Un año ya desde que te fuiste, Tomás. Y aquí, en Navarra, se te sigue echando de menos. Muchas cosas han pasado que me gustaría contarte. Unas buenas, otras malas, como tú me dirías "lo importante, tener la conciencia tranquila". En Artajona me encontré con tu nieta mayor y su madre, tu hija, y con esas lágrimas que llegan sin pedir permiso, cargadas de amor por el que ya no está. Le miro a Luna y veo en ella tu prestancia, tu elegancia en el caminar por la vida. En el grupo de Oncología seguimos nombrándote a ti y a Carlos; Jeru me cuida con el cariño que lo hacía nuestro músico artajonés predilecto. Sigo celebrando la vida con sus hijas y nietos/as, en ese entorno tanto tú como él permanecéis entre nosotras con vuestro recuerdo. En la Universidad te rendimos homenaje y abrimos un módulo de Literatura Navarra que lleva tu nombre, gracias al Programa Senior que tú mimaste y a la doctora Viviana Alegre, que tanto apoya a su veterano alumnado. Allí pude saludar a Ana, que se te parece mucho y sigue tu estela con su laboriosidad y buen hacer.

También tengo que contarte que ya no soy presidenta de la Asociación Navarra de Escritores/as. Ya ves, cosas que pasan en la vida, después de seis años dejándome la piel, llegan las mentiras, las traiciones de los cercanos, los ataques personales, las envidias manifiestas, las agresiones y una acaba en Urgencias y se tiene que marchar por donde ha venido. No te disgustes, que, tal y como tú me dirías , "lo que se ha hecho, hecho está" o "en esta vida, Fátima, hay miserias inmerecidas". Ahí he dejado un legado que ningún grito ni ningún insulto va a poder borrar, como mucho emborronar, y el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. La hipocresía y la maledicencia son hermanas de la mediocridad, aunque se vistan de seda y de libros solidarios.

Por lo demás, terminé la novela que tú corregiste al principio, ¿te acuerdas? La de los jesuitas de El Salvador. Y fue premiada. Ahora ando con las presentaciones. ¿Y qué te puedo decir del mundo? Que está loco con las guerras y esta pandemia que no se termina de ir. Pero bueno, siempre nos quedará la Literatura, el camino que se hace al andar, las palabras de consuelo cuando leo tu libro póstumo, pasear por Lerín soñando con el centro cultural que lleve tu nombre, ver la sonrisa de Lorenzo y de tu nieta chiquita por la Plaza del Castillo, los saludos a la alcaldesa de tu pueblo, la ópera que haremos llegar a Frankfurt, la memoria de tu trayectoria que sigue estando presente y el abrazo de tantos que te quisimos y que no te olvidamos.

Las acacias te añoran en Zizur, pero tenemos a Inma Biurrun para hacerte versos con ellas. María José, con su mirada nos habla del amor hacia ti y cada día que te mencionamos es un día ganado para la poesía.

Dale recuerdos, allá por el infinito, a Mario, a Javier, a Julia, a Txiki. Y danos fuerzas para escribir con la calidez y la bonhomía de la que siempre hiciste gala. Un abrazo, maestro.