nsanchar el túnel de acceso a la iglesia de la Magdalena, crear uno nuevo al final del cubrimiento del Mediavilla, jardines verticales para tapar edificios ruinosos, convertir la plaza de la Magdalena en un teatro de verano y la catedral en una pantalla de cine para las noches y poder dinamizar, con un bar, una de las zonas con menos vida de Tudela. Éstas son solo algunas de las posibilidades que pusieron sobre la mesa alrededor de 40 alumnos de 3º de Arquitectura de la Universidad de Navarra que en la asignatura de Urbanismo II analizaron los problemas, las carencias y las soluciones para el denominado Triángulo Mágico.

Este triángulo es una de las zonas más deprimida y menos rehabilitada y engloba: La Magdalena, San Nicolás y la plaza de San Jaime. Los once trabajos de clase realizados por los alumnos han estado expuestos en la capital ribera y ayer fueron analizados y explicados dentro de las Jornadas de Rehabilitación que bajo el título Los retos del presente se han venido celebrando esta semana en Tudela, organizadas por el Ayuntamiento, Orve y Nasuvinsa, con el patrocinio de la empresa Rockwool.

Como explicó la profesora Esperanza Marrodán, “la idea era proponer estrategias y buscar esa visión ingenua y fresca que a veces constriñe la norma. Son trabajos utópicos, pero ése precisamente es su valor”.

Los alumnos, antes de llevar a cabo sus proyectos, mantuvieron entrevistas con vecinos y vecinas del Casco Antiguo que les contaron las necesidades, problemas y carencias del barrio, pero también se basaron en el informe realizado para el anterior equipo de gobierno en 2019 que describe el perfil socioeconómico de sus habitantes.

Entre los aspectos más llamativos cabría destacar que varios de los trabajos presentados y analizados ayer destacan las mismas carencias y, muchos de ellos, aportan soluciones parecidas, otros llamativas, frescas y diferentes.

Entre las carencias destacan la escasez de zonas verdes, la dificultad del pavimento para que sea accesible para todos e incluso para las bicicletas y, ante todo, el enorme obstáculo que supone la plaza Vieja para la vida vecinal y social. “Falta de vida”, “triste”, “espacio apagado y de tránsito con numerosas barreras arquitectónicas”, “deterioro y monotonía”, “genera barreras físicas y sociales” son algunas de las expresiones que realizaron sobre esta zona, eje del Casco Viejo de Tudela y donde se encuentra el Ayuntamiento.

Una de los proyectos apuesta por conectar más este triángulo con la huerta, motor social de la ciudad, crear un huerto urbano que tenga como hilo conductor el cubrimiento del Mediavilla desde la Magdalena hasta San Nicolás para conectar con la nueva zona de Coscolín, a través de belenas, donde crearían una escuela de hortelanos.

Otra de las apuestas se enfoca en la cultura, como eje vertebrador. Apuesta fuerte por la entrada bajo la vía en La Magdalena doblando su tamaño para coches y peatones (varios apostaron por esta opción) y adecentándola, creando en la calle Portal un espacio autogestinado por vecinos y vecinas con exposiciones y un pasillo verde que le uniera con la catedral. En la plaza Vieja crearían espacios temporales de exposiciones. Más atrevidos otros alumnos vieron en la plaza de San Nicolás un espacio cultural o un centro cívico y en la plaza Vieja un cine al aire libre donde proyectar en la fachada de la catedral, para ganar espacio a la ciudadanía.

La carencia de espacios verdes fue algo común a muchos de los proyectos que apostaban por comunicarse con el Ebro y la zona de Ribotas a través de un arco al final del cubrimiento del Mediavillla o por pequeños parques en lugares abandonados.

Por último dos de las opciones más novedosas se centraban en convertir la plaza de la Magdalena en un teatro al aire libre en verano y en su interior en invierno, levantar el pavimento de la plaza vieja e integrar en la plaza los cimientos de la mezquita o también un certamen de crear cubiertas para tapar del sol las calles.