El monte Toubkal es un cuatromil accesible a cualquier montañero. Es decir, no a cualquier persona, pero sí para aquella mujer u hombre que tenga por costumbre visitar la naturaleza en altura. La mole se encuentra en el Alto Atlas marroquí, ese país africano que para los vascos es el más grande de los cercanos viajes. 

Primero, sepamos que su nombre se pronuncia Tubcál y que según creencia popular local significa aquel que cree en la tierra o la tierra que habla, y que, como curiosidad, un nombre de un grupo de música vasco se denomina así. “Toubkal en realidad viene de la palabra Togr-akal, que significa tierra más alta. Con el tiempo varió a Toubkal”, apostilla el guía de montaña Hassan Azdour. Es el pico más alto del país alauita y de todo el norte africano, está situado en el Alto Atlas y forma parte Parque Nacional al que da nombre. 

Algunas curiosidades 

¿Solo hay un Toubkal? Realmente dos picos se llaman Toubkal: Djbel Toubkal (4.167 metros) y Toubkal Oeste (4.030 metros).

¿Cómo llegar? Bien con vehículo, pasando el estrecho en ferry, o en avión. Es recomendable para los vascos hacerlo desde Santander, ya que con Volotea hay viajes de ida a vuelta a Marrakech por 60 euros. Desde Loiu, pueden ser de 400 euros.

Cuánto se tarda en hollar el Toubkal. Al llega a Imlil, es mejor hacer al menos un día de aclimatación por la altura con algún treking por los pueblos amazigh (bereberes). Al día siguiente, subir hasta uno de los dos refugios, y por la mañana atacar la cima. Algunos lo logran en dos horas y media; otros en cuatro.

¿Por qué está mal hecho llamar a la etnia local bereberes? Porque su etnia se llama amazigh. Lo de bereberes viene de los romanos, que con ello les querían denominan bárbaros. Si te pones a pensar bien, ¿realmente quiénes eran los bárbaros al colonizar otras tierras? De todos modos, ellos mismos, para facilitar la comunicación, usan la palabra bereber.

¿Algún contacto útil? La familia Azdour, donde casualmente a dos de sus miembros que se llaman igual. Saben castellano y han trabajado desde décadas con numerosos clubes alpinos de Euskal Herria, igual que del resto del mundo. Acabarán siendo como de tu familia: Hassan Azdour 1 (+212 666 395 921, natur-atlas@hotmail.com) y Hassan Azdour 2 (+212 672 966 414, guiasdeatlas@hotmail.com).

Es uno de los pocos picos del país en los que se puede encontrar nieve, que cubre su cima una parte del año. Cada año, son numerosos los amantes de las montañas y las expediciones que se dirigen a este enclave a hollar la montaña, situada a 70 kilómetros de Marrakech. El trayecto desde la ciudad imperial hasta Imlil –pueblo habitual de partida y que se pronuncia Imilíl– en vehículo motorizado se completa en hora y media, debido a que en la zona de montaña las curvas son acusadas. 

Sin duda, el Toubkal y sus montes anejos, como Timesguida o Ras, son la principal atracción turística de esta recomendable zona. La mayor parte de la ciudadanía de Imil o pueblos limítrofes como M’zikene obtienen sus recursos económicos del turismo. Marruecos se divide en 16 regiones, el Valle de Imlil queda ubicado en la región de Marrakech-Tensift-Haouz. El nombre de Imlil, según estima Azdour, significa blanco. “Originariamente se llamaba Omlil, quizás por la nieve del valle. El pueblo blanco o el valle blanco. Con el paso del tiempo pasó de Omlil a Imlil”, diferencia. 

La cascada de Imlil.

Aunque a primera vista gran parte del Alto Atlas se compone de rocas sedimentarias, el macizo del Toubkal es un área de rocas volcánicas, convertidas en crestas alpinas cortadas por valles profundos y estrechos. Al sur, la montaña desciende abruptamente 1.800 metros hasta el pequeño lago de Ifni. Al oeste, el borde de la montaña está marcado por un paso, el Tizi n’Ouanoums, a 3.664 metros.

En ruta

La ruta normal, la vía norte, suele partir, como avanzábamos líneas más atrás, del siempre despierto pueblo de Imlil, situado a 1.740 metros de altura. Contactar de forma previa con nativos de la zona permite acertar de forma total con el objetivo. Hay familias, como la Azdour, que llevan trabajando con clubes alpinos vascos desde muchas décadas atrás. 

Con ellos podrás tener todo cerrado y no tendrás problema alguno en el país africano. En este caso, hablan muy bien castellano, son profesionales guías de montaña, y sobre todo te harán sentir que son parte de tu vida o familia desde el minuto uno. Son pura hospitalidad, amables y simpáticos como quizá no lo somos en Euskal Herria. 

Antes de atacar las dos jornadas para subir al Toubkal, viene bien aclimatar haciendo algún treking por pueblos amazigh –mal llamados bereberes– de la zona. A continuación, se irá ascendiendo hacia el Toubkal. Primero hasta uno de sus dos refugios, a casi 15 kilómetros de distancia. 

Vista de Imlil, pueblo del que parten la mayoría de las ascensiones al Toubkal.

El ataque a la cumbre desde los refugios dura, según las condiciones de cada persona, entre dos horas y media y cuatro horas. Es un ascenso fácil y sin ninguna dificultad técnica. No obstante, al tratarse de una cima de más de 4.000 metros, pueden darse dificultades debido a la altitud. Con nieve, recuerda que será imprescindible el uso de crampones y tal vez piolet para la zona del último collado. Las temperaturas nocturnas son muy bajas hasta bien entrada la primavera, e incluso en ocasiones en verano, y altas durante el día. Es recomendable contratar un guía, que puede ir acompañado de mulas para facilitar la subida, a pesar de la relativa facilidad de la ruta.

El denominado refugio del Toubkal, más conocido como Neltner, fue construido en 1938 gracias a un Club Alpino francés. Lo denominaron como el geólogo y escalador galo Louis Neltner, principal benefactor de esta infraestructura abierta al público. Este albergue está situado a 3.200 metros de altura y fue reconstruido entre 1997 y finales de 1999. Dispone de habitaciones que incluyen hasta 27 camas individuales en literas.

Por otro lado, existe también el refugio Les Mouflons, situado ligeramente antes que el anterior. Se trata de unas instalaciones privadas y dispone de habitaciones individuales y familiares en un recinto de 600 metros cuadrados.

Tras un día de aclimatación por la zona, otro subiendo hasta uno de los refugios, estamos preparados para atacar el que quizás sea nuestro primer cuatromil. Los guías nos animarán a hacerlo a primera hora. La salida tiene algún punto más dificultoso, con las palas más exigentes al comienzo, pero a continuación es ascender y ascender en zig-zas bajo un imponente escenario digno de película. Sin prisas y paso a paso llegaremos a la cima del Jbel Toubkal sin dificultades. Habremos salvado alrededor de mil metros de desnivel. 

Imlil, punto de encuentro 

Imlil es un pequeño municipio del valle que da nombre. De él parten la mayoría de las ascensiones al Toubkal. El pueblo se compone de una calle principal en cuesta y de ella salen algunas otras vías. El traqueteo es continuo desde primera hora de la mañana con una población tan simpática como ruidosa. En ocasiones, parece que están riñéndose y puede ser que se están saludando. 

Quien llega a aquel lugar comprende rápidamente que es atractivo, máximo para amantes de la montaña llegados de todo el mundo, pero también del turismo marroquí, al que le gusta veranear en este enclave porque en verano hace gala de una climatología muy agradable por la altura a la que está, y además, por las noches refresca, lo que se agradece, a diferencia por ejemplo con Marrakech, que en verano es un horno. 

Ascendiendo al Toubkal.

Ascendiendo al Toubkal.

Imlil es alegría constante, humor, deporte, ventas de productos típicos nacionales, un restaurante al lado del otro, cuenta con despacho de farmacia, hay mil y un albergues… Pocos viven de sus huertas. 

Después de visitar en numerosas ocasiones este lugar no dudamos en recomendar a la familia Azdour como guía para tu especial viaje. En caso de que llegues por avión (desde el aeropuerto de Santander hay vuelos con Volotea por 60 euros ida y vuelta), te recogerán –si lo deseas– en el aeropuerto de Marrakech y tan solo te tienes que dejar llevar, nunca mejor dicho. 

Saben castellano, son amables a la máxima potencia, familiares, conocen mejor que nadie el parque nacional del Toubkal, sus precios son económicos y no conocemos personas que no hayan acabado encantados con sus servicios. Pocas veces comerás en Marruecos alimentos tan sanos y bien preparados. Si tenías en mente este viaje, cúmplelo, que nadie te baje de tu sueño. Lo tienes a mano y, además, quizás sea tu primer cuatromil.