El viernes pasado, día 29 de febrero, tristemente, tuvimos que decir adiós a Miguel de Andrés González, mi cuñado, nuestro hermano, porque así ha sido desde que lo conocimos cuando era prácticamente un chaval.

Tu mujer, Elena, y tus hijos, Ismael y Anna, a quienes les has dedicado tu amor toda tu vida, te van a echar de menos, así como todos los que hemos tenido la suerte de conocerte, Miguel. Porque tú eras de trato fácil y cariñoso, amigo de tus amigos y hombre de familia a la que te entregabas.

Tú eras el pilar fuerte, el de la voz sosegada y carácter templado desde el que era un gusto hablar prácticamente de cualquier tema. Eras al que le faltaba tiempo para acudir a ayudar al que lo necesitase. Eras quien estaba al lado del enfermo, quien acompañaba, confortaba y aconsejaba. Nos reíamos comentando que eras el ojito derecho de la amatxi, aunque razones no faltaban.

Esta vez , a pesar de tu lucha, la enfermedad ha podido contigo. Te vas, Miguel.

Con nosotros quedará para siempre tu recuerdo de hombre afable, culto, generoso, todo un caballero.

Agur Miguel, adiós.