lA realidad de que el Gobierno de UPN no tiene ni plan de gestión ni de usos para el Pabellón Reyno Arena, otra de las faraónicas obras dedicadas a la más absoluta inutilidad, se suma al intento de privatizar la gestión del Circuito de Los Arcos para evitar al menos una parte de la carga financiera que esta ruinosa instalación supone cada año para las arcas forales. Dos ejemplos de actualidad que revelan la ineficacia de la gestión de UPN. Al frente del poder foral desde 1991 -excepto el año 1995-1996-, los datos arrojan una pésima gestión de los tiempos de la bonanza económica, presupuestaria y fiscal, caracterizada por un inútil y absurdo derroche de miles de millones de euros en proyectos -casi siempre alrededor del negocio del cemento- que se han acabado mostrando tan inviables económicamente como inútiles para la sociedad navarra. La lista de torpezas -algunas increíbles ahora, como el Auditorio de Javier que lleva años cerrado a cal y canto- y el alto coste de las mismas, en muchos casos aumentado por sobrepagos de difícil justificación, es tan larga como absurda. No todo lo que han hecho los gobiernos de UPN en estas décadas de poder absoluto es negativo, pero su herencia económica y presupuestaria para Navarra lleva camino de ser ruinosa. De hecho, cuando la Cámara de Comptos advierte de que los ingresos actuales de la Hacienda Foral apenas dan para cubrir los gastos básicos de la Administración foral, está poniendo en duda incluso la viabilidad de la Comunidad. Y no es una cuestión política: la responsabilidad de esa situación crítica de las Cuentas Generales de Navarra -a la que hay que sumar el hundimiento y desaparición de Can, hasta ahora el instrumento clave del autogobierno económico y financiero de Navarra- es de UPN en su mayor medida. Sólo desde 2008, Navarra ha cuadriplicado su desempleo y tiene que hacer frente a una deuda cinco veces superior. Además, ambos datos son peores que los de 1996 pese a los años de bonanza económica y fiscal. Una realidad -el despilfarro de dinero público, un traspaso clientelar de recursos y patrimonio común a intereses privados y una política fiscal obsoleta y regresiva- que pone en evidencia la incapacidad de gestión de UPN. No sólo no han sido buenos gestores como proclamaba hasta hace poco la propaganda oficial, sino que los datos objetivos alertan de una pésima labor de gobierno que ha empobrecido Navarra y puesto en riesgo su viabilidad futura.