No hubo abrazo de despedida, se imponían por lo tanto postreras, siquiera breves letras de profundo agradecimiento. Tantas cosas nos has mostrado, querido Andrés. La primera es que la más feroz enfermedad no tiene por qué arrancar la sonrisa de unos ojos. En la medida que perdías carne, fuiste ganando en presencia. Se apagaba tu cuerpo y crecía tu enseñanza de serenidad y suprema aceptación. La segunda, no menos importante, tu actitud perenne, generosa de disponibilidad y servicio.

Habías sudado todo lo que daba de sí tu cuerpo ya enjuto. Merecías bóvedas sin límite, cantos sin fin, hermandad perenne. Viaja a los "temaskales" que nunca se apagan, a la vera de las piedras que nunca crujen, al espacio de la Naturaleza siempre virgen. Quienes todo lo dan en la tierra, todo lo heredan en los cielos. Los mejores siempre os confabuláis para escaparos. Te echaremos en falta marino entrañable clavado tierra adentro. Toma delantera. Busca tú allí arriba las resinas para el fuego inmortal que nunca calla, que no necesita ni prieto haya, ni gastado papel, ni efímera mecha , que reunirá nuestros cuentos, nuestros cantos, que alumbrará por siempre nuestra extensa y florida hermandad.

Tentados estábamos de decir que Estella, su banda de música, su movimiento obrero, su orilla del mar que seguiremos imaginando , pierden con tu ausencia física, sin embargo, preferimos pensar que Estella ganará con tu recuerdo de entrega sin fisuras, con tu memoria de nobleza humana que siempre será con nosotros/as.

No sabemos cuándo nos tocará la siguiente "puerta" en este ancho y pasajero templo de experimentación y sanación, cuántos bosques aún pasearemos en busca de ramas secas... Desconocemos tantas cosas. Ignoramos si, en el ya cercano Foro Espiritual, habrá "temaskal", si tus compañeros del Camino Rojo, en tu ausencia cogerán tus mástiles y mantas y levantarán cabaña de sudación . Ignoramos sobre cuántas rocas al rojo vivo se derramarán nuestros arroyos de adentro. Sin embargo, nos consta que nuestro hermano en el sendero, que ahora sólo se desviste de cuerpo, permanecerá por siempre en el refugio también profundo, íntimo y sagrado de nuestros corazones.