SOS Racismo abre hoy las puertas a una oficina en Tudela para tratar de sacar a la luz el racismo estructural que existe en la sociedad y seguir realizando en la Ribera ña labor que desde 1992 llevan a cabo en Pamplona. Esta oficina, de asesoramiento y denuncia, parte de la firma de un convenio entre el departamento de Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra y este colectivo que ya anunció el consejero Eduardo Santos cuando visitó Tudela en febrero del pasado año.

La media en la Ribera ronda el 14% de los habitantes, con unas 14.000 personas.

Santos indicó entonces que el Gobierno foral “no va a permitir ni una muestra de racismo en nuestra sociedad” y anunció que estaban en negociaciones con SOS Racismo para crear en Tudela una oficina donde denunciar los insultos racistas o las agresiones xenófobas. Fruto de ese convenio nace ahora esta oficina que estará instalada en el Centro Lasa (Barrio de Lourdes, antiguo colegio) y que estará abierta todos los miércoles de 10 a 13 horas, si bien existe la posibilidad de llamar a un móvil las 24 horas del día para exponer cualquier vulneración de derechos o para concretar citas en otros horarios.

su labor Ayer Bea Villehizan, responsable de la oficina, explicó cómo los tres pilares de su actuación son “la sensibilización, la denuncia y el trabajo en red” destacando que su principal preocupación es la erradicación del racismo como algo estructural anclado en la sociedad.

Esta ventana a la denuncia tiene el nombre de Oficina de Denuncia Asesoría y Sensibilización (ODAS) y se materializa en una oficina de atención a personas “que han sufrido algún proceso de discriminación, en el sentido amplio de la palabra. El racismo es algo estructural e incluso institucionalizado, tomando a veces incluso forma de ley como la Ley de Extranjería. No solo tratamos los casos que vienen a nuestras oficinas sino también hacemos una labor de seguimiento de determinados ámbitos concretos que aunque no se denuncien sabemos que se producen; discriminaciones directas o indirectas, siempre en el ámbito de vulneración de derechos”.

En este sentido, Villehizan llamó la atención sobre la diferencia que existen en una sociedad entre la coexistencia y la convivencia, “nos preocupa más una coexistencia aparentemente pacífica que una convivencia aparentemente conflictiva. Desde la coexistencia se puede hacer poco, pero en la convivencia ya estás trabajando”.

Desde SOS Racismo calificaron esta nueva labor como “todo un reto” ya que aunque han trabajado con casos de la Ribera desde Pamplona, trabajar in situ en la comarca da ora perspectiva. Hay que ser claros no basta con no ser racista, sino que hay que visibilizar en qué se traduce y tener una actitud antirracista que sea transversal a todas las políticas y a todo”. Por este motivo pondrán su esfuerzo en tratar de aportar “otras ópticas” sobre este problema ya que si no “el racismo pasa desapercibido”.

La responsable de la oficina Villehizan no quiso entrar a valorar si una zona es más o menos racista que otras e indicó que “es difícil cuantificar el racismo ya que es muy difícil denunciar”. En este sentido, describió el racismo existente en una sociedad como un estanque, “si tenemos un estanque, el fango del fondo son los estereotipos y el imaginario colectivo que construye la identidad propia frente a la otredad, Entonces aunque parezca que el estanque tiene aguas claras, basta con remover un poco para que salga a la superficie”.

Por este motivo sentenció, “si aspiramos a la igualdad es imperativo desmontar el racismo estructural”.

Las cifras. El número de personas con nacionalidad extranjera que residen en la Ribera ascendió en 2018 a 13.571, después de varios años de descensos.