eskerrik asko laguntzagatik: ese día se me quedó en la memoria, ya la había visto más veces y de diferentes maneras, pero aquel día la vi bailar en todo su esplendor.
Al fondo de la plaza vi cómo se acercaba tímidamente tras el estruendo de los gaiteros y gaiteras, no sé qué fue pero entre todo el gentío yo me fijé en ella, es cierto que en ese momento estaba atareado y no pude mostrarle demasiada atención. Entre los marianitos, zuritos y demás, la barra se iba llenando poco a poco. La plaza de los ajos iba despertando tras una noche de lo más bonita. Tocaron los grupos favoritos de la gente de la cuadrilla, y no sabéis qué risas cuando a Mikel se le cayó? Bueno que no me voy a liar, ya sabéis cómo son las noches de San Fermín.
Pero esa mañana fue mágica, de normal siempre miraba a la gente que estaba en las diferentes barras sirviendo al resto de las personas pero no llegaba a entender el porqué. Pero esa mañana no sé si fue ella, que me cautivó, o el ambiente que se crea detrás de la barra, tiquetera o demás trabajos que la gente hace en Sanfermines o diferentes fiestas de esta antigua capital, pero me sentí de maravilla. Como decía, ella venía hacia nosotros o igual simplemente pasaba por esa plaza en esa hora concreta, pero el movimiento de sus faldas me hizo temblar, su altura, el sonido de los txistus que la acompañaban rodeada por miles de personas, acompañando su mágica presencia. Y fue entonces cuando tras recorrer toda la calle, nuestras miradas se cruzaron, fueron unos segundos, igual incluso menos de un segundo, pero me bastó para recordar durante todo el año esos ojos negros. Esa sonrisa cautivadora, que al igual que a mí desde pequeño me había cautivado, estaba sonriendo hasta a la más peque de la plaza. Pero ese día fue especial, ese día estaba haciendo mi turno, era mi momentico en la plaza de los ajos, yo era el protagonista detrás de la barra mientras las cuadrillas reían, los niños correteaban con los niños al grito de “¡con la verga, sí, con el palo, no!; otros, sin embargo, jugaban a toricos y los más atrevidos comentaban la hazaña del encierro de esa misma mañana. Yo también disfrutaba entre el gentío, pote va pote viene, buen trabajo y lo mejor ese sentimiento de orgullo dentro de la barra, inmerso en el trabajo que brindamos a esta ciudad.
Pensándolo bien ya la había visto otras veces pero aquel día, aquella mañana sanferminera, aquel turno de barra con mis amigos y amigas, sentí cómo Braulia, la 8ª giganta, la de los txistus y no gaiteros me guiñaba el ojo y me decía “eskerrik asko” mientras me cautivaba con su mirada y meneaba sus faldas rojas y blancas al ritmo de Guk Euskaldunak gara Euskal Herrikoak. Eskerrik asko por dar ese granito de arena en esta sociedad comprometida con los valores que compartimos orgullos, euskaldunes, paritarios y sobre todo populares para todas las personas. Porque pensándolo bien es de agradecerse a uno mismo coger el compromiso de aportar nuestro trabajo por y para la ciudad. Es agradecido el sentirse útil y motor de cambio de esta sociedad. Por esto mismo animo a todo gazte, mayor o persona de esta ciudad que se deje las perezas a un lado y que este año también se sume a aportar su esfuerzo en los diferentes turnos que hay en Herri Sanferminak. Porque nos sentimos orgullosos de esta ciudad y debemos ser los motores de la misma. A mí Braulia me dijo “eskerrik asko” pero yo os digo, animaos y entre todos haremos unos Sanfermines para todos y para todas. Gora Herri Sanferminak.