el inicio fue ella quien se encargó de la faena. "Mi padre me propuso a mí. Ya haré, le dije, total me lo ponían al lado de casa. Y yo cogía los datos y los mandaba. Hasta hoy", asegura.

Desde entonces, durante los últimos 45 años, una de sus ocupaciones diarias ha sido visitar desde primera hora de la mañana la estación, a las 9 de la mañana en invierno y a las 10, en verano. Sólo ha fallado en alguna ocasión por problemas de salud, cuando le sustituyó su hija. Al igual que cuando fue con su marido en 1992 a Estados Unidos, un viaje que le mantuvo lejos de Erro durante 25 días. El resto del tiempo, siempre ha estado al pie del cañón. "Ya estaba hecha. Me levanto, bajo abajo a la cabina, miro la temperatura y las cantidades de agua, las apunto en un cuadernillo y mando los datos por teléfono", explica.

Por sencilla que parezca la tarea, lo cierto es que la labor que hacen los colaboradores como Lucía es fundamental a la hora de realizar investigaciones y estudios climáticos. En Navarra, hay 94 estaciones manuales tras las cuales existen personas con nombres y apellidos. "Ahora es más fácil. Antes solía mandar cada mes unas tarjetas por correo a Zaragoza, pero desde que lo llevan de Navarra, lo hago por teléfono", asevera.

FRÍOS Y NEVADAS Echando la vista atrás, Lucía retiene en su memoria algunas fechas señaladas que alteraron por poco tiempo la vida de los habitantes de Erro. "Recuerdo una tarde que cayó una tromba de agua y fui a mirar. Cayeron 110 litros y se desbordó hasta la jarra del aparato", rememora. Se refiere al día 23 de septiembre de 1993, en el que en sólo 24 horas echó toda esta escandalosa cantidad de precipitaciones.

Asimismo, recuerda que antiguamente los inviernos eran muy fríos en este pueblo pirenaico. Su primer año como colaboradora, durante tres días consecutivos de las navidades de 1975, el termómetro llegó a marcar los -17 grados, unas temperaturas gélidas que sólo se repitieron el 12 de enero de 1985. Además, también recuerda que en diciembre de 2005, hubo una semana muy fría (del 22 al 28 de diciembre) con mínimas de -11 y -10 grados. "Entonces antes hacía más frío y también nevaba mucho más. ¡Qué nevadas había cuando íbamos a la escuela!", expresa mientras recuerda que solía derretir la nieve de la estación al baño maría y luego la medía en la probeta.

Aunque haya abandonado esta tarea, Lucía seguro que no dejará de estar pendiente del tiempo, como lo ha hecho durante media vida. Ni ella ni todos los vecinos de Erro que se habían acostumbrado a preguntarle por las cantidades de lluvia o por las temperaturas del día. Porque la sabiduría que ha adquirido con la experiencia de observar y comprobar datos en estos 45 años no se olvida de un día para otro. Lucía ya ha aprendido a observar la escarcha, a intuir si vienen días fríos o a adivinar cuánto va a llover tras observar "una noche amenazante con niebla". "Ya llevo unos cuantos años con esto, ahora toca el relevo", dice con humor. En efecto, su sobrina Gloria es quien ha cogido las riendas de esta labor altruista y, de momento, ha tenido una buena maestra. "Me ha hecho mucha ilusión, así mantenemos una tradición familiar. Aunque espero ser tan disciplinada como ella", concluye entre risas.