unteros del Valle de Salazar y miembros del Ayuntamiento de Larrau (Zuberoa) se dieron cita ayer en el paraje de Pikatúa (término de Iturzaeta) para estampar su firma en cumplimiento del Tratado de Fronteras de 1856 y proceder al tradicional reconocimiento de los mojones que marcar sus límites fronterizos. De su conformidad sobre su estado y lugar dejaron constancia en un acta leída en castellano, euskera y francés.

Sus nuevas firmas al viento reconocieron viejas mugas, necesarias en su día para marcar los lindes, mientras que hoy son un acto simbólico y festivo con carácter vecinal de quienes habitan a un lado y a otro del mojón 237 bis, en la cima del puerto de Larrau. Rubricantes de aquí fueron el presidente de la Junta del Valle de Salazar, Pedro Mascaray; vocales, Pío Sarriés y Elena Ayerra y la secretaria, Ana Albisur. Y un miembro de cada quiñón: Aldagaña, Errartea y Atabea en los que se agrupan los 14 pueblos del valle. Larrau estuvo representado por su alcalde, Jean Dominique Iriart y varios concejales de su Ayuntamiento, por el consejero del Departamento de Pirineos Atlánticos para la Montaña Vasca, Jean Pierre Mirande y el presidente de la Comisión Sindical de Soule, Jacques Barneix.

Al acto estaban invitadas la consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, Ana Ollo, la parlamentaria de Geroa Bai, Uxue Barkos, y el presidente de la Junta de las Bardenas, José Mari Agramonte. Formaron parte de una comitiva institucional, con presencia de pastores, en un Día de Mugas que pretende recuperar el carácter vecinal y fomentar las relaciones a los dos lados, tal como explicaba el presidente de la Junta del Valle de Salazar, Pedro Mascaray. Con este objetivo, próximamente la consejera Ana Ollo y su homólogo, Jean Pierre Mirande, mantendrán un encuentro para tratar temas comunes.

Es una jornada que ha ido perdiendo contenido y asistencia y, por eso, este año la hemos querido celebrar, recordaba Mascaray, quien se estrenaba en el acto que fue suspendido en 2020. Añadía su intención de dotarla de más cuerpo para próximas convocatorias, acompañarla de música y danzas y hacerla más popular. Para favorecer la asistencia, el presidente de la Junta del Valle de Salazar anunció la decisión de celebrarla, a partir de 2022, el domingo más cercano al 29 de agosto, fecha tradicional.

Como manda la tradición, almuerzo y comida sellaron el acto de hermandad. A primera hora, antes de salir hacia al mojón de la rúbrica, en las inmediaciones del centro de esquí Irati-Abodi, paraje de la antigua aduana, el juntero Pío Sarriés Martínez repartía el queso de oveja de las bordas de Christelle Uthurburu, productora y concejal de Larrau.

"Hemos venido a ver nuestros vecinos. Hoy es una oportunidad de pasar con permiso la frontera y salvar los problemas que hemos tenido para venir por la pandemia", expresaba satisfecha.

En el mismo lugar, pendiente de las brasas de carbón, asaba el zikiro Patxi Ayechu Sancha, de Izal. Era el plato principal de la habitual comida de pastores (la comitiva institucional e invitados comieron en el restaurante). "Es una tradición revisar las mugas que se levantaron para evitar problemas y hoy son esperanza de hermandad. Es un día de intercambio y relación. Es bonito", confesaba.

Ayechu, hijo de ganadero y trabajador del sector, no pasaba por alto el año difícil vivido "por la crisis sanitaria y los altos precios de piensos y forrajes, mientras el precio de la carne sigue bajando". Aprovechaba la oportunidad para pedir más apoyo al Gobierno y poder continuar con la actividad en una "zona deprimida que pide formas de dignas para vivir".