La Residencia de Nuestra Señora de la Caridad de Tafalla o, como le llamamos en Tafalla, el Santo Hospital, lleva muchísimos años realizando una gran labor con las personas mayores, por eso esta institución es muy querida en la ciudad del Cidacos.

Desgraciadamente, la residencia se encuentra en una difícil situación económica, con más gastos que ingresos, por diferentes motivos, como son la crisis, la hipoteca del nuevo edificio que hubo que construir (ya que el anterior no reunía con los mínimos necesarios) y unos costes salariales relativamente altos.

Digo relativamente porque la realidad es que los salarios en el sector de atención sociosanitaria son muy bajos, a tenor de la gran labor que se realiza, y que en los últimos años se ha profesionalizado mucho, sin que ello haya repercutido en las nóminas de sus trabajadores.

La solución a este problema es complicada, pero siempre pasará por aumentar los ingresos, ya sea subiendo las cuotas a los residentes (opción muy complicada en la situación actual) o buscando otras vías de financiación; o por reducir los gastos, optimizando recursos, con el riesgo de que afecte a la calidad del servicio o reduciendo costes salariales como, por ejemplo, hicieron en la cooperativa Fagor, con salarios mucho más altos, todo hay que decirlo; para evitar despidos, que esto sería otra opción.

Desgraciadamente se ha optado por esta última opción, despidiendo a la directora y encomendando sus labores a otras trabajadoras del centro, con el riesgo de carga de trabajo adicional para éstas últimas.

Esta decisión, muy usada últimamente en tantos ERE y de corte muy liberal, y un despido aunque sea de un puesto de dirección, necesario por otra parte en una entidad de este tipo, no deja de ser un trabajador en el paro.

No estamos hablando de directores de bancos con sueldos millonarios, sino de un puesto de trabajo con responsabilidad y que exige una formación superior.