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Editorial

A vuelta con las terrazas en el Casco Viejo

ilatar una solución, eludir su responsabilidad y adoptar decisiones unilaterales sin consenso y confusas, sin escuchar ni a a vecinos ni a los grupos municipales. Así podría resumirse la gestión de Maya en un tema tan controvertido como la ampliación de terrazas de bares en el Casco Viejo. Un problema que él mismo ha creado al abrir la veda con las terrazas de Sarasate y ofreciendo la posibilidad de ampliar esta alternativa para aliviar al sector de hostelería. Los vecinos de lo Viejo amanecieron ayer indignados con el montaje de las nuevas carpas en la plaza Compañía. El primer edil se encargó de culpar primero a los técnicos de lo ocurrido para, posteriormente, reconocer que había sido un "error" la concesión de los permisos, horas antes de que los vecinos se concentraran para manifestar su rechazo. Para más inri el montaje se produjo poco antes de iniciarse el debate que mantenían en agenda ayer los grupos municipales con el fin de establecer unos criterios comunes sobre la ampliación de terrazas en la ciudad. Fue en dicho foro cuando los portavoces de los diferentes grupos conocían que los permisos en Compañía, con vigencia hasta el 21 de marzo, ya estaban concedidos. El equipo de gobierno alegó que la autorización se hizo de forma conjunta con la instalación de mesas en la plaza Calderería el pasado 21 de enero. Y que, ante las quejas vecinales, hosteleros y vecinos llegaron a un acuerdo por el que éstos descartaban la ubicación de Compañía (iniciativa de cuatro bares de Calderería) en favor de Calderería. Nada aclaró el primer edil sobre un posible rechazo al cambio de ubicación aunque sí insinuó que dicha opción (Calderería) podría no ser aceptada. Menudo follón. Los hoteleros han propuesto diversas iniciativas para colocar terrazas en las plazas San José y Compañía o en las calles Jarauta, Calderería o Redín. De momento ninguna de estas opciones ha visto la luz. Y lo único que está claro es que se excluye el proyecto de la plaza de San José. El Ayuntamiento debe apoyar al sector hostelero pero también velar por la defensa de los derechos de los vecinos de un barrio muy castigado por el ocio. Y para ello tiene que escuchar a todas las partes y buscar el máximo consenso. Por de pronto los vecinos de Compañía anuncian caceroladas todos los días. Reclaman un espacio público de los pocos que tiene el barrio y donde se ubica un parque infantil utilizado por los más pequeños, un centro de salud y una escuela de idiomas. "La última plaza tranquila que queda en lo Viejo", alegan.