Pangloss: todo va bien en el mejor de los mundos posibles. No hay mal que no conspire en favor de lo mejor. El panglossismo está de actualidad. De hecho, empieza a ser fastidioso oír decir a grandes comunicadores y demás gentes de muy desahogado vivir que hay que darle la vuelta a la crisis, con entusiasmo e imaginación, para convertirla en una fuente de oportunidades. Habría que saber si quienes repiten solemnemente tan panglossiana vacuidad seguirían sosteniéndola de caer en el paro e ir a parar al itinerario de inclusión social de Barcina-Torres, nuestro satisfecho tándem gubernamental. Barcina, tan panglossista como Pangloss, dijo el viernes pasado ante el consejo político de UPN que disfrutamos del mejor de los gobiernos posibles. Seguro que esa es una opinión compartida por todos los miembros del Gobierno y de la que disienten muchos de los más de 50.000 parados que le han crecido al tándem gubernamental. "Tenemos que quitarnos ese pesimismo", dijo Barcina, nuestra panglossista máxima, que no está en el paro y que incluso cobró como una catedrática -sin la menor necesidad ejercer como tal- en los días de vacancia que fueron de su salida de un cargo político a su entrada en otro. El panglossismo barciniano dio en el consejo político del partido regionalista un giro previsible cuando se fundió con el navarrismo: ¿no va a salir de la crisis nuestra legendaria Navarra, que ha superado cualquier adversidad histórica a base de entusiasmo, si no de imaginación? Supongo que esa clase de exhibicionismo regional-patriotero es el que llevó a Albert Camus a decir que quería lo bastante a Francia como para no ejercer de patriota francés. Panglossismo navarrista o navarrismo panglossiano que llevó a la doble presidenta a jactarse de su thatcheriana ley de renta básica y hasta de haber cernenado, en campaña electoral, plazas de oposiciones legalmente convocadas. Pangloss y Montesquieu, según el que un gobernante es tanto más deplorable cuanto más se jacta de sus burlas.
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