El 16 de octubre de 2024 amanecía un día gris y lluvioso, muy propio del otoño pamplonés, pero todavía se encapotó mucho más con la llegada de la noticia del fallecimiento de Jose.
Los 73 años de vida de Jose han sido la de una persona vitalista con muchas facetas, desde la personal, laboral y política.
Nació en Logroño el 16 de marzo de 1951, y aunque en ocasiones ejercía de logroñés, entre otras “por los buenos pintxos de la calle Laurel y un buen Rioja”, era navarro y zizurtarra de corazón.
Hizo sus pinitos con el atletismo en altas categorías, no perdía ocasión para enseñar sus fotos en blanco y negro, alguna en sepia de aquella época y que el servicio militar le truncó un poco su carrera deportiva, pero llenó su corazón con Mary Lara, con la que se casó el 29 de septiembre de 1974, que recientemente celebraron sus bodas de oro, un día que esperaba con gran ilusión.
Para él, la familia era un pilar fundamental en su vida, no la concebía sin ellos, y de esa unión nacieron sus dos hijos, Mónica y Gustavo; pero sobre todo tenía gran devoción por sus cuatro nietos, con los que disfrutó hasta el último día, con sus viajes, excursiones, planes y en más de una ocasión, modelos de sus obras pictóricas.
Un polifacético en lo laboral, también en Zizur, donde abrió la Mantequería Ultzama, siendo el primer comercio de la urbanización a finales de los 70, situado en la segunda plaza de Santa Cruz y más adelante, Floristería Azalea, junto con su mujer y su hija. Su mayor desarrollo laboral fue en el mundo de las calderas con el servicio técnico de Saunier Duval, y es que en cualquier debate, Jose siempre metía las calderas de por medio, y entre broma y broma, cliente que captaba. Y no era para menos, porque era un hombre dicharachero, jovial y con un excelente humor.
Tenía numerosas aficiones como la pesca, con su barco Jaizkibel amarrado en el puerto de Hondarribia al que le encantaba ir cada fin de semana y compartir esos ratos con amigos. Desfilar cada año en el alarde, viajar a cualquier parte del mundo con su familia, y por supuesto, no podían faltar las excursiones con los amigos del club de jubilados, al que se animaba a todas y era un asiduo en los últimos años.
También trabajó mucho para sus vecinas y vecinos, desde una perspectiva discreta y siempre positiva. Fue concejal durante 20 años, primero en los tiempos en los que Zizur Mayor pertenecía a la Cendea en los años ochenta, y más tarde, en la legislatura de 2003 y 2007 y posteriormente, durante tres mandatos consecutivos, desde 2011 hasta las últimas elecciones municipales de 2023, cuando se retiró. Es en esa etapa donde conocí a Jose. De partidos diferentes, pero nos unía nuestro amor por Zizur, trabajar por llevar adelante muchos proyectos, siempre desde un plano positivo, y es ahí donde se forjó nuestra amistad. Compartimos muchas horas de reuniones, plenos y de quedadas fuera del ayuntamiento, en las comidas y cenas que organizábamos con Luis Ibero el moro, con Miguel Bermejo y con Juan Luis López; en las ocasiones que fuimos a Hondarribia a pescar con mareo incluido, cuando Jose se reía de nosotros y decía que éramos especie de tierra y no de mar.
Nos quedaron cosas pendientes, como aquella última comida que nos prometimos cuando a Luis le diesen el alta del hospital, pero que por desgracia la celebramos sin él; esa exposición prevista para después de Navidad de los muchos cuadros que Jose había pintado durante años, y ese último cuadro tan especial y que tanta ilusión le hacía pintar y que ya teníamos pensado en qué pared de casa colgarlo.
Su marcha ha sido temprana, le quedaban muchos proyectos y planes por hacer, nos quedaba mucho por disfrutar con él, pero ha vivido una vida intensa, bien vivida y deja un gran legado a su familia y también a los amigos que siempre le recordaremos como él era, un hombre trabajador, sencillo y de gran corazón. Descanse en paz.
El autor es alcalde Zizur Mayor (Geroa Bai) y amigo personal del fallecido