Todo el mundo cabe en Asturias y Cantabria
dESDE que tal día como el sábado de 1987 se celebrara que la humanidad hubiera alcanzado la cota de cinco mil millones de individuos, el Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propuso dicha fecha como Día Internacional de la Población al objeto de concienciar a las instituciones y organismos oficiales sobre la importancia que tiene el crecimiento demográfico en los demás ámbitos de la realidad humana sean estos sociales, políticos, económicos, sanitarios, ecológicos, científicos, religiosos, o culturales. Eran tiempos en los que el Telediario, a falta del cambio climático, acostumbraba a amedrentarnos con la escasez de recursos para todos, y la drástica disminución de las reservas de petróleo. Por ello, todavía recuerdo vivamente la clase en la que mi profesor de Filosofía de COU en Estella nos hizo a todos levantar en el aula y extender los brazos en forma de cruz, cuando tratábamos el problema de la superpoblación y cómo esta repercutiría en el Planeta. Mientras los alumnos nos mirábamos extrañados el profesor escribió en la pizarra: ¡Todo el mundo cabe en Navarra! Y puede hacer gimnasia? Efectivamente. Navarra tiene diez mil kilómetros cuadrados, entonces éramos cinco mil millones de personas en La Tierra, de modo que una sencilla división concedía a cada terrícola el nada despreciable espacio de dos metros en tan noble reino.
Aquel experimento filosófico, tuvo una enorme repercusión en mi modo de afrontar todo el alarmismo general en torno a los problemas demográficos capacitándome para comprender que detrás de lo que se nos presenta como un problema de cantidad poblacional, lo que se esconde en verdad, es una carencia de cualidad moral, pues el problema Malthusiano solo tiene fundamento de advertencia de una tendencia matemática, que por lo demás la historia demuestra que la especie se las apaña para autorregularse cuando así es preciso hacerlo, pero sólo de haber fracasado antes la adaptación al medio hostil desde la helada Siberia hasta el sofocante Sahara, la inventiva para encontrar nuevas fuentes nutritivas como el queso y resto de productos lácteos, nuestro trabajo para arrancar de tierra y animales un mayor rendimiento agrícola, ganadero y pesquero, la ciencia investigando el modo en cómo ayudar a la producción alimentaria, la ley regulando el reparto, ahorro y consumo de la producción en momentos de crisis y la religión, instituyendo tabúes o consagrando tradiciones de solidaridad para épocas de penuria.
Claro que en el tiempo transcurrido, Navarra sigue teniendo el mismo territorio, mientras la humanidad hemos aumentado en dos mil millones, que se dice pronto? por ello he creído conveniente actualizar el ejemplo de mi antiguo profesor tomándome la libertad de invitar a todo el mundo a pasar unos días cerca de los Picos de Europa entre Cantabria y Asturias que ofrecen las mismas ventajas para practicar tai chi a los siete mil millones de seres humanos que ahora somos..
Nicola Lococo